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jueves, 20 de noviembre de 2014

No me vestí de negro. No lo necesito y prefiero pensar en la luz que viene. No soy niña new age, simplemente quiero creer que ya pronto se acaba la oscuridad.

Es el primer 20 de noviembre que me sabe muy acidulado, como cuando era niña y me hacía algo la vida que me obligaba a llorar detrás de los ojos. Leí en voz alta Alturas del Macchu Picchu, de Neruda, y por dios que no terminé.

Este es un mensaje para los que creen que no estoy aquí. Me duele el mundo. Sigo orando, la realidad, si no es con leyes, cuentos o poemas, puede cambiar con una oración.

¿Sí?

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Afuera sigue haciendo frío y yo no puedo dormir. La secadora se ha prendido sola hace un par de horas. Pero más que el miedo a los fantasmas, le tengo pánico a la crueldad de la gente: ¿cuántos niños estarán allá afuera en pleno frío? Y aquí es cuando me pregunto si la tristeza sea un holograma, con eso de que ahora dicen que la realidad la fabrica tu mente. Cómo me gustaría pensar que de verdad soy capaz de erradicar ese dolor que me amputa las horas de noches como ésta, cuando estamos a dos grados y se me congelan los dedos, no tanto por mi tendinitis (o como se diga), sino porque no soy capaz de hacer algo. Y quién soy yo, ¿Superman? Me lleno de ideas, el insomnio viene.

Quisiera tener el dinero que de niña prometí tener para hacer el hospicio que soñé a mis nueve años. Quisiera tener el arrojo de mis 21 para volver a mandar a la chingada mi trabajo en gobierno, un día en que fui obligada a escribir y publicar un decreto por el cual los vagabundos y miserables se quitarían de la calle para llevarlos al manicomio. Quisiera tener el valor de mis 18 para decirle, de nuevo, estúpida a la compañera más rica de mi grupo en el Tec de Monterrey, cuando dijo que los obreros de la fábrica de colchones de su padre eran pobres porque querían. Después de tantos años, me parece, brinqué en definitiva de la ficción jurídica a la literaria. Sola, rodeada de libros escritos por gente en momentos de lucidez extrema, pretendo encontrar la paz que sé me hace falta ver en los ojos de quienes no comen bien porque a todos se nos olvida su existencia.

Cómo desearía tener una varita mágica, un libro con fórmulas escritas entre lineas para que al leerse la historia común se pronunciara el milagro de la transformación de los mundos.

Cómo desearía comprender la inequidad, después de chutarme cinco años de derecho...


martes, 11 de noviembre de 2014

Ayotzinapa, tus milpas como trenzas prometidas por la mujer a la vuelta de su amado, una tarde de sol.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Trazo los planos para una ciudad que fue sobre los cimientos de la que será de mis hijos prestados. Un poemario así requiere tragarse saliva con sal de lágrimas, recuperar las voces para tenderlas sobre las ruinas.


Leer derecho inglés a esta hora es una adicción que no he dejado de tener desde los 20 años. Siempre he creído que es el peor de los inventos intelectuales y sin embargo, su practicidad es de una admiración sin límites.

La corrupción se esconde de maneras más elegantes, aunque retorcidas, y el campo para que actúen la justicia y la libertad se agranda o empequeñece según las necesidades del consumidor. Es como uno de esos salones armables con biombos y mamparas de triplay.

La simplicidad de este sistema es lo que hace tan descarados sus gobiernos, y lo que hace que sistemas como el nuestro se torture, en su afán por insertar en un sistema global cuyos principios son de este derecho, no del romano.

Y aunque pudiera pasarme mil horas hablando del tema, prefiero seguir leyendo. No me imagino cómo le harían allá para esconder escándalos como los de Ayotzinapa, cada día más lejano de ser arreglado aquí.

Buenas marchas, buenas noches.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Noviembre hoy fue como él mismo: gris, húmedo. Sereno.

Llenarlo de mi música fue el mejor acierto.