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martes, 30 de septiembre de 2008

Io sonno feliche...

Io sonno feliche cuale vile lombriche... porque el profesor de redacción me felicitó por tres de los cuatro escritos que me encargó...

Recordé de pronto varias canciones: "We are de champions" -entonada por Queen y no por Homero Simpson-, "Alright" de Supergrass, y la que decía "Mi maestra me dio un beso a la salida/porque hice los palitos derechitos (...)" del insoportable -pero bien que lo veías, Marlén- Chabuelo.

Le gustó mucho el de las verduras. Se rió y toda la cosa. Me aguanté las ganas de llorar -¿debo decir que soy una chillona?-cuando leyó El Domingo, y el del trabajo también le agradó.

Mejor día no pude haber tenido en la escuela. Neta. Valió la pena mi puente enfrente de la chompu. Ojalá que me siga yendo bien. La suerte no existe, de eso estoy segurísima (ya va siendo tiempo de ir a graduarme lentes nuevos, porque con éstos a veces me ando madreando cuando manejo por la noche... ¡Ay, Reina Pausada, tú y yo debimos ser como Platero y yo en otra vida...!).

Abrazo-beso-apapacho.

lunes, 29 de septiembre de 2008

Es lunes de luna

¿Y quién dijo
que allá afuera todo es difícil
que las crisis la pagamos todos
y las nubes se vuelven nubarrones?

Los 29 siempre me gustan. Y los 11 y los 22 y los 33... tienen magia por dentro. Los números son mágicos per se.

Hoy es 29 y amaneció con luna nueva. Se puede empezar algo nuevo, vivir de verdad, por ejemplo. Y por si fuera poco, hay un solecito que da calor como de primavera flojona. Está lindo el día, de verdad.

Septiembre fue un gran mes para mí, debo reconocerlo. Quizá porque lo reconozco, está soleado afuera. (Si el sol me oyera, diría que soy la poeta más egocéntrica... no me molestaría, porque acepto mis verdades).

En dos horas voy a mi templo. Es una de las cosas que me hacen feliz, aparte de escribir.

Pocas veces tenemos semanas en las que dos meses comparten la silla. Es una especie de eclipse mensual... Octubre vienen con lunas redondas, amarillas. Dicen que son las más bonitas del calendario.

No tengo mucho para platicarles, pero sí mucho cariño por enviarles a través de esta paginilla extraña.

Abrazos.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Notas raras

Por fin acabé las dispositivasssss... Estoy oyendo alaridos de buen talante en el programa ese de Cantando por un sueldo. Conste que lo hago por apoyar a la Trevi, que de alguna manera me hizo abrirme a mi propia sensualidad. La verdad prefiero omitir su raro pasado, soy del tipo de persona que prefiere recordar algo muy bonito de un ser que admire a ver lo malo que hizo. Mejor para todos así.

No me regresaron el Fox, así que no hubo simpson. Pusieron el Sorny y vi al Seinfield. Mi jefa dice que de no haberlo visto, habría sido menos ácida. Yo digo que al revés, el Seinfield es el rey de los críticos y criticones, como yo. También pusieron el Warner Bros. y me chuté uno de los últimos capítulos de Friends...

Gracias por la luz que alguien me emite a diario, aunque jamás me escriba comentarios ni correos. Por él salí a la luz y es luz lo que tiene enmedio de la frente, de ahí esa bolita extraña. Un abrazo, si es que me llegase a leer.

Que su semana y la mía empiece con caminito de luz.

Pax

Vida binaria

Hago diapositivas en pagüer póin para la clase de morfología del espanglish. Sí, la clase por la que ayer sábado tuve que ir a la infoteca (por cierto, nos corrieron a las tres de la tarde; y luego quieren que México crezca...).

Como soy hiperactiva y me molesta estar en una misma cosa durante más de veinte minutos, deambulo por mis blogs. Checo si las letras se han formado nuevamente como las dejé al apagar la compu (algo me dice que bailan cuando yo no estoy frente a ellas). Veo que sí, que recordaron su lugar, tanto de origen -el que les dio su madre, o sea, Yomera- como el de su función de estar -aunque los destinatarios no las lean... en fin-. Y luego veo si alguien me ha escrito algo. Casi siempre son cadenitas y así. Veo si alguno de esos correos son importantes y si no, los borro o los suprimo.

A lo que voy con todo esto, es a que me llamaron mucho la atención tres cosas: la primera, que a alguien se le ocurrió la feliz puntada de inscribirme a un curso para seducir mujeres. En un descuido y lo haga porque piense que soy tan izquierdista que hasta en mis preferencias sexuales lo demuestro. Entré a la página en cuestión y me voy encontrando con una sarta de pendejadas, que si los hombres las leyeran y se las creyeran, definitivamente jamás seducirían a una mujer digna de su esencia masculina. Me "desinscribí" (como la expulsación) y luego pasé a ver otro correo, en donde me recordaban mi contraseña para accesar a la cuenta de mi blog Letras de Luz... como si no supiera cuál es. El o la metiche que ande queriendo ver lo que no quiero mostrar, seguramente no tiene nada qué hacer en su vida aburrida, por eso anda queriendo ver la mía. Eso es lo malo cuando una publica sus poemas -inspiraciones en hechos reales, en hechos imaginados y en teorías, hipótesis u observaciones- a falta de editorial. Ni modo, por algo se empieza, ¿no?

Y la tercera, fueron los resultados de búsqueda de mis estadísticas en mi blog de fusioneterea... pusieron "teléfonos de mujeres saltillenses". Y el cuate -o la cuata, vaya usted a saber- todavía piensa que esta abogada con dotes de escribana va a poner su teléfono... ya bastante tengo con personajes que creen que pueden engañarme con identidades falsas en el messenger, como para arriesgarme a poner mi teléfono, que por cierto, siempre traigo en vibrador, porque sé que nadie llama.

Qué triste panorama... es casi casi como pedir por correo electrónico que le llames a alguien. Es como mandar una carta a tu mejor amiga para pedirle que te hable por teléfono a las seis, teniendo teléfono tú para llamarle. Las relaciones interpersonales, en especial las de pareja, están atravesando una serie de cruciales cambios. Del contacto físico se ha pasado al contacto virtual. El ser humano pensante, digamos, un intelectual promedio, difícilmente creería que esto fuera posible. Pero lo es. La gente prefiere oír mentiras antes de ver una realidad. Y otros prefieren tomar este camino -como su servidora- para expresar sus ideas, porque en vivo seguramente les lincharían.

Así las cosas, me divierte ver el autismo virtual de la que soy objeto, de la que son objeto muchas personas. Conmigo el problema se resuelve apagando mi compu de bulbos -la Reina Pausada, le digo yo- y me salgo a caminar o a vagar por los libros. Pero hay muchos que siguen pensando que esto es su vida. Una vida binaria.

Seguiré haciendo diapositivas. El tema, adquisición del lenguaje en niños, está más que interesante. ¿Sabían ustedes que de bebé, el ser humano trae su "kit" de adaptación a los fonemas y estructuras gramaticales, y por lo tanto son capaces de entender y distinguir fonemas de todas las lenguas del mundo, incluso con mayor precisión que lo que lo hace un adulto promedio? Esta facultad va disminuyendo conforme se va adaptando a los usos del lenguaje de su comunidad.

Chido, sigamos trabajando. Un saludo para el Maikes, el Pinkys, el Caminante, Martín y Sarah, gracias por sus comentarios a mis desvaríos.

Bonne dimanche! Je vous embrasse.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Y el post de la bloggera stricto sensu del día de hoy es...

Bueno, ya dejé un poemilla, ahora, el recuento de este día (¡chale, no puedo dejar de hablar en verso después de hora y media de intensa actividad versificadora!):

1) Desperté porque estaba soñando que lloraba porque me dolía el estómago. Cuando abrí los ojos, el sueño se había ido, el dolor de panza -gastritis marca diablo- seguía ahí. Y luego dicen que la dimensión desconocida no existe...

2) Me fui a la infotecum a estudiar latín con mis amigos. Reímos bastante. No estudiamos nada.

3) Compré unas papitas barcel (goooool!!!) que me dieron alergia (¿?). ¿O sería la polilla de los libros que nadie pela en la infoteca?

4) Presenté mi súper examen de latín: 4 oraciones bien vaciadas (Amice, magistris non honoravisti= Amigo, tú no honraste a tus maestros... ¿mensaje subliminal acaso?) e igualmente complicadas. Apenas llevaba cuarenta minutos y yo me descubrí, por primera vez en mis 25 años, que homereaba grueso: "Mmmhhh, mi carnala llevó pizza... mmmhh quiero muffin de chocolate... mmmmhh, debí comer aunque me diera más gastritis". La ansiedad se apoderó de mí (como que medio entendí a los adictos al cigarro) y mandé a la porra el examen (claro, luego de "pensar" que lo contesté bien) y me fui hecha la madre a mi casa a comer como dios -gringo- manda: ¡¡Pizza, pizza, pizza, pizza!!

5) Vi la tele. Acabé de lavar. Me preparo mentalmente para hacer trabajos de escuela en sábado... y en equipo. Lo bueno es que los tres integrantes me caen chido. Espero que sea recíproco. Lo malo, es que los sábados mis neuronas están ajustadas para otro tipo de pensamiento conductual. En términos breves y simples. "¡¡'É evaaaaah!!!

6) Miro a Brozo. Como que ya me urge que salga el pájaro nené para jetearme. Ando cansada... bien dicen que no es lo mismo los tres mosqueperros que veinte años después. A mis veinticinco ya me dejan exhausta las locuciones latinas. Ojalá que esto se componga... por el bien de mi permanencia en la uni.

7) Estoy divagando en escribir otras cosas. Pero lo abstracto supera lo concreto...

Buenas noches, feliz día del rayo violeta.

Filosofía a las doce con seis...

A mí me va más el silencio preciso
que la verborrea de seres inconexos
enmohecidos
de corazón ensoberbecido
de espejos-corazón-sin sal.

Que los encumbrados se envanezcan
con el olor de antaño
de subrepticios deseos malsanos
de notoria suciedad.

Yo me quedo con el silencio
chispas de luz salen de un par de ojos
así me quiero dormir
hoy los despojos
se quedan afuera
y yo estoy en paz.

Velvetine was not here.

viernes, 26 de septiembre de 2008

Schedule (oh god)...

Examen de latín a las 5:50 PM
Están todos invitados al tremor de hojas de la Marlén.
(las desinencias de la segunda clasificación me traen loca!!!!).
Favor de no llevar panderos de alabanza.
Ya el resto del vendredi seré feliz.

Una frase...mmmhhh

"Now and forever(...)" de una rola de los Beatles (aunque no sean santos de mi devoción -y un rayo migueliano cayó en los dedos de su hija escritoria-).

Réplica a la frase:
Dejémoslo en nao, el forevo está muy lejos.

Duer-ma-sééé...

Déjà vu

Si las piedras/dejaran ondas cuadradas/en vez de circulares/a lo mejor en vez/de tres deseos/pediríamos cuatro/como los puntos cardinales/como ver arena en el asfalto/./

Los mares no guardan secretos/:/cada ola es un rumor de testigos viejos/que veneran sus azules/en el añil de su reflejo/./

Por cada ciudad/hay un mar enterrado/son voces/son los claxon/de salvajes olas que piden a ratos/dormir en los resquicios del templo del olvido/las ciudades puede ser/que a veces/nos maten despacio/./

Pero yo no conozco mejor vicio/que creerme citadina/que sentirme edificio/ser luz de autos antes que luciérnaga moribunda/ser la voz de muchos/ser la anónima que escuchan/ser ventana abierta del tercer piso/ser linterna en lo subrepticio/./

He sido piedra y laurel/,/signo multívoco en papel/tierra roja semidesértica/biznaga de violetas pistilos/;/he sido carne y aire/he sido nota al ataque/recuerdo de un futuro no previsto/./

El déjà vu me queda corto/eso les pasa a todos los citadinos/./

Tomado de la Velvetina.
Cuando dice que tiene muchas canciones por inventar.

jueves, 25 de septiembre de 2008

martes, 23 de septiembre de 2008

¿Cuál es tu pobema?

Anoche al dormir me dirigí a un pasillo laaargo laaargo. Mientras caminaba, rezaba oraciones en un idioma que no recuerdo. Una aflicción me hacía chiquito ese músculo que dicen que palpita y se llama corazón. Muchos cuadros de ángeles niños, desde Mafalda hasta mi propio retrato a los cinco. Al llegar a la recámara principal, me encontré con un niño jugando a los legos.

Me arrodillé, le dije: "Padre, por fin te encuentro".

Y sólo atinó a responderme: "¿Cuál es tu pobema? ¿Quieres jugar comigo a los legos?"

Desde entonces no guardo congoja en el alma: allá a lo lejos, el dios niño sabe que esta vida no es más que un colorido lego.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Otoño

Pues llegó el otoño, así nomás. Como que no me lo esperaba tan pronto, ni tan de golpe y porrazo. Pero aquí está y más vale ponerse las pilas. Total, nomás faltan otros seis meses para que la primavera llegue.

Taciturna que soy, sacaré mi “kit” otoñal: discos del Morrisey, Serrat, Cohen y otros tantos; películas tristonas de todos los tiempos, y salidas por tardes color sepia y una que otra noche con estrellas que jueguen a las escondidas.

Y aún así, el dorado crujiente de las hojas suena romántico. Es como el punto máximo de una relación del corazón con uno mismo.

Una de tractores rusos

Como no tenía nada que hacer, me puse a desenpolvar el librero del cuarto de máquinas. Me he encontrado unos libritos de poesía rusa bien rebanes. Creo que los compró mi jefe, allá cuando la moneda era defendida como un perro.

Le declaman a los tractores y a la hoz. Están chidos. Los nombres de los autores son impronunciables y por lo tanto, intranscribibles.

Luego les pondré unos fragmentos aquí.

Duérmaseeeee, así dice Taurus Do Brasil. Ojalá tuviera efecto sobre mí.

¡Buen inicio de semana! Abrazo-beso-apapacho.

Marfalenfe

domingo, 21 de septiembre de 2008

Nomás por platicar algo...

A esta hora no se me ocurre nada mas que escribir que tengo sueño, pero que no podré dormirme sino hasta las dos o tres porque si no, agoto mi cuota de cuatro horas diarias de buen dormir, lo demás es pura paja: leo, imagino, leo, lloro, leo, medito, leo, veo la tele, leo.

Acabo de leer por tercera vez al Aristóteles. Después de consultar las frases en griego que el bueno del gachupín mamón escribió al traducir el libro, y comparar cómo un acento grave (`) cambia la connotación de una palabra de otra con acento agudo (´), y por ende, cómo le da gastritis al señor, me di cuenta que el Aris -mi buen amigo Aris- era un tipo de lo más clasista: fulanito es malo porque no hace lo que perenganito. Y sin embargo, ya quisiera yo haber ideado su famosa poética, su clasificación de la literatura. Yo más bien la descompondría para rehacerla a mi gusto: patanes contra snobs, barberos contra comprometidos, llanos contra esdrújulos (?), tecnicistas del lenguaje contra sensibles...

Es muy simpático todo este asunto de clasificar cosas y personas. Supongo yo que el hombre lo encontró originalmente constructivo para su cerebro ocioso, y ahora es imprescindible para el buen funcionamiento de una sociedad de doble moral, de doble moneda, de doble tipo de televisión (por cierto, si me llegan a leer los de Más TV, háganme el reverendo favor de devolverme el Fox, ¡carajo!, que no podré ver los capítulos nuevos de los Simpson), de doble tipo de dieta, de esa dualidad que no debería ser tan escindida porque creo que pierde la esencia de totalidad.

Pero es una idea aislada, igual que la que la escribe. Así que no debería tener mucha importancia, creo yo.

Ya me voy, me duele el cuello (qué dijeron, "ya va a decir que le duele la cara") y mis ojos reclaman por una peli de esas del Fassbinder que compró mi carnal.

Ehh, chéquense la "Inciclopedia" (http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Portada). Es lo más absurdamente tonto y divertido que he hallado en los últimos días .Tecléenle Jesucristo, Mahoma, Sexo ("sepso", le pusieron), Barney o Chabelo -si son mayores de edad, ociosos como yo y algo ateos, claro-; verán que varios egresados de letras y otros campos igualmente profundos se gastan sus horas de ocio escribiendo tontera y media.

'Ora sí, ahí nos vemos cocodrilos...

sábado, 20 de septiembre de 2008

La Hurbanohistoria

Yo no conocí a Rockdrigo. Tenía dos años y nueve meses cuando un terremoto se lo llevó. La primera rola que oí de él fue "No tengo tiempo", allá por 1997. De inmediato busqué datos sobre él para conseguir su música. No sabía que estaba muerto; cuando lo supe, sentí que desde entonces el rock de protesta estaba, igual que los sucumbidos por el terremoto, a veinte metros bajo tierra.

Ayer fueron 23 años sin Rockdrigo. Hoy, canal 11 (Poliuritécnico) retransmite la Hurbanohistoria en estos momentos. Si quieren saber la historia que el priísmo y la ortodoxia mexicana ha intentado enterrar, pero que unos cuantos se han encargado de perpetuar, entre ellos su hija, Amanda Lalena, alias "Amandititita", grupos como Naftalina, el mismísimo Jaime López e intelectuales como Carlos Monsiváis, además de un público underground -para quienes somos norteños- y pertenecientes al Mercado del Chopo, que algún día me tendrán como su más asidua visitante.

Que viva el Maestro Rockdrigo. Que vivan las letras que dicen la verdad.

Descanse en Paz.

jueves, 18 de septiembre de 2008

¡Chancachachán!

Después de todo me fue muy bien hoy: a pesar que traía un sueño de la patada (no sé cómo le hice para manejar), en cuanto llegué a mi escuela como que me sentí despierta. Después de todo, fueron un montón de días de juerga.

Descubrí que soy la única capricornia en todo Coahuila que es altamente emotiva: estoy enamorada de mi escuelita y ya trato a mis compañeros como si fueran mis hermanitos. Es imposible ser de otra manera, conmigo siempre la cosa esa así: maternal, maternal y más maternal.

Me reí con las ocurrencias de mis compañeros, tengo que reconocer que tienen el buen corazón de seguirme la corriente con mis frases ácidas. Hay un grupito de seis chicas a las que admiro mucho porque están bien huerquillas y le echan muchas ganas a lo que están haciendo. Tres de ellas son foráneas y las otras tres son saltillenses, pero con historias muy profundas y una sonrisota como el mismo sol. Lo dicho, las mujeres son una chingonada.

También tendré un tutor... dicen que es un programa de la escuela o algo así. Me dio gusto que fuera mi profe de hace uuuuuuhhh, Octavio, porque es a toda madre, neta.

Y para rematar... chancachachán... el profe de redacción no jue a la escuela. Así que no tengo tarea de su materia para este fin de semana ¡¡¡¡¡y soy feliz!!!!! Porque así podré estudiar para mi primer examen. Tengo puntos acumulados por ser una maestra justa, así que pediré una parte para el martes. No, mejor estudio.

Un abrazo a todos los que me han seguido. Ayer conocí en persona a Martín Molina, un amable lector de las tonteras de su servidora. Martín, quedamos pendientes con lo de los escritos. Se siente chido platicar con quienes te soportan en vivo y en directo. Ojalá que muy pronto pueda ver a tantos otros que sé que deambulan por aquí, pero que he respetado su estado "agrónimo" porque me escriben a mi correo.

Un abrazo y un besote. Sé que mis compañeros de letras nunca lo leerán porque no conocen la existencia de este blog, pero si supieran lo feliz que me hace ver su vitalidad y sus ganas de ser distintos a lo que ahora vemos, entenderían por qué los quiero tanto.

Que alguien me cuente un chiste...

Porque traigo un sueño de la fregada: anoche, cuando me disponía a editar mis textos insufribles para entregarlos hoy, a mi adorada compu se le ocurrió dejar de funcionar, primero con el internet, luego con el word, después la impresora y al final toda ella...

Me dieron las tres y media tratando de granjeármela. Y no logré nada. Preocupada por no tener computadora hoy, no dormí bien, así que parezco zombie.

Quiero un clon que vaya por mi a la escuela (no que me recoja, sino que vaya en mi lugar)... hay cosas más chidas que hacer, como darse otra vueltecita a la feria del libro, sobre todo ahora que no puedo entrar a la infoteca porque extravié mi credencial... Ñoña de mí.

Sale, si se me ocurre primero el chiste a mí, lo publico primero.

martes, 16 de septiembre de 2008

El tres de cuatro

Posteo esto porque es una catarsis personal. Me siento mal conmigo misma por escribir esto. No me gusta hablar de temas tortuosos, y sin embargo, esta era la tarea. Que los niños estos me perdonen por haberles dado una madre así. Y que las madres me perdonen por ponerlas en este papel... ojalá que deveras no exista ninguna.

Debo confesar que hice otro que hablaba sobre los decapitados de Yucatán, pero no lo terminé bien porque me dieron muchas náuseas. No es justo tener que escribir sobre temas que a uno le incomodan. Esto no es arte, esto es totalmente aberrante. Y sin embargo, estoy en la escuela de letras .

Si no quieren leerlo, mejor. Buenas noches a todos. Un beso con corazón a quien me lea.

¡QUE VIVAN LAS VERDURAS!

Por Marlén Carrillo Hernández

Me gusta que mis hijos coman verduras. Sus caritas de infelicidad son lo más importante en mi vida: si les doy chayote, fruncen el ceño; si son zanahorias, una ligera expresión nauseabunda se dibuja en su rostro de pequeños diablos.

No me vean así. Son unos pequeños diablos. Sólo al diablo se le ocurre mandarme a mis dieciséis al primero. Tengo veintitrés y una carrera como bailarina en la basura. Por eso me gusta tanto darles verduras. Cuando oigo sus vocecitas diciéndome: “No mami, por favor ya no nos des más berenjena cruda, prometemos ayudarte a limpiarla mejor la próxima vez”, siento como que la vida se reconcilia conmigo: ellos son infelices por un momento y yo, la reina de la felicidad.

Si ellos me dicen que odian el tomate porque les da picazón en su cuerpecito, con mayor agrado se los agrego en su comidita. Si va crudo, mejor: ver cómo se rascan sin parar es mejor que ver las comedias de la televisión. De postre siempre trato de darles alguna cosilla de sabor singular para que vayan aprendiendo lo amarga que es la vida: cebolla con azúcar, ajo con miel y limón, acelgas con cajeta. Desde luego que todo con moderación: yo les digo que no quiero tener niños obesos en mi casa, porque de inmediato los odiaría como al peor de mis males. Y se ponen bien prestos a acabarse su manjar del día.

Don Andrés, el de la verdulería, siempre me anda presumiendo con el resto de las vecinas. “Si vieran a Mariquita, les daría vergüenza alimentar a sus hijos con pura porquería esa de la calle. Sus hijos están flaquitos pero macizos. Bien chapeaditos, bien sanitos”. Lo que no sabe, es que cuando terminan de comer, como siempre tienen ese rictus con indicios de vómito, yo les pellizco los cachetes y el gaznate para que ni se les ocurra siquiera pensar en vomitar. Después de todo, me costó harto trabajo pelar las papas sin cocer y rellenar los chiles poblanos con verdolagas crudas.

También les parto sus rabanitos a diario para que se los lleven a la escuela, y por las mañanas, antes de que se vayan, les doy su buen licuado de alfalfa con germen de trigo y un poquito de ajo, para que se despierten y la maestra no le sufra dándoles clases… ya de por sí tiene que aguantar el bajo coeficiente que heredaron del idiota de su padre.

Para mí, los días más esplendorosos son precisamente los miércoles de verduras: todo me sale a la mitad, y así tengo todo por partida doble: comida, sentimientos de satisfacción, y la sensación de que el tiempo se pasa pronto, semana a semana, porque los miércoles de verduras me entienden perfectamente: ya llevo así siete años, qué tanto falta para que estos escuincles del demonio se larguen de una vez y para siempre jamás… Perdón, es que también quise ser actriz y aún recuerdo los parlamentos de mis personajes: puras mujeres tristes, como yo; víctimas del destino, como yo; abandonadas, también como yo…

Definitivamente, Dios no estuvo a mi lado cuando concebí a estos engendros, pero sí que está del lado de los campesinos, de los verduleros y de los supermercados, porque en su existencia veo la manera de arruinarles la infancia a mis pequeños diablillos; en ellos he encontrado un sentido a mi vida: sin las verduras, estoy segura que mis hijos serían más que felices…

¡Que vivan las verduras!


El cuatro de cuatro

Aquí va el cuarto. Lo he hecho más a fuerza que de gana. Ya no sé si estuvo bien o mal. Tenía que hablar del trabajo. No sé qué pensarán... Gracias por leer estas tarugadas.

LA RUTA CINCO

Por Marlén Carrillo Hernández

Las cinco y cuarto de la mañana. Hace un frío que arrecia. La parada de autobús. A ver si la ruta 5 llega a tiempo. El otro día le tuve que pedir al patrón que me dispensara los tres minutos de retraso. Me dijo que nomás porque me conoce desde bien chamaco y porque no le he fallado nunca, ni en navidad.

Estos asientos están cada vez más duros. O serán los años. O a la mejor las dos cosas. Sabe. Pero me duele más la cintura cuando brinca este camión, que para colmo es el que no tiene amortiguadores. Ni hablar. Así hay días, Dios sabe por qué hace las cosas. Además, mientras tenga mi trabajito para pagarme el doctor, todo estará bien. Está a un ladito de donde trabajo. Incluso me sale hasta más fácil pagarle porque de la fábrica me lo descuentan cada quincena. Al principio yo renegaba mucho, porque con ese dinero podía mandar a los hijos a la escuela en camión, en vez de mandarlos a pie. Pero ahora que estoy viejo lo entiendo: uno trabaja para la vejez. Así nos decía don Simón, el padre del que ahora es dueño de la fábrica. Era un diablo con la producción. Pero siempre nos premiaba en mayo con dinero de más. Decía que cuando había agua, nos bañábamos todos, y que cuando no, pos no. Así era de justo don Simón.

Ah que Cipriano. Cada vez más flaco. Dicen que le dio azúcar por el sustote que se llevó cuando vio que se le mocharon el pulgar y el dedo chiquito con la cortadora de aluminio. Yo digo que fue porque su esposa se le murió cuando iba a dar a luz al último chiquillo. No le pudo pagar el seguro, entonces la tuvo que llevar a su rancho, con una partera. Pero la partera estaba medio ciega, cuentan. Y pos no hizo bien las cosas y el chiquillo y la madre se le murieron.

-Buenos días, Jacinto.

-Buenos días mi Cipri, ¿cómo amaneciste?

-Pos todo jodido, pero qué le aunque. ¿Y tú?

-Bien, pero no le hace.

-Bien amolado, dirás. Mira nomás cómo te encorvas, ¿pos qué traes? ¿Quieres ir al baño o qué?

-No, Cipriano, es que me duelen harto los huesos de la espalda. Sobre todo la cintura.

-Yo que tú ya pedía que me pensionaran por cansancio laboral.

-Achis, achis, achis. ¿De dónde acá tú me saliste tan abogado, pues?

-Pos lo oí en la tele. Así dijo el papá de la que sale en la novela esa, la que está bien chula, ¿cómo se llama?

-Sepa, yo hace mucho que no veo la tele. La empeñé para llevar a Rosenda a su chequeo ese que les hacen a las mujeres.

-Bueno, pero algo tendrás que hacer. Aunque el doctor sea el sobrino de don Casimiro y se porte bien con nosotros, pos no me vas a negar que ya no estás como hace veinte años.

-Uy, no, qué va. Si los años no pasan así nomás. La vida le da a uno tremendos porrazos… Bueno, ya estuvo de quejumbres, luego llegamos a la fábrica y ni ganas tendremos de trabajar. Mejor cuéntame, qué dice tu hija, la mayor.

-Nada, ya regresó con el inútil aquel. Le digo que nomás se contentan para tener otro chamaco.

-Pero pos están jóvenes. Acuérdate cómo nos las gastábamos tú y yo.

-Pos sí, Jacinto, tienes toda la razón. Mira, ya llegamos. ‘Ora ni tiempo tuvimos de dormirnos.

Bajarán del autobús. Tomarán sus puestos. Ocho horas y media –para reponer la del almuerzo- sin poder hablar. El ruido no da lugar a nada: tantito que pierdan la concentración y ya se quedaron sin dedos, sin manos, sin brazos, sin trabajo. Si no hay trabajo pendiente, saldrán temprano, justo para agarrar el camión de las tres y llegar a su casa como a las cuatro. Luego, cada quien a sus vidas: Jacinto irá a cortar césped en las casas. Cipriano hará figuritas de madera con sus ocho dedos y los irá a vender. Casi nadie se los compra. Cipriano sabe que es pura terapia ocupacional.

El despertador. Las cinco menos quince. El viento arrecia fuerte por el portón viejo de madera de la casa de Jacinto.

-Qué raro-, le dijo Jacinto a su mujer. –Estuve soñando toda la noche que me preparaba para trabajar, que en el camión me encontraba a Cipriano y que me ponía a trabajar… ¡Ay, Dios! A ver si me pones sueños más interesantes que éste.

El primero de cuatro

Este es el que quiero mostrar. Y si soy cursi y perversa, pues qué se le va a hacer. Mientras no mate cristianos, todo irá bien.

Gracias por leer mis letras.

EL DOMINGO

Por Marlén Carrillo Hernández

Moriste un miércoles 30 de enero a eso de las tres y media de la tarde. Ya no escuchabas. No tenías abiertos los ojos. No veías ni olías nada. Un respirador artificial nos hacía creer que tu corazón latiente era la prueba de que aún podías volver. Pero moriste. A las tres y media de la tarde un miércoles 30 de enero. Los tres estábamos dormidos en la sala de espera. Tía Rosa te sujetó la mano mientras te cantaba una canción de cuna.

Te velamos. Yo me sentía en otro planeta: el gachupín erguido de mis días de infancia fue suplantado por un viejito con corbata roja nueva, enfundado en un traje gris. La sonrisa perfecta, era una burla a tu ácido sentido del humor. No, definitivamente no eras tú. Tú te habrías reído de ti mismo si te hubieras observado desde lo alto, tal como lo hice yo.

Te llevamos a la iglesia. Canté como en mis días de colegiala católica. No comulgué. Tú me enseñaste a no hacerlo. La vida también me enseñó a confesarme con mi propio yo, antes que con alguien más. Todos lloraban. Yo no. No estaba ahí. Estaba en los días que pasamos juntos en los bosque de Mazamitla, o en la plaza principal de tu ciudad natal, Zacatecas. Estaba en las piñatas del 31de diciembre, en los niños que mandabas traer para que me festejaran aún sin conocerme previamente: el ser el gerente general de la CFE te daba ciertos privilegios, como el tener cajas enteras de cigarros Raleigh para ti solito y para mi posteridad sin padre a mis diecinueve años. Estaba en los paseos a la Alameda, en los juguetes que me comprabas domingo a domingo para que yo no llorara por no verte el resto de la semana: cuatro domingos al mes no son suficientes para una ausencia de toda una vida.

Te llevamos al panteón. Ahí te cremarían. Ya no supe qué fue de ti. Sólo supe que no tendrías cajita especial para ir a platicar contigo cuando el amor me mandara a la fregada, cuando los demás me hostigaran. Cuando no supiera saber qué hacer y quisiera preguntarte qué harías tú en mi lugar.

Pasó el jueves y también el viernes. El sábado fui a presentar un examen oral a dos grados bajo cero y sin nada en la cabeza. Obtuve cien, cincuenta por valiente y otro cincuenta por compasión. Muchas manos y muchos brazos me rodeaban y me acariciaban la cabeza. Yo me sentía el Santo Niño de Atocha en el día de su celebración: toda baboseada por besos de feligreses hipócritas, toda manoseada por almas con penas que no saben expiar.

Llegó el domingo. Me bañé a eso de la una de la tarde, igual que siempre. Me arreglé, me puse el suéter que me regalaste en mi cumpleaños número diecisiete, que combinaba perfecto con el anillo de amatista de mis dieciocho y el reloj de mis diecinueve, que al dar las 12:30 PM, la hora en que nací, cantaba, como por arte de magia, el tema “Chiquitita”, de Abba, el único tema de la agrupación melosa que sabías me gustaba por su letra. El tema que me tocaste por teléfono el último día de mi cumpleaños que pasamos juntos.

Me senté en el sillón individual, que da justo enfrente a la puerta principal. Tomé un libro y lo empecé a leer. Dieron las cuatro de la tarde. Me cansé y me senté en el de dos piezas, como lo hacía cuando llegabas por mí y te esperaba a que te tomaras algo antes de irnos a pasear. Dieron las seis y media. Volteé a ver el teléfono: quizás te habría llamado Samuel y te habría invitado a pescar a Tampico… No, no era lógico porque hacía un frío de la fregada. A lo mejor te habías enfermado. Pero no, tú eras un escorpión de nueve vidas y siempre tenías una de repuesto.

Dieron las siete y media. Me recosté en el sillón de tres piezas, la cabeza donde te sentabas y los pies dando al televisor. No llegarías, estaba muy claro.

Y así fue cuando entendí por vez primera que te habías ido para siempre.

El segundo de cuatro

En éste se supone que debo defenderme de una calumnia. Ya verán por qué elegí este tema. También espero "subgerencias". Y Vivan mis polainas, ca'...

PD: acabo de editarlo. Tenía fallas sintáticas raronas, propias de las tres de la mañana. A ver qué onda... se aceptan ideas, se los agradeceré.

POR MI NOMBRE

Por Marlén Carrillo Hernández

Soy la hija del Rey Eneo, la mujer a quien desposara por terceras nupcias el hijo de mi dios Zeus y la grandiosa Alcmena. Aquella cuyo nombre ha causado tanto llanto en los ojos de la que habla por haberse convertido en el sinónimo de la más desdichada e ingrata de las mujeres.

Yo no destruí a ningún hombre. Yo no devoré a ninguno de los descendientes del linaje divino del Olimpo, ni a ningún mortal que osara distinguirse de mis labios por la fuerza que en sus entrañas yaciera como el yermo presto para el combate.

Agradecida le estuve al hombre que me librara de vivir atada al río Aqueloo. Amorosa fui con el servidor más grande de la gloriosa Grecia que me vio vivir; tanto como la vehemente fe que deposité siempre en los designios de Zeus y en los oráculos que desde los cielos llegaban a las manos de sus mortales va­sallos. Sopesé la ausencia de mi hombre a causa de interminables batallas libradas por él mismo y por causa de su honorable estirpe, mitad humana y mitad divina. Como se sopesa el abandono en tierra extranjera por su errante hombre, que de errante lo tenía todo, incluyendo el corazón.

Sépase esta audiencia presidida por Zeus, que miles de años ha esperado esta mujer para confiarles que sólo ha sido indigna por faltar a la ley de Plutón y no esperar a que el último de sus respiros llegara con la brisa natural de los días y las noches. Que mi corazón estalla de tristeza desde el día nefasto en que la traición de mi marido Hércules traspasó el umbral de mi palacio, cuando la lozanía de aquella flor de la desolada Ecalia, bajo el nombre de Yole, llegó a perturbar mi lugar como la única esposa del más fuerte de los hombres, provocando la congoja de mi corazón afrentado. Porque no hay peor desgracia para una mujer entregada en corazón y alma a uno sólo que saberse despojada del lecho, del pensamiento y del corazón de quien por mujer la hubo desposado tiempo ha.

Nunca terminaré de recriminarme la credulidad con la que unté con sangre envenenada creyendo que era un filtro de amor aquel esplendoroso manto que mandé entregarle a mi hombre, el más noble y fuerte, el más confiado de su naturaleza dual, el más osado entre todos los mortales con la justificada razón de ser descendiente del más alto de todos los dioses de mi patria, en manos de mi lacayo Licas. Nunca sabré por qué hube de creer en las mentiras de aquel centauro, que llevaba por nombre Neso, y que desde lo más profundo del Hades llevó a cabo la empresa de matar a mi noble marido, urdida idea años antes de morir a manos del ingrato aquel.

Si puedo recurrir mi penitencia, Señores míos, lo haré invocando el efecto que Afrodita surtió en esta vituperada por su hombre y su hijo a la hora de la agonía del primero, puesto que fue sólo el amor de quien en mi vientre sembrara y viera parir una parte de su descendencia lo que quise recuperar.

Fue el amor y no otra cosa lo que me hizo debatirme entre el callar con el mote de esposa sin serlo más por tener en mi propia casa a quien ahora disfrutara de las mieles que otrora yo paladeara, si bien estuve siempre en la zozobra de perderlas no por otra mujer, sino por las manos de mercenarios y guerreros impíos; y el de conducirme atraída acaso por la engañosa magia del filtro desdichado aquel, que sólo me trajo sinsabores y el estigma de ser llamada inicialmente Vencedora de Héroes, para luego degradar mi estirpe de mujer amorosa y llegar a ser conocida como Deyanira, la perdición de los hombres. La que los traiciona y los devora.

Sé que es tarde ya para enmendar la insensatez de mis actos. Pero es preciso que yo suplique ante Ustedes que enmendar manden el mito que sobre mi nombre se desplomó cual rayo de las más temibles tormentas. Porque la que se los ruega no es la única que carga con el maleficio de ser mirada por los ojos ajenos como una mujer desdichada y vil, sino que todas aquellas que fueron llamadas al nacer con mi nombre serán, tarde o temprano, miradas como las propiciadoras de las desdichas que sólo ellas arrastrarán sin ser siquiera oídas en justa audiencia, tal y como me pasó a mí.

El deseo de esta atormentada sierva suya es, que desde ahora se conozca el nombre de Deyanira como “mujer que luchó en el nombre del amor y por él hasta su fin”, y no como hasta este día se nos ha conocido a mí y al eco de quienes penosamente cargan con el destino que llevó su primera poseedora.

Acógeme el derecho que los milenios pesan sobre mi aquejada espalda. Doy fe de mi existencia turbada desde entonces.

El primero de cuatro

Acabo de quitar ese (la pelusita negra) horroroso texto. No soy yo. No es mi estilo. Y tampoco sé cómo darle gusto al ingrato que me califica, porque dice que soy cursi y perversa al mismo tiempo... De lo que estoy segura es que jamás hablaría de mi vida, y menos para un desconocido.
Una disculpa por el lenguaje soez que manejé.

Se aceptan ideas, ¡auxilio! todavía me faltan otros dos escritos por hacer. Trabajar a presión no es mi fuerte, menos si la coacción está de por medio.

Saludos

lunes, 15 de septiembre de 2008

¡Viva México!

Sólo por hoy vestiremos de china poblana, haremos chiles en nogada, compraremos banderitas chiquitas, medianas y grandotas, las colgaremos en nuestros coches, en las ventanas de nuestras casas (donde quede espacio… ahí, enmedio de la calca del censo del INEGI 1990 y aquella otra que dice “este hogar es cristiano/católico” – según sea el caso). Sólo por hoy compraremos cuetes a escondidas de polis honestos que nos multarían y de polis mordelones que nos exprimirían la quincena. Sólo por hoy, beberemos del mejor de los tequilas, compraremos Sangrita de la Viuda y pondremos compactos con repertorio musical que va de Pedro Infante hasta remixes reguetoneros, pasando por Chente, José Alfredo y el Mariachi Vargas. ¡Viva México! Gritaremos. ¡Viva Allende!, ¡Vivan Carranza y Madero (¿?)!,¡Vivan los niños héroes (¿¿??)!,¡Vivan los mexicanos y las mexicanas (o al revés, o en neutro. Da igual)!

Soy mexicana y no niego que me gusta el mitote que se arma cada 15 de septiembre. Incluso adoro los puentes estilo California que nos aventamos: vemos a nuestros jefes, maestros o alumnos un día y hasta les sonreímos al terminar la jornada porque sabemos que no los veremos sino hasta pasadas muchas horas de patriotismo etílico-televisado: Lucerito cantando “Guadalajara” y Pedrito Fernández meneándose al ritmo del “Yo no fui”. Las fritangas (cosa que adoro) son las protagonistas. No se diga los fuegos artificiales: estrellas multicolores, la cara del Padre de la Patria y el verde, blanco y rojo en el contaminado cielo de los capitalinos (de todos los estados de la república). Oigo el Himno Nacional y se me “encuera el chino”.

Y como está muy cerca el “delirium mexicanae”, yo me atrevo a pensar: ¿Por qué sólamente se nos ha enseñado a honrar a nuestra patria un sólo día al año? ¿Acaso la parafernalia del 15 de septiembre justifica nuestros orígenes y nuestro derecho a sentirse realmente mexicanos?

¿Y si en vez de celebrar anualmente el privilegio de ser mexicanos –porque sí lo es, a pesar de tanta cosa triste a nuestro alrededor- lo celebráramos los 365 días del año?

No se me asusten. No quiero que hagamos pachanga todos los días. Me refiero a defender nuestro derecho a ser mexicanos: empezar a respetarnos a nosotros mismos y a los demás. Exigir a las autoridades el respeto a nuestra dignidad como seres humanos, con acciones en vez de velitas multitudinarias –que se ven muy bonitas, pero que sirven de poco o nada-. Exigir que el dinero de nuestros impuestos sea destinado a obra pública auténtica, empezando por centros especializados para atender a las personas con discapacidades, eliminando así la falacia altruista del teletón. Exigir que nuestros impuestos fomenten empleos estables y hogares para niños de la calle. Exigir que los pobres, los indígenas y en general todos los marginados tengan para comer bien, y no sólo fideos a la susanita’s style (véase Mafalda). Exigir que las leyes que hay se apliquen de verdad, no comprar libertades ni derechos que sabemos no son nuestros, ni mucho menos permitir que alguien más lo haga en detrimento de nuestra persona.

¡Que viva México, señores! Pero que viva en serio. Vivir el jolgorio del 15 de septiembre, sí. Pero vivir también la dignidad, el respeto y la obligación que tenemos como mandantes de exigirles a nuestros mandatarios cuentas claras y acciones eficaces. ¡Que viva México! ¡Que viva una nueva realidad mexicana! Nunca es tarde para empezar, ¿o sí?

domingo, 14 de septiembre de 2008

Reflexiones dominicales.

Hace rato me puse a ver unos videos noventeros. De RHCP a REM, pasando por Pearl Jam, Nirvana, Queen, The Doors, ACDC y hasta los mariconcillos de Cold Play. La vida me ha cambiado, bastante. Cuando antes me imaginaba que era parte de las escenas de los videos, ahora soy parte de la escena en la que una mujer de 25 años que mira los videos y se acuerda que quería estar dentro de ellos.

No sé muy bien cuándo aterricé a mi realidad, de lo que sí me acuerdo es que lo hice cuando me sentí segura de que ésta sería lo más parecida a lo que quería tener en mi juventud. Fui una escapista evasionista durante años, siempre busqué un lugar cierto, una realidad más o menos adaptable a mis sueños, para poder "despertar".

No creo en la madurez. Dicen que los que nos dedicamos a escribir (no estoy diciendo si somos buenos en ello o no) tenemos el complejo de Peter Pan. Ya alguna vez mi primo Carlos me lo dijo. Es psicólogo, ahora se hace llamar Alejandro para que no lo confundan con el célebre analista político, Carlos Monsiváis.

Esa vez me indigné. Casi siempre lo que te indigna es lo que sabes que es cierto: te indigna la injusticia porque la estás viendo, del mismo modo que te indigna que te digan tus verdades porque sabes que son ciertas.

Tengo el complejo de Peter Pan. No quiero madurar, crecer o envejecer. Es una lástima que la gente piense "para allá vamos todos". ¿Por qué? ¿Porque nos dedicamos a hacer las cosas que no nos gustan, a veces por sometimiento social, y otras por falta de pantalones?

Encontrarle un lado mágico a esto que llamamos vida es algo que siempre me ha gustado hacer. Cuando la mayoría está mortificada por el fin de sus mundos, yo ando pensando en el amor eterno y en la posibilidad de la inmortalidad a través del arte, o incluso, de alguna fórmula mágica o mística que te lleve a tal fin.

Me caen mal los que se preocupan por mí, por mi estado de absoluta indiferencia ante los cánones sociales. Que se preocupen por sus vidas, yo estoy bien aquí y no he matado a ningún cristiano con ser como pretendo ser. Escribir no tiene nada de extraordinario, es cierto. Pero para mí es lo más importante que pueda haber en este mundo. Pensar es algo sacrílego, pero es lo que me ha permitido entender que la vida es algo más que un montón de reglas y pasos a seguir durante tu estadía aquí en la Tierra. Nunca he sabido de alguien que haya sido enjuiciado después de muerto en este mundo. Y como dice el refrán, "ojos que no ven, corazón que no siente", tengo muy clara la teoría que todo esto de no hablar sola, de no reírte sola, de no pensar por tu cuenta, de no creer en tu propia fuerza, de no inventarte una vida distinta, son puras trampas sociales para que no salgas del montón, para que no sepas respirar el aire que está allá afuera, para que no disfrutes verdaderamente la vida como es: tal y como la quieres tener tú.

jueves, 11 de septiembre de 2008

El experimento

Tengo dos amigos ñoños, igualitos a mí. Uno de 19 y la otra de mi edad. El de 19, Israel, se porta con madre. Es el hermanito que siempre quise tener. Elisa es callada, pero se ríe con las tonteras que decimos el Israel y yo.

Digo que son igual de ñoños a mí porque, cuando tenemos horas libres (los tres revalidamos metodología de la ciencia), en vez de quedarnos tiradotes sacándonos la pelusita del ombligo, o echándonos unas cheves en el Ágoras o el Divino, nos vamos a la Infoteca -donde por cierto, hoy perdí mi credencial de estudiambre... ojalá que la recupere mañana-.

Ir a la Infoteca es algo para nosotros tres así como ir al paraíso: chingos de libros sin usar, letras de todos los tamaños y olores. Información para morirte entre libros y ser feliz sin saber si allá afuera se reinventó la paz o no. Platicamos en intervalos. Generalmente nos pasamos el turno de manera equitativa. El sillón del fondo ha sido testigo de nuestra desnudez psicológica, es como una terapia grupal: los tres ñoños, los tres rechazados en la infancia, los tres ácidos e irónicos, nos reímos con frases hechas a la mitad y la gente que nos llega a oír nos ve raro.

El Israel es algo así como una Marlén a los 22: ávido por comerse el mundo, estudia dos carreras al mismo tiempo, va a todos los eventos culturales habidos y por haber, es voluntario hasta en donde no lo quieren, tiene un montón de conocidos y siempre pierde sus cosas por donde anda. Olvidé decir que adora las artesanías.

Hoy fue a una, que está temporalmente en la Plaza Real. Cada seis o cuatro meses se pone. Cada seis o cuatro meses los mismos hippiosos nos gastamos aunque sean 100 pesos en alguna mensada ( pero bien hecha) artesanal. Yo termino comprando colguijes o blusas de manta. Al Israel le gustan los paliacates tipo "pashmina" (o como se escriba).

Nos dijo muy preocupado a Elisa y a mí que se había comprado un paliacate bien chidote, pero que tenía miedo que se le fuera a ver muy "vaspapú". Le dijimos que lo sacara y empezamos a jugar con él (el paliacate, no Israel). Toreamos. La hice de viejita, Elisa de pedigüeña y él de Arafat. Me dio mucha risa verlo así, es buen actor.

Fue entonces cuando se me ocurrió hacerme un turbante a la Arafat también. Me lo enrollé como cuando me pongo la toalla en el cabello después de bañarme. Se veía bien botana la combinación: cuadros azul turquesa con blanco y las mechas por sin ningún lado de color rojo granate. Si le seguíamos viendo, me veía aún más chistosa: vestido blanco con rayas negras y zapatos de charol rojo. Si hubiera ido a un carnaval, quizá me habría vestido más sobria.

Ambos se rieron de mí hasta casi hacerse pipí. Me dijeron: "¿Cuánto a que no te animas a irte así al salón?". Para ir al salón, uno debe atravesar como cinco facultades, entre ellas las de mercadotecnia (donde están las niñas fresas que visten ropa abercrombie y pantalones levi's), ingeniería (donde hay puro guaripudo chelero y correosón), economía (unos primos ñoños, pero del área de los números) y arquitectura (a esos nunca los he visto porque casi no tienen clases).

Como a mi los retos enunciados con un "a que no" me provocan un impulso por demostrar lo contrario, dije que sí. Aposté un Carlos V, y experimenté algo muy raro:

Al principio me sentí sexy. Así, toda única y estrambótica, había una sensación de libertad que me llevó a la sensualidad y el erotismo, no sé por qué. Pero conforme fui llegando a la facultad de letras, comencé a sentirme fuera de lugar. Y le dije a Israel: "Güey, me cae que esto es un experimento. Voy a ver cuántos se sordean cuando me ven, cuántos me saludan hipócritamente y cuántos se burlan de mí".

Los cinco primeros que vi fueron unos chavos de séptimo. Me saludaron igual que siempre, pero como con penilla. Lo cual quiere decir que el 80% de las veces que me han saludado ha sido igual, es decir, hipócritamente.

Los tres siguientes de plano me vieron y se hicieron como que la virgen les hablaba. Esos son de mi salón. Quieren verse muy rockeros y rebeldes. Saludar a una loquita podría echarles a perder el plan de hacerse un lugar entre los darketos de quinto y séptimo: un roquero dark o metalero no tiene compasión evidente frente a los discapacitados o interdictos (tontos). En ese momento yo encuadraba en la premisa.

Los otros dos fueron mis maestros, Octavio (el director) y Gabriel (el de latín). El profe Gabriel de plano no se aguantó la risa cuando me vio como a 10 metros de distancia. Señalándome con el dedo índice, se agarraba la panza con la otra mano, y la sonrisota colgate no le cabía en la cara. Octavio apresuró el paso y dijo: "¡Unos árabes nos invaden!" (olvidé decir que muchos piensan que soy árabe o de ascendencia árabe). Y se agarra a cantar "Osamaaaa, Osamaaaa, Osama en el ciee-e-loo". "Es un experimento", les dije. No me creyeron.

Estaba a dos salones de llegar. Yo me quería quitar el turbante. Pero me lo dejé porque soy muy estoica y quise ver la cara de las de tercer semestre. Ellas sí me saludaron de buen talante y de forma auténtica.

Al llegar al salón, los tres nos retorcíamos de la risa. Después de varios minutos de frases entrecortadas, pude decirles mi conclusión: Es una falacia que quien estudia letras se vuelve una persona con un criterio más abierto. Los prejuicios son inherentes a la persona, y se requieren mil vidas o mil madrazos para poder cambiar lo que no está bien dentro de uno. Una carrera humanista o artística puede ayudar, pero si no te da la gana, no pasará nada.

Fin.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Y sin embargo me duele

Todo el día me ha dolido la panza. Traje náuseas y vómito. Me duelen los huesillos.
Aquí es cuando una se cuestiona si ser tan inadaptada vale la pena: no hay quién escuche mis "auch"... qué bueno, mejor para los salvados.

No sé con qué fregados me enfermé. Yo imagino que devolví algún "mostrillo" pululante, creado después de varios episodios non gratos vividos en estos últimos cuatro días.

Iré a ver una peli... no le pondré atención. No tengo mente para ello, hoy de verdad sí me siento mal. Pensaré también en el chingo de tarea que tengo pendiente y en mi apatía por hacerla hoy.

Mañana estaré mejor. Más me vale. No me gusta dar pena ajena.

Buen inicio de semana para los incautos cibernautas que dieron involuntariamente con este texto.