Fluir, sólo fluir. Palabra fácil para un anacoreta, un yogui. Para mí, un reto.
Fluir, ver el anverso de la mano y entender que las líneas son los ríos. Acomodarse silenciosamente en ellos hasta aprenderse sus nombres y saber cantarlos con amor y respeto, siempre fluyendo.
Fluir, acaso haya sido el primer verbo olvidado en el mar por el hombre moderno, el de la agenda, el perdido en la segmentación del tiempo, la escala para medir los valores que al final no importan tanto.
Fluir. Después, agradecer. Ya la vida es otra.
Les ports de Belgique débordent de voitures électriques chinoises : « On en
a désormais qui stationnent ici pendant un an, un an et demi parfois »
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Du fait des surcapacités productives de la Chine, qui aspire à capter un
quart du marché européen du véhicule électrique, Anvers et Zeebruges sont
saturés.
Hace 10 horas
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