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domingo, 30 de diciembre de 2012

Que treinta años no son nada...

Abrí los ojos: la humedad cesaba y un mundo de sonidos, texturas, colores y sabores me rodearían para tejer mi memoria, que me acompaña desde los once meses. Desde entonces procuro tejer, una noche sí y la otra también, alguna imagen para vestir los días futuros. 

¡Llegué a la década de los treinta, amigos! Muchísimas gracias por tantas felicitaciones, abrazos y bendiciones para este día. Agradezco a todas las personas que me han acompañado y moldeado de alguna manera con sus enseñanzas, su paso por mi vida, su amor, su paciencia (demasiada paciencia), su alegría, su presencia.

Al tiempo, le agradezco el haberme permitido ser yo (o una buena parte de mí) en la década que se acaba de ir y le pido lo de siempre: amor, alegría y saber agradecer lo que la vida me vaya presentando, y claro, mucha literatura y mucho arte.

Por mi parte, procuraré construir recuerdos buenos para llegar a los cuarenta.

Les mando un abrazo cálido con todo mi amor, gracias por existir.

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