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lunes, 20 de mayo de 2013

La sinfonía de los nómadas

La casa del desierto, una de la tarde. Las caras de los nómadas terqueando el sedentarismo en sus máscaras de danzantes por las viejísimas olas de un mar que sólamente su eco deja crecer en las voces de los camiones sin afinar, dos o tres vendedores de yukis, altoparlantes de sindicalizados congregados a la suerte de los mortales. 

Tam, tam, tam, los yunques en los pies caminando hacia las puertas de los centros comerciales, las llantas doliéndose el ardor cruzando puentes para alcanzar el tiempo que se va, se va, se va, como salario perpetuado para el devenir de los tiempos. Son tambores lejanos anunciando el asentamiento a la fuerza, piedras lanzadas desde el corazón al corazón de la tierra: hermano, no me toques, no me mires, no maquilles la distancia, no me ames, no me hables, no me resucites con palabras, dame agua, dame pan, dame el techo de un día de infancia, un vientre cósmico para volver, volver, volver. Tam, tam, tam, las puertas son tocadas por los pedigüeños, las amas de casa obviarán el sonido y seguirán cocinando las lentejas con una lágrima por la cintura perdida. Tam, tam, tam, dos secretarias secretamente se odian y lo dicen con el golpeteo de sus uñas arañando el teclado, la impresora atascada de impedimentos para salir adelante. Tam, tam, tam, y los zapatos de trescientos obreros caminan igual sólo para complacer a sus jefes. Tam, tam, tam, un niño juega con su carrito nuevo a ser taxista, sicario o profesor.

Esto también es sinfonía.

sábado, 18 de mayo de 2013

Vista

Te vi. Juntabas cicatrices de la Tierra y oraste por el mundo en el trayecto de la luz y su sonido. Te vi. De alfa a omega. Te vi. La carretera amplia, los sonidos precisos, astros naciendo de tus manos, la pintura que te guarda la noche, Saturno hablando con tu pelo. Te vi. No supe si escribirlo o dejarlo reposar en mi memoria para a mis ochenta jactarme ante el espejo que en efecto, yo te amé como nunca había sabido hacerlo antes de los treinta. Yo no buscaba postales y simplemente, te vi.

Postal celeste


El cielo que es el yute que es el manto que es el eco de las palmas y los pájaros, caos abajo, el cielo que está pensando.


martes, 14 de mayo de 2013






No eres tú, soy yo: no te soporto a mi lado más de 72 horas seguidas, sabes muy bien que la casa es chica y quienes arengas me causan alergia. Lluvia, vete de aquí por favor...

lunes, 13 de mayo de 2013

Hoy fui a la premiación de unos cuentos donde participé como jurado. Más allá del asqueroso protocolo y su gente pintarrajeada de hipocresía (hablo de quienes organizaron todo), me dio mucha emoción saber que dos de los cuentos que seleccioné habían sido escritos por una niña de catorce años. Verla con su papá (o abuelo) casi me saca las lágrimas, me hizo recordar muchísimas cosas, muchos caminos, muchos libros.

Ojalá que a esa niña sus padres la apoyen para que siga escribiendo. Hay tantos robots en estos días y tan poquitos Isaacs Asimoves (imaginantes)...

Siesta dominical

Demasiado gris dominical. Preferí dormirlo, viajar donde los recuerdos (a veces al presente hay que darle un respiro para seguirlo soñando al día siguiente). Me equivoqué. Padezco del síndrome del recién despierto en domingo a estas horas. No son bestias contra las que se tiene que luchar. Es una sola y se llama Melancolía.

Debe guardar alguna relación el hecho de primero compartir con una centena de personas el tiempo. El contraste de una habitación vacía y silenciosa tras el bullicio evidencia con tino certero que la realidad es una y la poesía, otra.

viernes, 10 de mayo de 2013

Reflexiones al vacío. VI Aniversario

Inicié este blog pocos meses después de una injusticia que a la vuelta de la esquina me hizo más fuerte y me regaló la consolidación como la promotora cultural que me alegra ser. Hoy, a seis años de su estreno, me gustaría regalar algunas frases que afortunadamente aún siento y espero poder seguir igual (pero más evolucionada -¿ah, verdad?), así vea desfilar encantos y desencantos, robots y lamebotas, injustos e insensibles. Todos somos seres humanos: no todos pretendemos ser lo mejor de ello.


Ensayé la piedra de la paciencia, habrá que esculpirla con un canto que llene sus aristas de luz y jamás me deje al arbitrio de ilotas. 

En estos tiempos, ser loco es ser digno; ser rebelde, expresar la inconformidad por la ausencia al respeto de los derechos más intrínsecos del hombre. Amo mi locura, pues. Y sobrevaloro sanamente mi rebeldía. 

La perfección en la mayoría de los estúpidos, necios y abusivos radica precisamente en que no se dan cuenta de lo imbéciles que son. 

La perfección de los marginados radica en que nadie les ha pedido algo (nadie los ve) y sin embargo ellos siempre aman (los ideales, el hambre, un sueño, la verdad. Al prójimo del párrafo anterior). 

Ser zen consiste en aprender de los demás hasta alcanzar la humildad creativa y callar cuando la ofensa está por salir. Quien se crea zen porque hace posturas yoguis mientras asesina a los demás con su mala entraña, deja de ser zen por ser un completo derrochador de tiempo a favor de un ego inmarcesible, oculto en la flor del loto. 

Los jóvenes deberían  aprovechar la ubicuidad que les da el internet para convertirse en verdaderos dioses de su mundo individual y colectivo. Los padres de esos jóvenes deberían dejar de insistir en querer regresar a la veintena.

Los artistas deberían dejar de autonombrarse así y dedicarse a crear. Si se es o no artista ya no depende del ejecutante, sino del veredicto del ojo del tiempo. 

Los manifestantes deberían de protestar menos y actuar más. Se logra más creando aparatos alternos que luchando contra quienes jamás van a cambiar. Eso es necedad y un espíritu adolescente: necesitar del padre para evolucionar en la vida. Padres, únicamente el cielo y la tierra. No nos deben nada, pero sí nos debemos a un nuevo todo. No estamos en China. La pasividad en América Latina estorba: crea sarcasmo e ironía y provoca tristeza en los nacituros.

Estoy aprendiendo a frustrarme menos y a amar más: son ellos los equivocados. Si desean continuar con la travesía de la vileza, es problema de ellos. En verdad deseo llegar a los 82 años con el alma lúcida y más amante que a mis treinta.

Nadie dijo que yo esperara un mundo perfecto. Qué aburrido. Sólamente espero actuar a favor de un mundo menos lastimado (o por lo menos evitar hacer daño a lo que resta de mundo). 

Por supuesto que amo. Todos los días no dejo de revisar la cantidad de luz solar en los pequeños actos de la vida. Todos los días me obligo a despojarme de la pesada capa de la sapiencia (no siempre tengo buenos resultados) y aprendo a caminar por caminar, a amar por amar, a ser por ser, sin darle nombre a mis actos porque los vivo y crezco. Jamás dejo de insistir en el poder del acto enunciativo en mi gente muda. Jamás olvido agradecer la persistencia del perfume de la máxima que reza que lo mínimo destruye a la grandeza con pies de barro y que el miedo es simplemente oscuridad fácilmente aluzable. Jamás dejo de pagarle al mundo, al tiempo y a la vida escribiendo algún poema o un escrito cualquiera: entre tanta gente que padece la ceguera, soy una privilegiada por el hecho de tener a la palabra como mi mejor arma para aprender, existir, amar la vida. Por supuesto que amo.




jueves, 2 de mayo de 2013

Barroco moreliano

Los edificios morelianos me asustan en cierta forma: adheridos al barroco como el liquen a la piedra, la institucionalidad de su cultura vive dentro de un fervor religioso que lo mismo abarca templos que edificios gubernamentales, universidades y museos. 

La exégesis del fervor religioso, su rigurosidad y su esplendor (jamás podría dejar de venerar al barroco como el hacedor de mi propio vestido) llegó al punto de la confusión vespertina: ora entraba a un templo pensando que era museo, ora, a un museo pensando que era una capilla. México tiene su semilla desde aquí, y no me refiero a los héroes de la patria.