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martes, 30 de abril de 2013

Café & Payaso

Morelia. Una hora cualquiera de la mañana. Un payaso me sirve café mientras recibo la feliz noticia de las campanas, su dulce gesto asentado entre las gentes. 

Me pregunté desde cuándo habíamos dejado la risa en libertad allá en Saltillo...

No hace mucho, me dije. Aún era adolescente cuando sus gritos se escapaban por los grifos del viento y el tiempo. No hace mucho, el tiempo divino es más inmenso que este padecer. Quizá un simple desliz del dedo cordial para girar la página, brincar a una nueva, reescribirla si ya estaba predicha. Algo, excepto empezar a endilgar acusaciones y apatías.

La culpa no es toda de la violencia, es también de nuestra terquedad de convertir la arena en oasis. Los nómadas mueren cada vez que sus sedentarios de artificio se obstinan en creer que caminar en sentido contrario a las líneas de Natura es lo correcto, lo salvable. Y la culpa en reaidad es nada, apenas un granito de sal haciendo cosquillas en el pensamiento humano. La culpa es chaparra ante la piedad.

Me dan ganas de llorar, pero no de tristeza. Hay una mezcla de alegría desbordada en mí que pugna por otra cosa, otro sueño. Sí, eso, otro sueño: somos mariposas soñadas por alguien. Tendré que ir a visitarlo para rogarle que, así como a mí me dio esta pausa (espero prolongada) de alegría en mis huesos (amor, básicamente), así también les abra las puertas del cariño a mis hermanos. 

Morelia. Una hora cualquiera de la mañana.

sábado, 27 de abril de 2013

Foro de consulta

Emprendurismo, nuestro primer reich, las filas de sombreros descendiendo de un camión: que haya esperanzas en las palabras, litros de leche podrida para nutrir a nuestros hijos. ¿Podemos jugar..., sí? A ser razonables con el desecho, coser la muñequita rota y cantar aleluyas. 

Me habría asustado, puesto en posición de ataque, lista a romper los muros... ¿Hay caso de romper lo que ya está fragmentado?

En la finitud de nuestros corazones, átomos de una gran estrella solar, nos miré a todos y decidí cantarnos: hermano, te quiero, nos quiero. Jamás nos dejaré de querer. 


jueves, 25 de abril de 2013

Amado himno solar, bienvenida tu música. He abierto las puertas de mi corazón de par en par. Muéstrame el camino.

Escribo abiertamente te quiero y no le temo al mundo, más bien, lo perdono porque ellos no saben de nuestra abierta risa. Escribo te quiero y sé que esas palabras me acotan el alma. Por vez primera el lenguaje es lerdo, habría que pedirle auxilio a tu música. 

Sesenta días y ya traigo tu sinfonía adherida a mi alma.
Libre de mí y las cenizas y su erosión, se cierran al fin los ciclos. Esperé seis meses de silencio y al fin recuperé mi propia letra.

No más, Tigre. Extinguimos la selva.

Gracias por lo que me diste. No necesito recordarte lo que significaste aquí.

Que tengas siempre luz. Algún día pararemos a intercambiar las cartas de la vida.


Jacarandas instaladas a las siete con cuarenta y cuatro en mi cuarto.

Gracias por tantos besos de sol.

lunes, 22 de abril de 2013

Palabras de abril

Me gustaría decirles a todos los que conforman mi vida (en todos los aspectos) que no hay mejor regalo para mí que la verdad. No dejaré de amarlos, soy una imperfecta con ganas de construir los días sobre la sinceridad. El mundo brillaría a su ritmo si la verdad fluyera y los prejuicios se liberaran.

Aprovecho también para decirles a mis compañeros de trabajo que el respeto debería trascender a los rencores. Y que, por todos los cielos, dejen de pensar que la solidaridad es igual a idiotez. 

Igualmente me gustaría avisarle al mundo que no dejo de pensarlo libre, porque precisamente lucho para que al menos en mi cuadrante así sea. A sus ofensores, que ya no tengo nada qué odiarles: el perdón llegó de la mano de la música y la poesía.

A los gobernantes y representantes de los otros dos poderes no tengo nada que decirles, porque no merecen mi consideración. Quizá cuando dejen de serlo, hablemos. 

Y ya para cerrar, quisiera decirle a Dios, que todos los días le agradezco mis manos y mi boca, porque puedo crear y decir las cosas que alivian y embellecen mi alma.

Adiós, Librería Zaragoza

Hace unos días cerró la última librería mítica de Saltillo: la Librería Zaragoza. Lloré cuando me enteré de la noticia, quizá porque sentí que perdía un referente de mi infancia y mi juventud, o quizá porque comprendí al fin que a mi ciudad y su gobierno no les interesa en lo más mínimo preservar la cultura. Si hubiera sido lo contrario, seguramente la librería habría contado con algún subsidio estatal (finalmente, también es una empresa) para asegurar que la distribución de libros y cultura en la ciudad estaba a salvo. De lo contrario, la gente no la habría olvidado (no todo es cuestión de dinero: en Saltillo abunda la apatía por la trascendencia verdadera).

No se trataba, como seguramente sus integrantes comprendieron, de erigirse en un templo de textos universitarios y escolares para mantener la capilla adonde centenares de saltillenses acudimos cuando quisimos abrevar conocimiento. Se trataba, en todo caso, de preservar sus muros y su reducido espacio en aras de ofrecer los libros que librerías como la Educal y la Carlos Monsiváis, por más que lo intenten, no lograrán dar, dado el perfil comercial y su estricto apego a las nuevas e insulsas tendencias editoriales de España y México: en esas librerías, Góngora y Cervantes están en el olvido. Lo que persisten son los best sellers y lo que las mismas editoriales se malempeñan en vender como promesas futuras de las literaturas mexicana e iberoamericana.

No he querido pasar por la calle donde estaba. Estoy segura que si lo hago, sería la primera vez que logre llorar en público. Ni siquiera tuve tiempo de ir a despedirme de ella, de sus encargados (jamás olvidaré las tardes en que me reía con uno de ellos por su facilidad de ponerle apodos a los juristas: Mario de la Hueva, Ignacio Burgués; tampoco olvidaré cómo fue madurando mi atracción hacia el más joven de ellos -era una huerca cuando quedé impactada por su collar de cuero y su seriedad- hacia un cariño fraterno: atestiguó mi paso por tres carreras y, callado, jamás cuestionó mi locura por estudiar metafísica o filosofía; mucho menos olvidaré a su gerente, el viejito más avispado del mundo, lector incansable e insurrecto por antonomasia).

Decir que fue una injusticia es una necedad: el tiempo hizo de las suyas, como seguramente lo hará con otras cosas de entrañable manufactura cultural. Perder a la Librería Zaragoza es, para mí, como haber perdido el brazo con el que estaba segura algún día escribiría mi adolescencia (¿tengo qué explicar que mi juventud fue una amalgama de literatura rusa y corrientes socialdemocráticas en libros del Colegio de México?). Son de esas cosas que en verdad no le perdono a la ciudad.

Pero eso a la ciudad no le importa.

Urge que el gobierno revire y establezca medidas certeras para evitar la institucionalización del saber y mejor fomente su pluralidad mediante un apoyo sustancial (hablo en materia de sostenibilidad económica) a quienes hacen del oficio librero una labor social y  cultural.

Tampoco creo que le importe.

viernes, 12 de abril de 2013

Sobre el relato del mundo

El famoso relato del mundo comienza aclarando que su origen fue la poesía, pero a estas alturas le da lo mismo que lo confundan con la biblia, El Quijote, el Talmud, Nabucco y similares. Las teorías lingüistas y las antropológicas le causan sopor.

Trae los fonemas a flor de piel. En últimos días se encuentra frustrado por la imposibilidad de cantarlos, sólo tiene escenario cuando las llantas y el asfalto rozan sus pieles para formar una melodía de madrugada, o cuando los trenes (los restantes) pasan y se quejan muy quedito de las inequidades del espíritu del hombre.

El famoso relato del mundo nada tiene que ver con los cómics o las series animadas japonesas. No le debe a nadie derechos de autoría porque, en realidad, él nos tiene a todos comiendo de su mano: de terminar tajantemente el capítulo XXI de la segunda parte, nos caería la inexistencia: habiendo cero mentes para pensar a las restantes, el relato del mundo se autoextinguiría como las serpientes que se devoraban a sí mismas en los dibujos antiguos. Y otra vez el silencio primigenio, Hera resguardando su granada para tiempos futuros. 

El famoso relato del mundo se asusta con las notas de periódico. Procura cerrar los ojos ante las ofensas proferidas a los niños, pues su naturaleza es proclive a la furia y puede llegar a escribir hecatombes y plagas. El famoso relato del mundo es asexuado, un día se pinta los labios de carmín en latitudes calurosas y al día siguiente porta su traje azul en otras, despistando a los ejércitos de la autosuficiencia humana. El relato del mundo se ríe de las enciclopedias y piensa que los héroes registrados de cada civilización no poseen un ápice del sentido de las leyes cósmicas. 

El famoso relato del mundo es el primero en burlarse de la fama, se esconde entre las huellas dactilares de las mujeres y los hombres amantes, únicos capaces de entender la razón última de seguir escribiendo la vida.


Triunfo

Cruz Azul campeón, Miguel. Tú sigues teniendo cincuenta y tres y por nuestro equipo ya pasaron quince años desde el triunfo anterior (¿recuerdas? Mundo y tú fumando en el porche tras la victoria).

Ya sé que donde estás no tienes motivos de rabia o inmensa alegría, es un simple ejercicio para soltar la mano en prosa. Es un simple ejercicio para homenajear tu otrora naturaleza humana, me repito, y luego cierro los ojos y me voy a dormir.

miércoles, 10 de abril de 2013

La lealtad comienza por uno mismo: tarde o temprano, la verdad aflora entre la carne, la oración y la circunstancia. La justicia comienza al darse de beber la vida uno mismo para luego asegurarse que jamás hemos de tomar menos o más del vino divino. La libertad se instala al volver a ser el origen de uno mismo; luego, el territorio a conquistar será el cuerpo, después, la inteligencia. El corazón siempre es libre, son los prejuicios los que creen hacer creer lo contrario. El amor inicia con el reconocimiento de la grandeza individual y toma su cauce al reconocer con los brazos abertos la grandeza del otro: la demostración en la materia puede ser fundamental, pero es esencial primero hacer conciente el estado de amor dentro del corazón. Así, nadie sufriría por imposibles y pretéritos o subjuntivos. El respeto es trabajar todos los días por darle armonía a tus hijos (los tengas propios o no), pues lamentable será que envejezcas y sepas que lo único que has engendrado es el fango dentro del irreparable caos. La paz es relativa y tiene que ver con las estrellas.

viernes, 5 de abril de 2013

En el libro del sándalo escribí que todos los dioses hoy jueves se volvieron consumistas, que las huellas del viento escriben un solo nombre, que estoy cansada del momentum y desearía un palacio para mí, un corazón nuevo sólo para mí, hojas y ojos limpios para mí, pastillas contra el furor, la cefalea y el afán de cortarse las venas con galletas de animalitos, un cerebro más relajado y más amante de este páramo ocre que a últimas fechas se vistió de color porque mi alma (la muy desgraciada no avisó) de nuevo está enamorada.