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martes, 7 de julio de 2015

Reescritura de "Los idiotas" de Joseph Conrad. Revista Tierra Adentro.

Después de varios años de no publicar narrativa, el acontecimiento de hoy para mí fue especial. La revista Tierra Adentro, del Conaculta, me invitó a participar en un ejercicio narrativo de rescritura. Se trata del cuento "Los idiotas", de Joseph Conrad. Qué puedo decirles, me siento muy feliz.

Y por eso, aquí va el link, para que lo lean cuando tengan ganas y tiempo: 


miércoles, 27 de mayo de 2015

GRACIAS

Qué les puedo decir: ESTOY FELIZ Y ME SIENTO MUY AGRADECIDA. Contar con tanto amor, sentir que reciben a tu niño con tanta alegría, comulgar con una idea llamada celebración todos en esa sala... Vi personas que tenía mucho de no abrazar, me enteré de esfuerzos bellísimos, como el de una profesora en Literatura de la UANE que rentó un camión para llevar a los muchachos a ver la presentación, o el caso de mi contadora que llegó con sus niñas, apenas saliendo de trabajar; a un amigo que vino del df y se dio la vuelta para ir a estar conmigo; a amigas echarse la brincona en sus trabajos nada más por compartir este día tan bonito; a amigos nuevos (pero que ya son parte de mi no tiempo, de mi propia eternidad), familiares, gente del área de la cultura, la comunicación y las artes que en todos estos años me han tendido una red suavecita de amor y cariño.
Recibí regalos hermosos en cada abrazo que me fue entregado con mucha luz de cada uno de los seres que estuvieron ahí para vivir un momento por el que luché muuucho tiempo. Recibí un labial y una caja de pan de pulque. Recibí también el regalo extraordinario de mi casa Radio Tecnológico Saltillo, que transmitió la presentación por radio y me dio el honor de conocer a sus directivos, así como de ver a mis compañeros congregados, echándome todas sus porras con mucho amor.
Contar con la presencia de mis dos presentadores me emocionó, y me parece que sus palabras, aunadas a tantas muestras de apoyo y alegría, fueron las detonantes de una emoción tan sublime que hasta ahorita continúa muy latente en mi corazón. Soy chillona de clóset, pero les juro que hoy sí traigo los ojos mojados de alegría.
Gracias a mi familia que hace hasta lo imposible por ayudarme a alcanzar mis anhelos, llora conmigo en mis tragos amargos y celebra con cohetes a la luna cada vez que les platico (u observan por sí mismos) que la vida me entrega episodios maravillosos, como el de esta tarde en la Sala Alejo Carpentier. Gracias a mis amigos cercanos, a mis maestros y angelitos de la guarda (uno de mis presentadores me salvó la vida, literalmente; la otra me envolvió en sus alas y me permitió tener mi libro al fin, y así podría contarles muchas historias más, pero no terminaría).
Me siento cansada, pero de un cansancio feliz, bonito, ¿saben? Es como cuando voy a bailar por horas y siento que la tierra me vibra bajo los pies para entregarme todo su amor. Iré a dormir, aunque de verdad no quisiera que este día se acabara. Por eso voy a poner toda mi felicidad en un puño de estrellas, el que sea, porque de ahora en adelante, cuando vengan las pesadillas que a veces la vida nos regala, recordaré que hay sueños lindísimos, como el que viví hoy.
Les dejo un abrazo con mi corazón.

martes, 26 de mayo de 2015

Rapsodia del Aire, hoy

Después de mucho andar, de decir demasiado y equivocarse, de no decir nada y dejar que mejor hable por ti lo que afuera quiere hablar; después de permitirle a mi silencio hacer lo suyo y volver a escribir, esta vez más desnuda y vulnerable, llega mi primer libro. Lo había presentado hace dos meses, pero para mí la presentación de hoy es la buena. Espero la compañía de mis grandes amores, los que ya no están, los que me rodean con sus brazos hasta formar una red suavecita de pura ternura, mis anhelos, mi dicha, la parte de mí que siempre ríe. No espero de mi libro más nada, él ya llegó, dándome la felicidad más bonita del año. Agradezco que haya llegado a la edad que tenía mi mamá cuando me tuvo: para mí, más que un libro, es un hijo. Por tanto, no pretendo que vengan a mí los aires de elogios que construyen casitas para las divas ni mucho menos deseo el fulgor de los aplausos acartonados. Sólo deseo que convoque a la gente que sabe todo lo que dejé para vivir mi sueño, el ser literata, el ser más amante que esclava de la poesía y la literatura. Sólo deseo que me llene de flores las horas, casi igual a cuando mi mamá iba por mí al kínder y me giraba con su falda palo de rosa, floreada, indicándome que todo estaría bien. Sólo deseo que mis muertos me perdonen y sientan lo mucho que los amo, que mis hijos no nacidos hoy me canten muy fuerte, que Dios esté conmigo escondidito en la libreta pequeñita donde hoy no escribiré nada, salvo que fue el día que soñé hace nueve mayos...

Salvo que los sueños y visiones que uno tiene de joven son realidades que se alcanzan, no importa si llegan a tus ochenta y dos años. 

A quienes lean esta entrada, y puesto que creo en la capacidad del universo de converger puntos de espacio y tiempo, ojalá bailen conmigo esta Rapsodia del Aire. Me hace el regalo de presentarlo el ser más sabio, absoluto en su sencillez y sensibilidad, noble y abierto a los defectos del mundo. Me refiero al poeta Javier Acosta, mi maestro en mil cosas, pero sobre todo en una: se viene a escribir poesía no para maldecir al mundo ni para juzgarlo, sino para entenderlo a partir del mucho o poco amor que se tenga dentro. La lectura corre a cargo de mi otro amigo Víctor Antero Flores, el también eterno rebelde que aboga por la literatura que se hace por amor y pasión, más que por ganar un premio o un aplauso de cobre. 

El oro del poeta, del escritor, no son los aplausos, son la materia viva en la mirada de quienes te leen, el tiempo a favor o en contra que te regala momentos para perdonar y escribir; para amar y escribir.


miércoles, 13 de mayo de 2015

2 años de Kaleidosónico 2

Estoy más nerviosa que Joselito el día de su primera comunión: un miércoles com hoy, pero del 2013, inicié mi viaje radiofónico, y debo confesar que ésta es una de las experiencias más gratas que tengo en la vida. No sé cuántos en verdad me escuchen ni si los duermo o no (a veces siento que me subo a la cátedra a platicarles de cosas interminablemente aburridas, pero luego recuerdo que para mí esos temas son la vida y se me pasa -como dijo la Rana René-). Amo estar en contacto con la gente, con el sonido, con las palabras pronunciadas a través de un micrófono, con su propia música. Amo la radio.
Desde chiquilla era afecta a grabar mi voz en cuanta grabadora tuviera a mano, digamos que era una cosa, no sé si argentina o de elevada autoestima, el caso es que mi papá me regaló un día del niño de 1989 una grabadora norteamericana, Phillips, roja, con la panza amarilla (era la bocina). Canté, conté cuentos, hice mis propias crónicas del mundo. Era una maravilla y sigue siéndolo, está entre esos juguetes puente que te van adivinando lo que serás de grande, por mucho que durante un tiempo me negara a hacer esto: cuando llegué a la adolescencia y estaba indecisa entre unas ocho carreras por escoger, mi padre me dijo: "Hija, hablas mucho. ¿Por qué no te haces comunicadora?". Pero yo no estaba para hablar ante la gente y supongo que por eso lo descarté y me dediqué a ser otras cosas. Sin embargo, la vocación llama, y afortunadamente me he encontrado en mi camino (gracias a Dios por ello) a amigos muy especiales que me han convertido mi sueño en realidad. Ricardo BersosaJen PlataDaniel EsquivelAlejandro Roal,Carlos Tolentino, Mario Aguirre Jr.: Gracias. Por aguantarme. Por perdonar mis comentarios apolíticos en épocas electorales (siempre es lapsus, lo juro). Por hacer de mi programa un regalo especial en cada emisión, hecho a las expectativas de mi imaginario personal. Por ayudarme a poner la música. Por grabarme a deshoras cuando no puedo ir en vivo a Radio Tecnológico Saltillo, mi casa.
A los pocos o muchos que me oyen: Gracias. Probablemente algunos piensen que mi idea es ir a adoctrinarlos en los temas de los que hablo... Si en verdad supieran la cantidad de veces que salgo con la lap y los libros bajo el brazo anonadada por el tema que acabo de descubrir, tal vez entenderían que para mí, cada miércoles a las 18 horas encuentro mi momento para conocer de la mano de los megahertz las otras caras de lo mismo, para descubrir y no dejar de asombrarme ante las maravillas que pueden hacer y deshacer los hombres.
A los autores, los vivos y los muertos: Gracias. Su vida creativa hace de mí una mujer que crea aún en este mundo, que lo ame, que agradezca estar en él.
Gracias a mi familia por todo su apoyo, desde la fonoteca de mi hermano hasta el freecorder con el que a veces me doy el lujo de desafiar a la mercadotecnia y bajo canciones que sé que mi ciudad se merece, porque en el fondo es una idealista, como yo. Y gracias a Dios por tenerme tan consentida con esta vida que vibra de nervios cada semana a la misma hora, minutos antes de empezar un nuevo mandala sónico.
Los espero hoy miércoles en mi programa del segundo aniversario.Kaleidosónico Programa Xhins, es mi regalo reversible: para ustedes y para mí. 18 horas, http://its.mx/2014/xhins/

domingo, 8 de marzo de 2015

Más que celebrar un día internacional de la mujer, a mí me gustaría vernos todo el año respondiendo íntegra y sabiamente los retos que nos impone el patriarcado... pero más, ante las intolerancias que hacen que entre nosotras a veces no seamos capaces de apoyarnos y nos instan a irnos con todo contra nosotras mismas, para beneplácito de los hombres. La belleza es un don, más si lo sabemos usar libremente y con inteligencia: nunca será tan eterno como ésta. La inteligencia es un don, pero solamente si se le une al amor. El amor lo es todo, empezando por nosotras mismas: amar es reconocer la imperfección y aún así seguir amando.

No les deseo un feliz día, mujeres, les deseo una vida feliz, un feliz regreso a los orígenes, un espejo que les haga ver lo valiosas que son, más allá de los arquetipos intelectuales, emocionales y físicos que ellos (y algunas ellas que se creyeron el cuento de ellos) les puedan trazar, un libro que las haga verse no como el centro del todo, sino como la solución a lo que el egocentrismo no da, una pintura que les haga imaginar otro mundo, y una melodía que las levante cada vez que sientan que pierden el suelo.

No necesitamos un día para reconocernos, ya tenemos un cromosoma.

miércoles, 4 de febrero de 2015

Programa 80: "Lenguaje en libertad: el Colegio Nacional celebra a Octavio Paz" (audio). Kaleidosónico


PRIMERA PARTE:

https://docs.google.com/file/d/0B1ZAdv7SyYnrUDU3QzBxS3JnbWc/edit

 http://www.driveplayer.com/#fileIds=0B1ZAdv7SyYnrUDU3QzBxS3JnbWc&userId=116770231325542630660



SEGUNDA PARTE:

https://docs.google.com/file/d/0B1ZAdv7SyYnrUDU3QzBxS3JnbWc/edit

http://www.driveplayer.com/#fileIds=0B1ZAdv7SyYnrS0xTSEpDQVEwTUk&userId=116770231325542630660



Kaleidosónico es un programa para Radio Tecnológico de Saltillo que se transmite todos los miércoles a las 18 horas, tiempo de la Ciudad de México, por www.xhins.com y por el 100.1 de FM en Saltillo.

Audio y controles: Mario Aguirre Jr.
Postproducción: Jennefer Plata y Daniel Rodríguez.
Guión, Producción y Locución: Marlén Curiel Ferman.

"Manual del extravío" de Javier Acosta (audio) en Kaleidosónico

PRIMERA PARTE


https://docs.google.com/file/d/0B1ZAdv7SyYnrWUxrQWxLUWxNUG8/edit

http://www.driveplayer.com/#fileIds=0B1ZAdv7SyYnrWUxrQWxLUWxNUG8&userId=118043659975559135014


SEGUNDA PARTE

https://docs.google.com/file/d/0B1ZAdv7SyYnrbGpjX3l6T2FEVlk/edit

http://www.driveplayer.com/#fileIds=0B1ZAdv7SyYnrbGpjX3l6T2FEVlk&userId=118043659975559135014


Kaleidosónico es un programa para Radio Tecnológico de Saltillo que se transmite todos los miércoles a las 18 horas, tiempo de la Ciudad de México, por www.xhins.com y por el 100.1 de FM en Saltillo.

Audio y controles: Mario Aguirre Jr.
Postproducción: Jennefer Plata y Daniel Rodríguez.
Guión, Producción y Locución: Marlén Curiel Ferman.

viernes, 30 de enero de 2015

Manual del extravío, de Javier Acosta (Fragmento de guión radiofónico para Kaleidosónico)



Por fuera soy el perro que te desvela, luna, con aullidos.
Por dentro soy un niño que intenta tararearte su canción de cuna,
tomarte con su mano cada vez más pequeña.

Y adentro del adentro soy un perro más grande
que te lame los pies de mayo en plenilunio.

Y afuera de un niño todavía más pequeño
que te dice su nombre, te besa y no te besa,
te refleja en sus ojos, luna frágil y eterna.

En el momento de crear un sonido, inevitablemente surge el silencio. Entonces, los dos, hombre y nada, se ponen frente a frente, recordando los espejos por donde viene y va Alicia, con y sin su país, la filosofía prehispánica sobre la vida, los infortunios de Narciso frente al estanque, la aberración de Jorge Luis Borges. Únicamente bajo esta dialéctica cerrada que da cuenta del inicio y fin de uno mismo podemos enunciar una palabra que nos dé cuenta, también, del lugar donde estamo, una rosa de los vientos para no perdernos en nosotros mismos. Tan pronto nos ubicamos en el aquí y el ahora, el espejo nos exhibe la cuenta infinita de los aquís y ahoras que hemos sido, o pudimos ser, o negamos ser, o no quisimos serlo. Todos se abalanzan contra nosotros, nos golpean los verbos, nos resuelven las adivinanzas que desde niño nos vamos construyendo: del quién soy pasamos al disfraz de lo que allá afuera, lejos del espejo, somos. 

Pero llega un momento ineludible una hora veinticinco, una hora cuarenta, una hora ochenta y siete, en la que nos descubrimos en medio del extravío. ¿Habremos estado extraviados siempre? ¿Acaso nuestro origen es ese, el extravío? ¿Y por qué verlo ahora y no antes, o por qué algunos nunca lo ven, sino que lo intuyen, y por eso luego andan haciendo guerras (frías o directas)? 

Volvemos a necesitar de un interlocutor. Pero que esta vez no sea la nada, por piedad, decimos. Y tomamos entonces al niño pequeño, al padre muerto, a Dios, a la piedra encantada. A la luna.
De todos los interlocutores posibles, el más fijo y bondadoso, el más imprevisible y cruel, es la luna. Al menos así lo deja ver un hombre Javier Acosta en su poesía, la cual traemos esta tarde con este su más reciente libro “Manual del extravío”, publicado por Mantis Editores el año pasado. 

En mí, cuando te pierdes
sé de verdad
de donde vengo,
adónde me dirijo nuevamente.

Eres un mejor guía
que la estrella polar
o que el lucero,
mi extraviado niño.

[Si andas perdido por mi noche / es más fácil hallar / el rumbo aquel / entre las estrellas.]

En Javier Acosta, el diálogo frente al espejo con la luna lo convierte en una matrioska o caracolito de varios niveles: es él hablando con ella, pero también es él sacando de sí al otro él que vive más adentro, y ese hombre ulterior, al niño y el niño al juglar, el juglar al enamorado de lo inasible, el enamorado a la parquedad de las cosas, la parquedad de sus cosas, al silencio. El resultado, es este poemario que de tan breve en algunos de sus poemas, resulta ser avasallante. No es haiku, aunque muchas veces tenga su ritmo, no es tampoco homenaje a Charles Juliet, aunque sus diálogos y encuentros con la luna se semejen en estructura y sean en parte esa respuesta universal y sin tiempo al que todo artista, sea poeta, pintor o músico, está obligado a decir por la ley de la circularidad. Algo así como los espejos.

Yo sé que voy de una orilla a otra del vacío
y todo lo que veo es el sereno espesor de la tristeza.
Nada reflejará su ojo de agua, pero ahí acuden todos
para verse,
todo en él se contempla,
todo por él circula sin cesar
de una orilla a la otra de la nada.
Sólo el conjunto de la escena es el mudo resumen
de tu eterna sonrisa,
luna que cruzas sobre mi cabeza
esta laguna estigia de la vida.

1. SMOOTH JAZZ 5 - Guarda Che Luna

No todos podemos escribir poesía, pero sí todos podemos cantar. O mejor dicho: no todos deberíamos hacer poesía, pero todos debemos cantar. Pero para Javier ambas cosas le son naturales. Desde sus primeras obras, lo suyo es desestabilizar la permanencia de las cosas, desempolvar los otros sentidos de una misma palabra, la función de un mismo objeto (las tijeras para el sueño, por ejemplo, de su libro “Regla de tres”, ganador del premio de poesía Ramón López Velarde en 2006). Lo suyo es cuestionarlo a uno e irse muy tranquilo con la respuesta bajo el brazo. Un acto de contrición poética donde los demonios son sustituidos por acordes, por máximas filosóficas, por memorias que vienen de otra parte: el uno a uno de sí mismo, algunas veces frente a un monje, como ocurre en su premiado Libro del Abandono, a veces, como en ésta, a la luna.
“Manual del extravío” es, a juicio personal, el poemario que le hacía falta al poeta Javier Acosta para instalarse como plurinominal, en el sentido de que es capaz de nombrar todas las cosas, todos los aprendizajes de una y otra vertiente: había recorrido ya la filosofía, la religión, las leyes, el amor. Le faltaba recorrer el camino de la soledad y de la inocencia. Porque, ¿qué inocencia no está sola en este tiempo? También es el cancionero que le hacía falta al hombre Javier Acosta para arrullar la desolación, la vida que seduce y a veces arroja, la bondad, la infantil galanura con la que uno se acerca a ciertas formas, las de la luz de la luna, por ejemplo. El toque humilde con el que abarca la obra, sello ya distintivo de su autor, nos acerca un poquito en el primer poema, y otro más y otro más, hasta llegar a ese linde donde al fin compartimos su inquietud ante la imposibilidad de amar lo que no debe ser amado con amor común, sino con amor de niño y diosa; es eso: Javier Acosta le canta a Artemisa como si fuera un niño.

2. Ninna Nanna, Francis Lai

Si Federico García Lorca enunció a la luna como todopoderosa y diosa de la muerte, Javier Acosta la viste de novia y de mujer distante, a veces fría, a veces, ingenua y dubitativa. Una mujer sin cuerpo de mujer, que es celosa, aunque no sabe si de sí misma o del tiempo, arrogante, solitaria. La pareja perfecta que se desposa con los diez mil ojos que la miran y al mismo tiempo sigue virgen.
La transición hombre-observador-perro-niño se maneja como una elipsis a lo largo de esta obra: tan pronto la luna le responde con sus quince poemas en el antepenúltimo capítulo, la transfiguración de la voz poética está resuelta a regresar por el mismo camino, pero a la inversa: niño-perro-observador-hombre, aunque claro está que dicho regreso al origen se manifiesta como un periplo del cual no se regresa igual: algo pasa, algo cambia: se fusionan la luna y el hombre, la soledad de uno y otro, se muestra fáctica el indisoluble estado de las cosas: el hombre separado de lo que lo conmueve, la luna distante de quien la adora.

De este modo, Javier Acosta logra darle voz poética a uno de los más famosos arcanos del tarot: la luna siendo adorada por un par de perros que le cantan, le aúllan, le reclaman, le quieren decir algo que no pueden. 


ACOSTA, Javier
Manual del extravío
Mantis Editores, 2014
Hoy 30 de enero, hace trece años que partiste, papá. Sin afán de deificarte, quiero decirte aquí, frente a mil ojos curiosos, que te agradezco en especial tres cosas que me legaste: la primera, los libros de literatura rusa por los cuales yo encontré mi camino, mi pasión, mi virtud y mi devoción; la segunda, tu afición al Cruz Azul (bueh…), y la tercera, la noción que aprendí de lo corta que es la vida y de la imposibilidad de eternizarla. Cuando ocurrió tu transición, comprendí que no había tiempo para perder el tiempo, de modo que me dediqué a vivir muchas vidas dentro de esta que tengo: he sido cuanto oficio me ha venido en gana, he estudiado cuanta materia me ha seducido, he enseñado bajo la regla de que lo que se adquiere se debe transmitir a otro sin afán doctrinario, más bien por el hecho de merecer aprender más cosas. He cuestionado y he respondido. He dado de todo y con todo y también he recibido de todo y con todo. He amado. He sido amada. He soñado. Me he defendido, jamás he arrebatado. He ganado y he perdido. He volteado mi mundo por el simple gusto de volverlo a enderezar (y así sucesivamente). Los extremos han sido mis cómplices; los colores intermedios entre el negro y el blanco, mi razón de ser y mi fortuna. Y sobre todo, papá, nunca he perdido mi tiempo. Si un día hubiera la necesidad de entregarte mis hermanos y yo algo que constate nuestro amor por ti, supongo que te diría lo siguiente: soy una mujer feliz, loca y plena. Tengo cuerda e hiperactividad para rato (sólo así podré cumplir todas las cosas pendientes de mi lista que hice el día de tu partida, más los mismos verbos que te enuncié pero en tiempo futuro, nunca subjuntivo). Estoy contenta y realizada, papá. Y te agradezco mucho la parte que te corresponde por esa alegría, que creo yo, se basa en la decisión de dejarme libre para hacerme no como mejor pude, sino como mejor quise. Nunca he creído en la muerte como un acto de desesperación ante la inevitable ausencia que queda, sino más bien como un acto de continuidad de una fiesta puesta en escena. Porque esto es la vida: una obra de teatro que trata de una fiesta sin fin y con altibajos. Así que dime: ¿cuentan con spa y esas cosas deliciosas y libres de impuestos? Debe ser así, si no, qué chinga estar nada más viajando de estrella en estrella (aunque pensándolo bien…). Te quiero, papá, feliz nuevo cumpleaños.

domingo, 11 de enero de 2015

A la espera de la desapaarición de los géneros literarios... Corrijo: en plena labor literaria, Pangea de las Letras.

viernes, 9 de enero de 2015

http://www.voltairenet.org/article186413.html

http://www.voltairenet.org/article186413.html

jueves, 8 de enero de 2015

Lamentable, que el mundo tome las tragedias como un elemento más de la dinámica de las sociedades de consumo. Ayer fue Ayotzinapa, hoy es Charlie. Las redes sociales no mienten:más que una sociedad profundamente herida e indignada por las acciones que nosotros mismos emprendemos contra los otros -a imagen y semejanza de la ley del depredador-, somos artículos de mercado que seguimos temas de moda, sólamente para seguir vigentes. Lo que urge es salirse de aquí y enfrentar las injusticias, razonar las necesidades sociológicas, inventar una nueva filosofía a partir de la cual se deriven nuevas formas estaduales, nuevas maneras de convivencia sociopolítica, nuevas estrategias económicas que no estén supeditadas a los paradigmas actuales, que ya se ve cada día nos utilizan más y nos eliminan mejor. Las redes sociales son para decir buenos días, enviar un gesto de esperanza, decir banalidades. La realidad está afuera e, insisto, la tomamos como un hash tag. Lamentable.