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lunes, 12 de mayo de 2014

No creo en la virtud de las artes como mecanismo para la purificación del espíritu anegado en la absurda convivencia del siglo XXI. Creo en las artes como único país para volver a la virtud: quien crea sabe callar y quien calla sabe observar. La ley divina, las fronteras de la soberbia.

La degradación inminente de las artes como medio utilitario no me desanima. Quienes lo tomen así, fracasarán y ya hemos fracasado quienes respetamos con devoción infinita el lugar de las artes.

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