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viernes, 9 de abril de 2010

El reto

Lo reto a usted, señor Slim. Los reto a ustedes, señores representantes del Congreso de la Unión y del Gobierno Federal. Los reto también a ustedes, viejitos sinquehacer de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

No pienso dar de alta mi teléfono celular. No voy a darles mi curp para que hagan de mis datos privados lo que les venga en gana.

Señor Slim, ya lo quiero ver a usted con todos los miles de usuarios que NO compraremos más fichas amigo para llamarles a nuestros contactos. No importa el poder adquirido por su emporio en esta nueva era del Estado Moderno (la tecnocracia a la cabeza de la aldea global). No pienso mover un solo dedo para obedecer esta ley.

Señores del Congreso y del Gobierno Federal: los reto a que se ocupen de cosas verdaderamente urgentes e importantes, como parar este desmadre de violencia, respetar las garantías individuales de cada uno de los mexicanos, darle solución a tanto problema nacional.

Señores de la SCJN, los reto a reencontrarse con su razón de ser como defensores de la justicia y establecer los mecanismos jurídicos para evitar un colapso nacional que erosione las pocas garantías y derechos a la privacidad de quienes habitamos este despeinado país. Un juicio de amparo para casos como éste no nos vendría nada mal...

Los reto a todos ustedes. Yo me puedo quedar sin celular. Total, nadie nunca me llama. Total, ya casi ni salgo por tanta inseguridad. Total, hay cosas más trascendentales por las que debe una preocuparse, como encontrar la manera de hacerles creer a mis alumnos que el mundo seguirá existiendo, a pesar de su reticencia (esa apatía patológica que de vez en cuando me enferma de tristeza, impotencia y coraje) a vivir como consecuencia de su falta de fe en la humanidad. Sí, en la humanidad, ésa que ven en sus caras, en sus discursos, en las mentiras de todos los humanos adultos. En las adulaciones a destajo, en los sinsentidos, en la falta de consensos, en la ausencia de oportunidades para interiorizar las fallas y saber pedir (o aceptar) un sincero perdón; ésa que aparece en las noticias y en las no-canciones y en los discursos con intertextos retorcidos...

Los reto, señores.

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