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domingo, 12 de octubre de 2014

No hay pugna entre naciones, ni entre gobernantes y gobernados. Hay un profundo rencor de nosotros hacia nosotros mismos por haber intentado ser la supraconsciencia y fallar, caer. Escupimos a la divinidad (olviden la religión, ninguna es completamente buena porque viene del intelecto: la religión es la interpretación intelectual de una divinidad) sin saber que nos escupimos. Al decir que murió la fuerza que nos sostiene, nos validó para pensar y crear. Pero puro caos. Faltó el elemento del amor. ¿Quién ha visto que una teoría filosófica tenga sus páginas enamoradas? Volver a ser en vez de estar es cuestión de poner amor. Pero es que todo esto suena tan cursi, señores... Sigamos escupiendo ideas.

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