Otra vez al filo de mayo. Otra vez con veinte horas dormidas en diez días. Otra vez quedarse vestida con la falda larga toda la noche. Otra vez trabajos interminables, pérdida de peso, ansiedad: ¿y si no queda lo suficientemente bien? Seis años y una llega al lugar donde dice: "todo es cíclico". La única diferencia, tal vez, es que ahora me ilusiona llegar al final, llorar el gran día como lo hacen las misses cuando ganan. La ocasión anterior era querer llegar al final y no mirar hacia atrás, desnudarse, quemar la ropa, brincarse los cinco años, afuera no hay justicia y yo qué chingados hago aquí. "Aquí hay todo, aquí está la alegría que le debo a Miguel, la libertad que me debo a mí". Y por eso no apagué la luz, como las otras nueve noches anteriores.
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