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miércoles, 16 de febrero de 2011

ECOS

Nosotros, los estudiantes pertenecientes a la última generación de la Licenciatura en Letras Cibernéticas con acentuación en Español Simplificado, nos mostramos felices de tenerlos de visita en nuestra Facultad.

Somos el primer grupo de homo videns a nivel nacional en mostrar un alto desinterés por la literatura de nuestros antepasados directos (los homo sapiens-sapiens), enfocándonos en construir –sin poner mucho esfuerzo- un modelo infalible para perder nuestro tiempo, creyendo que somos productivos a la vez. Con lo cual, como podrá apreciarse, nos jactamos orgullosamente de ser el primer grupo completamente inmerso en la dinámica del hedonismo nacido tras la multimencionada y nunca descifrada postmodernidad.

Inspirados en la filosofía de Tlön, Uqbar, Orbis Tertius que leímos alguna vez por una coerción teledirigida proveniente de ciertos maestros caracterizados por su intenso ánimus jodendi (y por quedar bien en las charlas etílicas con alguno de nuestros hermanos mayores de la licenciatura), tenemos como misión abordar la experiencia de ser la última de las ondas del eco del grito de apreciación y creación literaria arrojado por los protoestudiantes de la primera generación egresada de esta Facultad, así como hacer realidad la cosificación de la estupidez en su máxima expresión humana, sentada en sillas poco ergonómicas de color azul.

Cabe mencionar que para lograr tales objetivos, nuestros maestros, cálidos doctores y sabios creadores, colaboran activamente (esto es, ejerciendo una docencia pasiva basada en la transmisión de conocimientos dosificados dentro de escenarios creados hábilmente por ellos mismos, los cuales rozan con el ritmo que imprime una fotografía en sepia; así como en la discreción con la que aportan elementos de indudable valor cognoscitivo, pero que saben no son requeridos ni por el grupo –mínima expresión del entorno social que habitamos-, ni por el contexto literario actual –visto desde todos sus ámbitos-, ni por la sociedad en sí) en la edificación de este proyecto conjunto, que no nació de la noche a la mañana, sino que ha sido pensado detalladamente en los últimos quince años, justamente cuando notaron la sobreproducción de personal cultivado para decir verdades con arte, voz y ficción (15:30)[i] y decidieron disminuir dicho nivel (1:90)[ii]. En parte por hacerle un favor a la sociedad de retirarles unos cuantos locos bien pertrechados que vinieran a infestar las calles y los lugares públicos con ópticas e interpretaciones macabras del ser humano y su condición como animal social, y en parte también por quitarse de encima a una competencia futura que les arrebatara de sus bocas el alimento de cada día.

Apoyados en fichas engargográficas (esto es, copias de las copias de las copias de los apuntes de diez o más generaciones atrás) y por el refuerzo de la Wikipedia como fuente veraz de información, nuestro perfil es ya conocido en la región por las bellas líneas perfectamente visibles en los tres o cuatro integrantes favorecidos con magníficas cariátides, dignas de ser esculpidas por el mejor artista plástico griego. Y también por la ausencia de libros – innecesarios, valga la aclaración- en una biblioteca propia que nos traiga noticias del viejo imperio de los signos impresos.

Dicha ausencia (la cual pueden palpar en este instante), creadora de una blancura que induce a la generación de la más tierna envidia entre los nihilistas, favorece nuestro desplazamiento ligero –como el del viento temeroso en el cable de la luz ante la llegada inminente de un huracán- a lo que nosotros mismos hemos definido como la “Metameta”, cuyos límites ideológicos todavía no han podido ser completamente establecidos por los estudiosos en sociología (o que pretenden serlo) que a diario nos visitan bajo el pretexto de aluzar el ocaso con una canción de protesta mal entonada; pero que en cambio posee ciertos límites físicos intrínsecamente ligados al placer, el ocio y la alucinación.

Nos habría encantado poder proyectarles algunos antecedentes, fundamentos y marcos teóricos del proyecto en sí, así como los avances notorios que hemos alcanzado (la degradación de nuestros nombres hasta volverlos en una masa indefinida, que responde mecánicamente a la palabra “wey”), pero es que no disponemos de tanto tiempo como para satisfacer las exigencias protocolarias de aquellos visitantes que esperan ver la funcionalidad del joven estudioso de la Literatura en el siglo XXI a pesar del internet y las redes sociales, y su inserción eficaz en el estudio y aplicación de métodos de toda índole –desde exegéticos hasta semánticos- de caducidad evidente.

Esperando haya sido de su agrado (o que al menos haya cubierto los minutos que tenían destinados a la observación de este proyecto), los dejamos unos minutos, por si quieren salir a fumar un cigarro.

PD: Tan pronto como dejen el recinto, favor de apagar la computadora y el cañón.



[i] Véase ANUARIO DE ESTADÍSTICA DE ESTUDIANTES DE LA FACULTAD DE LITERATURA, Colegio de Maestros en los treinta, 1987

[ii] Véase el ACTA QUE RESUELVE LAS CONTINGENCIAS, Academia de Maestros Mortificados, 1996

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