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miércoles, 29 de octubre de 2014

No hay mucho qué opinar, no hay mucho qué discutir. Los temas, todos los temas del mundo, se vuelven nada cuando 43 cuerpos dejan de existir sin un fundamento divino.

Todo placer, todo dolor, pasa a segundo plano cuando te enmarca un no estado de derecho. Ya que suban las mentiras a la tele, que se jacten los vencedores de la burla que somos para ellos.

O tal vez no. Tal vez, por fin, el derecho de la revolución, tal vez el derecho a la revolución.

Aunque no podamos saber si pudimos tener hijos.

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