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lunes, 13 de mayo de 2013

Hoy fui a la premiación de unos cuentos donde participé como jurado. Más allá del asqueroso protocolo y su gente pintarrajeada de hipocresía (hablo de quienes organizaron todo), me dio mucha emoción saber que dos de los cuentos que seleccioné habían sido escritos por una niña de catorce años. Verla con su papá (o abuelo) casi me saca las lágrimas, me hizo recordar muchísimas cosas, muchos caminos, muchos libros.

Ojalá que a esa niña sus padres la apoyen para que siga escribiendo. Hay tantos robots en estos días y tan poquitos Isaacs Asimoves (imaginantes)...

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