Sucumbí al Facebook:

miércoles, 26 de enero de 2011

Título para una fotografía



Título de la fotografía...
...
...
A ver:

"Les muestro mi superfotografía que tomé en la mañana. O sea, tipo que me levanté así de que toda inspirada y dije: we, deja me preparo un yogurth así todo healthy. Y me puse en la tarea de pelar manzanas con mis nuevas uñas de acrílico. ¿Así o más amor a la naturaleza? Yo siempre he dicho: I love the earth! De pronto, las cáscaras de las manzanas rojas y verdes contrastando en la tarja me dieron vuelta en la cabeza... O sea, super trip, man! Así que fui por mi Minolta y clásico que tuve que ponerme a discutir con la gata porque la descubrí queriendo tirar los "desperdicios". "¡Deja ahí, tarada inmunda!", le dije: ella cero que tiene idea de los valores estéticos que prevalecen no sólo en El Ei, sino en toda Europa. Qué digo, en las élites del arte conceptual y postmodernista de la web. Digo, hasta la plantita se da cuenta de la belleza de mi obra, en el trazo de sus líneas, la delicadeza del contraste que hay con la luz.
Lástima que la belleza sea efímera. Lo digo porque mientras estaba pensando en el test equis que publicó mi prima Leah en su FB, me miré en el espejito ese hippie que mi mami no ha querido quitar y yo le digo que le diga bye, que ya dé otro giro de vida, que lo minimalista es lo que está en boga; no sé qué quieren los papás recordando tiempos muertos con sus oldies a todo volumen. O sea... ¡eso no es inn! ¿Qué les decía? Ya... en lo efímero de la belleza (leí esa palabra en un cartel de una crema antiarrugas de una prestigiadísima marca francesa, luego les paso el tip, ¿ok? Se oye genial: efímero de la belleza. Mi abuela es efímero de la belleza. Suena así como un camello muriendo a la luz de la luna). Me asomé en el espejo y ¡oh-mai-god! Tengo arruguitas alrededor de los ojos. O sea, juro que me ví y me asusté porque neta que me voy pareciendo a mi tía Constanza, y qué horror, we. Pero como soy súper zen, díjeme: "Dalay, baby, todo está bien". Tomé unas cuantas cáscaras (¡qué bueno que la criada ya se había largado por mis hermanitos al college y me dejó en paz, ¿sí están de acuerdo en que es súper estresante que la servidumbre te vea en un estado de vulnerabilidad, no? - vulnerabilidad, otra palabrita que me encantó cuando la leí en los poemas del freaky de mi salón, creo que es lo único decente que le he visto, a él mejor regalarle una bolsa reciclable de garbage para que se lo ponga en su cabecita-) y me las puse en mis ojos, cuidando que mis súper lashes no se estropearan porque ya traía puesto el rímel del volumex3... Pero, ¿por qué estoy perdiendo el tiempo así, con todos ustedes, si ni siquiera sé cómo se visten? Igual y es porque deseo así, con todo my heart, que aprendan a amar a la madre tierra y a la fotografía renacentista (porque hace que renazcamos en el amor, ¿sí saben cómo, no?). Bueno, chaíto, que tengan a very nice life! Lo merecen (creo, no sé)".

lunes, 24 de enero de 2011

INFINITO


Juraría que a este lago no le ha pasado la mano de ningún dios, ni de ningún gigante, ni de nada que se le parezca, encima. Está gris, como la yerba al sol de enero. Huele raro, como todo el abandono que genera la decepción post diciembre, como le dice mi papá al año nuevo. O a lo mejor son los tenis del Efraín, que está a mi izquierda.

-¿Qué traes ahí, wey?

- Una foto, pendejo. ¿No las conocías físicamente?

-Si serás baboso… ¿El que está en medio eres tú, con otros camaradas? Ese David, nunca te habíamos visto con bigote. ¿Y qué le pasó al árbol que está al fondo?

-No, wey. Es mi abuelo. La foto es de 1950 –le respondí sin ganas al Efraín, porque yo estaba muy metido en los ojos de mi abuelo: tenía mi edad y un montón de historias con mujeres más altas y mayores que él. Tenía mis años y ya manejaba la troca de mi bisabuelo.

-Ah, ¿te cae? Estás igualito, mírate. Y sus camaradas se parecen al Gustavo y a mí. ¡Mira, Gustavo! El de la derecha tiene la misma cara de menso que tú.

-Trae los audífonos, no te oye.

-Con razón tiene cara de ido desde hace rato. Yo pensé que todavía traía el efecto de la piedra. No manches, el Gustavo sí se pasó de lanza ayer en la fiesta. Muchos pensamos que lo habíamos perdido porque cuando el Reis llegó como a las doce…

Efraín cuenta las aventuras narcóticas del Gustavo como si fuera la primera vez que lo mira en sus cosas... Me da una hueva total escucharlo, ¿cómo es posible que yo tenga a un par de tarados a mis costillas?

Miro la foto de mi abuelo otra vez. Sus amigos y él se ven como si un espermatozoide se les hubiera ido a los pulmones (¿se podrá eso?) y comenzaran a caer en un letargo inducido, parecido a cuando terminas de jugar en la compu y ves puras manchitas en los ojos. O como si se la hubieran jalado tanto de noche que ya en el día no tuvieran cerebro.

Mis amigos y yo, en cambio… Un momento: a diferencia del árbol que estaba justo detrás de mis camaradas y yo, todo está igual. Tenemos la misma cara de idiotas que los de la foto. ¿Qué estarían escuchando ellos? Porque mi amigo no oye nada (hablo de Efraín: ese wey aunque le pongas black metal no escucha. Nació sin oído. A él puro grito y ruido de videojuego); el otro oye canciones que parecen como tonos de celular monofónico bajados por bluetooth o por vía mensajito al 22222 infinito…

Infinito. Como este pinche lago. Debe tener más cargas numéricas infinitesimales que todos los genes de los seis juntos. La naturaleza no se la parte a la hora de parir imbéciles. Tampoco se molesta mucho en repetir escenarios, o es que mi familia no migró como lo hicieron las otras y por eso tenemos como raíces en los tenis los más jóvenes del clan. Se las he visto a mis primas Lorena y Paulina y se las veré a mi hermano menor. Siempre igual. ¿Habría pájaros cuando tomaron la foto de mi abuelo? ¿Habrá algún lugar habitado por mi -ahora- muerto abuelo?

-Ai la vemos, David. Chida foto, mi abuelo es el de la derecha.

- Chale, Gustavo, ¿a poco sí?

-No, nomás te estoy choreando. Estaría chido tomarnos una así, ¿no? Nos veríamos igualitos. Sale pues, los busco mañana.

Mañana… con qué seguridad lo dice este menso. Yo tengo una foto de hace sesenta y un años y no sé si viviré tantos como para que mi nieto tenga una igual. O como para asegurarle el mismo lago apestoso (¿apestaría igual en aquel entonces?).


-¿Luego qué, Efra, nos vamos por unos drinks al seven?