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jueves, 22 de abril de 2010

El viento

El viento a veces suele confiar en sus poderes y hace de sus mujeres un elemento más de la vaporosa flor de la noche, la que abre cuando no hay quién la mire y su aroma es tan perfecto que los niños pueden dormir bien.

Regalé papelitos sintéticos a la tierra rojiza y agreste en donde no fecunda nada. El viento, mi amante, mi amigo, mi todo, sopló un poema de Byron mientras los hizo danzar alrededor mío. Y yo me sentí flor de Altaír cuando la gracia la circunda.

Después, el milagro: mi volante enmarcó esa estrella cuyo nombre desconozco, y la hice mi cómplice al decirle el secreto que retumba y me hace vivir, porque vivo del corazón.

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