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martes, 13 de marzo de 2012

Antes el silencio. Hoy, un camino de balas. ¿En qué momento se perdió la dignidad? ¿Cuándo se esfumó el sentido del respeto? Lo siento por mis hijos, los niños que no nacieron de mí pero que igual les debo una explicación. Lo siento por los jóvenes, porque recordarán su juventud como una mancha de tinta escurriéndose por la hoja: no hay sentido, sólo esa mancha. Me avergüenza mi generación, pues realmente aprendimos a callar cuando no era tiempo y quizá ya sea muy tarde. De los adultos más viejos prefiero callar. Igual que callaron ellos.

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