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viernes, 8 de abril de 2011

CURSO TALLER MOTIVACIONAL

Fue un fracaso rotundo. La matrícula del curso taller motivacional "Quién eres y por qué estás aquí" quedó práctiamente vacía al solicitárseles a los interesados en inscribirse una papelería oficial con la cual pudieran acreditar su personalidad. Las respuestas oscilaron entre el no me acuerdo y las posibles tendencias de la moda (algo así como pertenencia a ciertas tribus urbanas). No faltó quien llorara ante la imposibilidad de responder con una credencial o documento similar que validara jurídicamente la proyección holográfica en 3D que normalmente solemos ver en tonos carne y comúnmente denominamos personas. Entre los "sacados de onda" estaban algunos maestros que, lejos de solucionar el problema con acciones prácticas, se desviaron a tópicos clásicos poco efectivos, tales como "soy un marginal y seguiré siéndolo", "mi nombre es Cosmos y vivo en el Universo", entre otros.

El organizador del curso taller, con su talante siempre positivo ante la adversidad, sugirió en el momento cambiar el nombre por "Para qué quieres saber quién eres si ya estás aquí", esperando obtener una respuesta mucho más enérgica y adecuada de los participantes. El resultado fue nefasto: no faltó quien, apelando al más exquisito pesimismo, muy a la Cioran, tratara de convencer al comité organizador acerca de la eficacia de las razones por las cuales evidentemente era mejor no ahondar en el dilema y esperar pacientemente la muerte. Otros tantos prefirieron sentarse y llorar mirando al cielo -mal momento de hacerlo, pues en ese instante El Socrático pasaba y prolongó la posición de los taciturnos mientras arrojaba su apasionado discurso de la inexistencia de las respuestas en el aire-. Hubo quienes debieron ir al quiropráctico, días después, a recomponer su eje óseo. Más tarde, algunos de ellos se matricularon en la Escuela de Enfermería.

Preocupado, el director del Centro de Estudios de Aquello que Olvidamos Preguntar en la Mesa cuando Éramos Chiquitos (CEAOPMECH), convocó a junta con el personal docente del curso taller, y únanimemente (es decir: el mismo que levantó la mano muchas veces) se determinó la reorganización administrativa para darle "cauce y eficiencia a nuestros perdidos, futuros alumnos", pues el objetivo inicial partía, "como ya sabemos, de la falta de iluminación que cada uno de ellos padece. Queremos que sean lumnos, sin la a". Por eso se determinó dejar de lado los trámites administrativos (CURRUCUTUCÚ, 'IJE, etc.) y disponer una serie de preguntas simples, a manera de calistenia mental, cuyo enfoque iba dirigido a la capacidad individual de entender su propio caos existencial. Por lo tanto, el curso se llamó "Quién te crees que eres y por qué osas pensar aquí", pues determinaron que era mucho más audaz y propositivo el impulsar al participante a través del refuerzo negativo-conductual.

Basta decir que el día de las inscripciones al curso taller motivacional, los más quedaron intrincados en una suerte de danza arrítmica protagonizada por sus otros yoes subyacentes, de naturaleza por lo general agresiva. Ni el más new age se salvó de un pellizco.

Finalmente, se resolvió regresar al título inicial, con la eliminación de los trámites administrativos: "Quién eres y en qué forma pagarás el curso (y por qué estás aquí)", ahora sí resultó un éxito: todos respondieron felizmente ante la pregunta con el número de tarjetahabiente que les correspondía. Las matemáticas nunca fueron tan buenas para hacer fluir lo que estaba estancado.

Cabe mencionar que el objetivo principal (por qué estás aquí) se resolvió con dinámicas que redujeron una problemática ontológica de años en simples verbos transitivos, tales como "para pasármela bien", "para mantener a mi familia", "para sonreír y ser feliz".

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