Hoy 30 de enero, hace trece años que partiste, papá. Sin afán de
deificarte, quiero decirte aquí, frente a mil ojos curiosos, que te
agradezco en especial tres cosas que me legaste: la primera, los libros
de literatura rusa por los cuales yo encontré mi camino, mi pasión, mi
virtud y mi devoción; la segunda, tu afición al Cruz Azul (bueh…), y la
tercera, la noción que aprendí de lo corta que es la vida y de la
imposibilidad de eternizarla. Cuando ocurrió tu transición, compre
ndí
que no había tiempo para perder el tiempo, de modo que me dediqué a
vivir muchas vidas dentro de esta que tengo: he sido cuanto oficio me ha
venido en gana, he estudiado cuanta materia me ha seducido, he enseñado
bajo la regla de que lo que se adquiere se debe transmitir a otro sin
afán doctrinario, más bien por el hecho de merecer aprender más cosas.
He cuestionado y he respondido. He dado de todo y con todo y también he
recibido de todo y con todo. He amado. He sido amada. He soñado. Me he
defendido, jamás he arrebatado. He ganado y he perdido. He volteado mi
mundo por el simple gusto de volverlo a enderezar (y así sucesivamente).
Los extremos han sido mis cómplices; los colores intermedios entre el
negro y el blanco, mi razón de ser y mi fortuna. Y sobre todo, papá,
nunca he perdido mi tiempo. Si un día hubiera la necesidad de
entregarte mis hermanos y yo algo que constate nuestro amor por ti,
supongo que te diría lo siguiente: soy una mujer feliz, loca y plena.
Tengo cuerda e hiperactividad para rato (sólo así podré cumplir todas
las cosas pendientes de mi lista que hice el día de tu partida, más los
mismos verbos que te enuncié pero en tiempo futuro, nunca subjuntivo).
Estoy contenta y realizada, papá. Y te agradezco mucho la parte que te
corresponde por esa alegría, que creo yo, se basa en la decisión de
dejarme libre para hacerme no como mejor pude, sino como mejor quise.
Nunca he creído en la muerte como un acto de desesperación ante la
inevitable ausencia que queda, sino más bien como un acto de continuidad
de una fiesta puesta en escena. Porque esto es la vida: una obra de
teatro que trata de una fiesta sin fin y con altibajos. Así que dime:
¿cuentan con spa y esas cosas deliciosas y libres de impuestos? Debe ser
así, si no, qué chinga estar nada más viajando de estrella en estrella
(aunque pensándolo bien…). Te quiero, papá, feliz nuevo cumpleaños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario