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sábado, 30 de agosto de 2014

Correr por la Alameda después de vivirla como hija y después como mujer es un acto puro de entregarse a cada árbol y decir que sí, que todo lo volvería a vivir, porque esta es mi vida y la amo por ser mi mejor obra.

Mirando hacia el horizonte lleno de cantera y señoras de dudosa cintura, divisando al final de éste la cúpula extrañísima de la Normal Superior, donde me presenté bailando y recibía premios, de pronto me sentí ajena al pasado y consciente de que estoy en el punto del cielo donde debía estar. He aprendido a amar y a escribir sin pedir nada a cambio excepto la luz y se me ha concedido.

Doy gracias por esta nueva pantalla. No sé qué vendrá, pero mi corazón ya está en su sitio y mi intelecto al fin encontró cabida. Dejé al mundo malagradecido y me entregué, con la ceguera de un niño al nacer, al nuevo hogar donde las flores como Andrómeda se prometen bellísimas al nacer.
Si candidato viene del latin candia, blanco, ¿entonces quiere decir que por eso únicamente los criollos nos gobiernan?

martes, 26 de agosto de 2014

Que si el Fondo de Cultura Económica violó los términos de su Estatuto Orgánico al servir como plataforma para entrevistas presidenciales, sí. Pero eso no es lo más grave.

Lo más grave, señores, es que la normatividad está siendo desplazada de su lugar de origen para ser ejercida desde su lugar de facto. Así, poco importa si una ley, un estatuto o un reglamento dicen algo o no. La verdadera imperatividad de una norma, cualquiera que sea su marco, en el siglo XXI está transitando hacia el ejercicio libre de quienes lo representan, de empresas interesadas en el manejo de dicha imperatividad, en la nula capacidad de la justicia para actuar, en los cánones recién compuestos para tales fines: se trata de quedar bien, no de hacer el bien.

La transición de la normatividad, al menos del Estado, hacia una sociedad global encabezada por ONG's y empresas multinacionales, ya se veía desde hace quince años. Si tiene alguien duda, que vaya al Facebook o al Youtube, en donde las personas cada día se creen más capaces de tender redes lo suficientemente fuertes como para advertir, señalar, juzgar e incluso imponer la ideología del resto del mundo. Si a esto le aunamos el favoritismo del ser humano por la imagen, tan exacerbado en estos tiempos, tenemos como resultado que ya no se puede hablar ni de derecho positivo, ni de derecho vigente, simplemente porque esos conceptos ya comienzan a dejar de ser manejados como tales. De que existe el derecho como noción jurídica, filosófica y política, lo hay, el asunto es ver en dónde se encuentra ahora y cómo será asumido, desde su continente hasta su fundamento ulterior.

Mientras tanto, recomiendo leer el acervo del FCE como si no hubiera pasado nada. Y es que en tiempos en donde hacer literatura es casi igual a hacer nada, poco importa si un payaso opresor viene y se sienta en nuestro sillón mullido para reflexionar sobre un país cada día más desnudo.

lunes, 25 de agosto de 2014

Que ayer cumplió años el cieguito de Borges, ese argentino aristócrata que legó una biblia para desplazar al ser por los anales de la Inteligencia, el creador de cuentos altamente complicados y maravillosos que no temieron un sólo momento en tomar de los géneros posibles su mejor nota para hacer un instrumento de creación literaria altamente original, pero también filosófica: recién me entero que muchos de ellos están basados en postulados de filósofos idealistas, y entonces el mundo me cambia. 



La vida es un arco iris que incluye el negro. 

Yevgeny Yevtushenko





No hay un final. No existe un principio. Solamente existe una infinita pasión por la vida. 

Federico Fellini. 

Hace un par de horas asistí a un evento de música medieval en la catedral de Saltillo a cargo del grupo Danserye. 

Debo decir que este grupo es de lo mejor que he podido escuchar en materia de música medieval, tan difícil de ejecutar justamente porque en esa época no existía la idea de hacer música a través de partituras. Apenas se colocaban las palabras y el ejecutante, normalmente conocido como trovador o minnesinger (Francia y España en el primero, Alemania en el segundo), debía darles musicalidad. Era una especie de jugarse el ritmo por el todo lo que volvía especial cada obra. 

De Chretien de Troyes a Bernart de Ventadorn, pasando por Guillaume de Machaut y Rimbaut de Vaqueyras, el mundo medieval sorprende por esa necesidad de transgresión o transfiguración de la obligadísima encomienda de escribir música sacra para enaltecer los valores de las patrias en ciernes. Es esa misma rebeldía la que le da un toque de misticismo a la música de esa época y al encuentro que tantos siglos después le acontece: finalmente, tanto mayor es la necesidad de purificación del hombre por su naturaleza humana como aquella que deviene en creación artística. La verdadera ascensión no es aquella ofrecida por los santos, sino por aquellos seres humanos que, en su completa y rotunda humanidad, intentan transgredir al dogma para ser la divinidad por ellos mismos, sabiendo que ésta es acotada por la universalidad a la que se aspira conocer un fragmento, pero jamás el todo. 

Por unos momentos pensé que tal efecto quizá no se habría producido si la opresión ideológica de aquel entonces no hubiera estado tan acendrada, y me parece que el mismo efecto se duplica ahora, en un tiempo donde pareciera ser que las venas del conocimiento y la expresión están abiertas, pero por una paradoja filosófica dicha apertura las ha conminado a un estatus de oclusión jamás visto en otros tiempos. La dichosa plataforma informativa, la generación del conocimiento y tantas otras patrañas impuestas como dogmas educativos para los niveles inferior y superior, crean un cerco de fuego inquebrantable al superponer ideas ni siquiera preconcebidas, sino en curso de concepción, que sin embargo están tan fuertemente custodiadas por los fines, eso sí, concebidos como plataforma de nación global, que difícilmente podrían ser derribadas, incluyendo por las manifestaciones del "arte". 

Y es que para ser honestos, a este siglo, al igual que al medioevo, le sobran prejuicios. Los de ahora son más sofisticados que los de esa época, pero no por ello menos perniciosos. Todo lo contrario. Invitan a la laxitud en la creatividad, a la exposición desmedida de la miseria humana que, lejos de ser una visión balzaquiana de la vida con un propósito emancipador, se contenta con regodearse en el fango hasta la letra final de la página, de la canción o de cualquier otra expresión artística. Literatura, cine, danza, música, pintura y teatro también se han visto, de cierta manera, globalizados por la idea de lo que yo consideraría es el metanihilismo: se trata de anular el todo por el todo sin remordimiento de conciencia y de abarcar el sinsentido hasta que una ola de gravedad pase, a saber, una tercera guerra o la invasión alienígena, o peor aún, la llegada de reinos imaginarios de carácter divino. 

El rechazo de la ascensión espiritual no como una prioridad religiosa sino como una vocación natural del ser por recuperar el diálogo directo con el alma se ve, tanto en una como en otra época, como un tópico postergable e intransitable: se trata siempre de hablar de las guerras con el otro, la otredad en guerra, la otredad como culpable de la situación que el otro yo del actor descansa libremente, en espera, en el medioevo, del jucio final, y en esta época, de la compra de un Sony Z1 para vivir en una realidad virtual feisbuqueana más placentera. Por tanto, la manifestación de las artes se ve constreñida a una dinámica de elementos aislados que no aportan sino el eco de lo que civilizaciones venideras podrían tomar como la señal correcta para no tomar el camino equivocado. Esta dinámica aporta elementos sencillos y fáciles de reconocer e incluso de organizar, a saber, que sus variantes terminan siempre en la misma conclusión, ideológica o artística. 

La música medieval pagana es la respuesta a la sacralización de la miseria. Por eso es que no retumba ni enaltece las almas, por eso es que únicamente en las catedrales se oye y se conversa (y convierte) mejor en un lenguaje musical pobre, dentro de un contexto donde el poeta más avezado y osado toma aliento y arroja una o dos metáforas contra la naturaleza humana pero sin poder profundizar en su vacuidad. 

Del mismo modo opera nuestra música. La interpretación de los signos musicales nos avisan del cierre de una etapa en donde el sonido dejó de ser armonía para convertirse en un postulado de inconformidad y cobardía que no esconde pero tampoco lanza la piedra certeramente. 

¿Estamos ante el renacimiento? Me gustaría decir que sí, pero no sé si el tiempo alcance. 

Esto lo pensaba en la catedral de mi ciudad, y de pronto me vi rodeada por el gusto decimonónico de las tardes dominicales en una provincia que se niega a ser ciudad pero está invadida de centros comerciales. 


Coincidencias sonoras: el lied y la melancolía sabatina

Hace unos días leía un libro escrito con singular iniciativa: resignificar (cualquier cosa que les pueda decir ese neologismo global) al teatro, a la poesía, a la música y a la pintura dentro del contexto del holocausto (tema del que me ahorraré mi discurso por el momento dada su extensión). 

La idea era maravillosa: por primera vez en muchos años veía a un autor inteligente capaz de verter sensibilidad poética a una obra literaria. Y aunque el resultado no fue precisamente la consumación de una obra considerada, desde ya, como clásica (faltaría, claro, saber la clasificación de nuestros sucesores dentro de cien o doscientos años), me permitió observar que a este siglo le sobra soberbia y memoria del triunfo y le falta noción de la estética y algo llamado rebeldía.

No es que el acto de amalgamar géneros y artes sea un crimen. Todo lo contrario: ¿acaso la preservación de las estructuras es un deber, cuando éstas sirven únicamente a la producción de hostiles obras que desprecian al espíritu? 

La fusión de las artes en esta época, bastante más abierta que la capacidad del performance y la musicalización de la literatura y filosofía medievales, está pasando por una crisis en donde se cae muy frecuentemente en la trampa de disfrazar textos literarios para convencer al lector sobre la versatilidad del autor de escribir y/o saltar de un género a otro. Lo mismo ocurre en el campo de la música y el cine, en donde las estructuras, como era digno de esperarse, debieran ser transfiguradas para darle paso a una riqueza discursiva incapaz de contenerse en un sólo esquema. Sin embargo, la realidad es que estamos invadidos por innovaciones artísticas que nunca supieron el punto de origen desde su concepción y por lo tanto dan hacia la nada. 

No es tanto el caso de la obra que leí, quizá por eso fue que me emocioné de pronto al ver una protonovela creada en base a nuevos conceptos de la transgresión. Digamos que es la pieza puesta en el extremo positivo desde el cual veo al resto de las obras innovadoras que han salido en los últimos días: fusionar los tiempos y los géneros no es una cuestión arbitraria, si bien el arte jamás ha sido una sucesión de etapas ni procesos creativos.

El acto creativo multidisciplinario debería tener muchísimo más rigor al momento de mezclar como nunca antes se le ha impuesto esa obligatoriedad. Si bien el siglo pasado nos fueron anunciados los lindes del pensamiento y la creación del mundo occidental, el siglo en curso debería apostar, como algunos artistas ya lo han hecho, por la reconfiguración del acto creativo a partir de las estructuras dadas, para hablar ya no de lo mismo, sino de aquello que jamás ha sido hablado: si la cuerda o mecha se terminó por un extremo, es tiempo de viajar al otro lado de la vela, o de la Luna. Da igual. 

La apuesta de este autor por manejar su novela en forma de lied me pareció el acto más honesto y limpio de una disciplinada búsqueda hacia la renovación del arte, lo haya conseguido o no. Basarse en Schubert, básicamente, en la obra "La muerte y la doncella", es casi premonitorio: el mundo del arte es la muerte y la creación es la doncella. Mientras el primero la insta a morir en sus viejas ataduras, la segunda repele todo contrato que constriña su capacidad de desplazamiento por la vida. 

Mientras pensaba en eso, salí a la sala a escuchar lo que mi hermano oía. Era un cuarteto de cuerdas. Y era precisamente esa obra de Schubert. Eso: la atención a la sincronicidad de los elementos primarios a partir de los cuales puede nacer una obra es en este siglo la respuesta, y no tanto el afán excéntrico de mostrar que hay inteligencia y ruptura en un mismo creador. Se trata de jugar a renombrar al arte a partir del arte poniendo atención respetuosa al arte. 

No sé si en la época medieval se puso atención a la época clásica. Creo que no. Estaban dormidos. Por eso los órganos: es casi como escuchar un ronquido en una catedral. El ronquido del papa. El ronquido de dios esperando que el humano se libere. 

sábado, 23 de agosto de 2014

Traigo al Space writing de Man Ray clavado en la cabeza. Siempre supe que había uno así para mí y por eso el insomnio, la noche clara, el titipuchal de estrellas. Es la primera vez que mi deseo lo retrata.

Porque es el deseo el que hace que las cosas se originen, años atrás o posteriores a nuestra historia. El mundo y su verdad es un compendio de anhelos que nosotros mismos hemos creado.

jueves, 21 de agosto de 2014

El siglo XXI se equivoca en pensar que todo está dicho y escrito, pues la humanidad se la ha pasado repitiendo el mismo concepto erróneo. Lo que está visible y nadie lo escribe por obvio, lo que es importante y esencial pero no tiene cabida porque no es tan grande, eso es lo que no está dicho ni escrito. Mejor aún. Las palabras de vez en cuando acotan los caminos múltiples de la existencia.
A veces oigo la radio como una extensión del cuerpo. Hoy me tocó oírla como una extensión de la vida.
Dale nombre al anónimo y será un héroe discreto. Dale nacionalidad a ese héroe y protestará porque en verdad, el que es héroe, es dueño del mundo.
La valoración estética se olvida de sí cuando la belleza de lo creado puede platicar al fin con el espíritu. Eso lo saben los artistas. Eso lo olvidan sus egos.

miércoles, 13 de agosto de 2014



Yo sé que para muchos de ustedes es una cosa de nada, pero para mí, el que esta tarde me hayan llamado dos personas para felicitarme por mi programa de radio Kaleidosónico Programa Xhins es el regalo más bonito que pueda yo recibir. No estudié comunicaciones, mi padre siempre solía decirme que estudiara esa carrera porque "hablas mucho, hijita". Lo mío siempre fue llevar la contraria y además en mi tiempo le hice caso a una vocación que jamás se irá de mi vida. Lo cierto es que vivo la radio como un ritual que roza los lindes espirituales, siempre salgo aprendiendo algo cuando preparo mis guiones, siempre siento el hormigueo antes de empezar, cuando ponen cada canción (¿les irá a gustar?). Por sobre todas las cosas, amo poder combinar mi pasión literaria con los megahertz, es una suerte de performance donde todo puede ocurrir, desde el ensayo literario hasta un simple cuentacuentos. En la radio se pinta, se danza, se imaginan mundos a base de puro sonido. Estoy muy agradecida con la vida porque siempre me chifla en todos mis sueños y éste era uno de los más antiguos que tenía mi locura, la cual, dicho sea de paso, no se crea ni se extingue, sólo se acrecienta.

martes, 5 de agosto de 2014

REGRESEN RADIO ETIOPÍA A RADIO UNAM



CARTA A LA GENTE DE RADIO UNAM: 

A quien corresponda: 

Hace unos minutos me enteré que el programa Radio Etiopía no está más dentro de la programación de su maravillosa Radio UNAM. 

Simplemente no lo puedo creer. Como escritora, promotora cultural y también locutora de radio cultural, me siento sumamente defraudada de la actitud que han tomado. En verdad toda mi vida he apoyado con los ojos cerrados cuanta propuesta, cultural, humanista y científica han lanzado: sin la plataforma de esta máxima casa de estudios, México desde hace muchos años habría sido destinada a permanecer al cien por ciento como una maquila en todos los aspectos, no nada más en el económico. 

Deseo que vuelva Radio Etiopía. Exijo que regresen este programa a su horario de años. Por lo que pueda haberme dado como radioescucha, por lo que considero es importante mantener vigente, por lo que sé es una obligación conservar para que México no se contamine de ideas sin argumentos, o con fundamentos de barro mojado. 

No me defrauden. No ustedes. Estoy segura que los mecanismos de diálogo cultural y humanista que esta misma casa propuso hace décadas serán los mismos que ayudarán a entenderme como radioescucha y regresarán a su lugar uno de los pilares de la radio cultural alterna que tanta falta le hace al país. 

Los conmino a escuchar Kaleidosónico en el www.xhins.com todos los miércoles a las 18 horas, tiempo de la Ciudad de México. Si hubo alguien que me sirvió de ejemplo radiofónico, fue el gran Guillermo Henry. 


Atentamente: 

Marlén Curiel Ferman. 



Ustedes me conocen: yo no pugno por causas perdidas. Si desean defender no sólamente a este programa, sino también a las políticas culturales que hacían el equilibrio en este país, por favor envíen una carta expresando civilizadamente su inconformidad. La voz de todos puede hacer que una de las radios más completas y a la que le tengo un gran cariño esté de regreso con nosotros. 

contacto@radiounam.unam.mx

lunes, 4 de agosto de 2014

Hace algunos años alguien me leyó la sombra, el tótem, mi chamán, mi yo inferior en el reino del éter: saltamontes. Lo creí estúpido por verme a mí misma así, una suerte de remedo televisivo sin capacidad de aprendizaje.

Pero esta tarde, justo frente a los azulejos del baño, tan relucientes de excesivo sol, me vi con las piernas flexionadas un poco más arriba de lo que puedo hacer, y también con la rodilla un poco más alejada de lo que suele estar: tenía las piernas largas, demasiado largas. Piernas de saltamontes.

Por lo que pueda interesar o no, este pequeño texto no está dedicado ni decidido a ser un cuento ni un homenaje a Kafka. Soy una saltamontes, es verdad. Ahora lo entiendo todo, por eso llegó un Maestro.