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miércoles, 16 de enero de 2013

Leo a T.S. Eliot. Te transcribo, T.S. Eliot. Porque no cabe en mí la algarabía de escuchar el sonido al sonreír la luz. Porque mis dedos son felices al sentir la música de tu danza poética. Porque no concibo que hayas sido capaz de escribir lo melifluo del mundo a través de la lengua que más odio hablar, la más cruel por pertenecerle a hombres inteligentísimos y crueles. El descubrimiento de las traducciones de Paz me habían dejado el prólogo del gozo, pero ahora que he encontrado este pequeño libro español, esta edición bilingüe donde están el pájaro y el jardín de rosas, el tiempo y la lluvia, no quepo de alegría. 

Me quitaría el corazón de enero para lavártelo y enviártelo a tu ciudad favorita, T.S. Eliot. Aquí únicamente se puede reclamar, por ahora,al infortunio de cantarte a ti, a tantos segundos de haber muerto. 

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