Edmundo tenía trece años cuando aprendió a cambiar pañales y hacer biberones. Apenas salía de los cómics , el Pac Man y las revistas de futbol cuando tuvo que aprender a arrullar y cuidar. Edmundo se fue a trabajar a EEUU para pagar un año de una carrera que no fue la ideal de su hermana menor. Vivió solo cinco años y aprendió el valor de ser padre sin haber tenido hijos propios. Edmundo es melómano y amante de la literatura y las estadísticas. La visión que tengo de la vida y el arte es gracias a él. Lloramos en silencio cuando a nuestro padre le anunciaron muerte cerebral. Reímos de nuestros guiones de películas que jamás llevaremos al cine porque no tenemos presupuesto. Nos reímos del mundo, apostamos al América a pesar de que le vamos al Cruz Azul. Viajamos con las pelis de Fassbinder y nos preguntamos, todos los días a las seis de la tarde, el sentido de la vida tras la monotonía del trabajo. Edmundo es mi hermano, sí. El mejor amigo. Y un padre excepcional. Te amo, Mundo. Feliz día.
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Hace 24 minutos
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