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jueves, 10 de enero de 2013

Colágeno natural

Alto. La piel magra se arranca en estos momentos. Paren las prensas, los ojos tuertos y los enternecidos dirijan su mirada hacia otro punto del mundo. Aquí sólamente la piel mudando, la dicha tocando la puerta. La cuarentena ha fenecido, que otros vengan a recoger ternura en las calles. 

No, no hay motivo. No hay paraísos, selvas, playas, trenes. No hay risas fingidas en el congelador por temporada baja ni clichés de año nuevo porque para empezar no entiendo el tiempo. Únicamente hay introspección, una larga lista de libros vividos y noches para pensar la existencia. 

Los treinta me han convertido en la mujer más hermosa de mi propio personaje, soy la voluptuosa que mi inteligencia de los diecinueve jamás me habría permitido ser. Soy la inteligencia que se permite criticar sin mortificarse por las conclusiones. El mundo se equivoca, yo tuve la oportunidad de hacerlo y ahora me reivindico. 

Deténgase la tristeza prolongada. El vestido está pasado de moda (confieso que amo comprar vestidos, tanto o más que coleccionar corazones amados). 





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