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martes, 13 de mayo de 2008

Invasión y ataques de la Cultura Light en la Cultura Mexicana.

Libertad de expresión, prensa sensacionalista... el mundo en constante evolución. Pero como toda buena tesis debe tener una antítesis- según Sócrates -, la evolución a veces viene acompañada por involuciones que son inevitables.

Mario Vargas Llosa en su artículo Piedra de Toque, nos comenta con cierta desesperación, enojo e indignación, un acontecimiento en el que un hombre perdió su puesto político como consecuencia de un acto personal, que lo llevó a perder desde su carro hasta su autoestima y credibilidad.

Los nódulos de este problema se alimentaban por una caótica aseveración que Vargas Llosa contempla decepcionado: la libertad de prensa, esa libertad que ha sido propugnada y defendida a capa y espada por los fervientes creyentes de la democracia, ha creado al sensacionalismo que alimenta y crea el morbo social que incita a la gente a inmiscuirse en los asuntos privados de personajes públicos.

Peor aún, Vargas Llosa denota la existencia de una cultura donde a la gente no le importan las cosas en las que se requiera de un esfuerzo mínimo en el uso de su capacidad intelectual... Vargas Llosa, en su Piedra de Toque, canta un himno a la desfachatez, a los pocos escrúpulos, a la decadencia social. Intenta recordar aquél otro que antes se entonaba, uno que ensalzaba las cualidades de la verdadera prensa. Pero no consigue gran cosa.

Rosaura Barahona, otra periodista, logra recordar alguno que otro verso del himno perdido de Vargas Llosa. En su Día de la Libertad de Expresión, Barahona recuerda, cual graduando de cualquier profesión al hacer su promesa ética, los lineamientos y propósitos de ser, tanto de la prensa como del periodista. Recuerda y reafirma la capacidad y el privilegio del que han sido dotados estas personas, toda vez que son ellos los que tienen no sólo el derecho, sino el deber de expresar sus opiniones haciendo uso de la libertad de expresión que se les ha conferido.

La libertad de expresión que forma parte y es inherente al periodismo verdadero. Ella recuerda y quiere sacar a flote esas cualidades, esos deberes, porque sabe que son un tesoro y que es mal aprovechado, porque ha sido dejado a la intemperie en donde el óxido del que nos habla Vargas Llosa ya hizo sus primeros estragos al crear al monstruo del sensacionalismo.

De esta forma, el presente ensayo pretende comprender la formación del ente que dio a luz a la antítesis de la evolución social, así como también intenta describir la importancia que tanto el periodismo como la libertad de expresión tienen en México a nivel social. Tópicos que intentan poner bajo el escalpelo a una cultura “light”- ese ente de naturaleza casi maquiavélica que se haya disperso y que alimenta y se nutre del sensacionalismo -; o que buscan una taxonomía correcta y precisa que clasifique y dé un significado etimológico y funcional a la palabra periodismo - incluyendo a la necesaria simbiosis que sostiene con la libertad de expresión y la tarea primordial que sobre la cultura social deben de sustentar y mantener– serán los que dentro de dicho ensayo se desarrollen.

Nuestra sociedad actual (hablando de un entorno mundial), se ha caracterizado en los últimos tiempos por una notable apatía en sus habitantes en que lo respecta al interés que deberían despertar los sucesos realmente importantes de la vida cotidiana.

Prueba de ello es la gente que sólo se limita a realizar sus actividades diarias- como los son el trabajo o los quehaceres domésticos-, sin intentar mirar siquiera un poco más allá del espectro que estas actividades les ofrece a su vida. Trabajadores de la clase baja y media (y por qué no decirlo, hasta los de clase alta de vez en cuando también caen en estos vicios socioculturales) muchas veces no se exigen a sí mismos a cambiar un poquito sus rutinas para salir del sopor que produce tantas veces. Sólo basta con tener lo necesario para cubrir las necesidades fisiológicas (que, aunque por mucho sean consideradas como las más básicas –Maslow sostenía eso en su teoría de las necesidades-, no son precisamente las únicas o esenciales) para creer que las cosas han sido ya satisfechas.

Lo que sucede es que cada vez es más difícil lograr satisfacer estas necesidades, pues el trabajo de algunas personas les exige demasiado, no siendo siempre así las retribuciones recibidas. Esto, a la larga ocasiona estrés y poco interés en las cosas que se realizan, y por tanto, se crea un sentimiento de carácter psicológico denominado apatía. José Castoriadis, un renombrado psicólogo especializado en la rama laboral, afirma que "no se puede esperar mucho de una época en que se ha borrado de cuajo la pasión y el compromiso en beneficio de las leyes de mercado y de la técnica; es entonces cuando se percibe la vida como insulsa, vacía y sin sentido. Se tiene la impresión de que el gozo y las experiencias gratificantes propias de la vida han quedado detenidas”.

Así, la apatía impide que un ser humano esté lo suficientemente apto para desarrollar integralmente sus capacidades o habilidades intelectuales; Liliana Mizrahi opinó en uno de sus artículos que “el riesgo cierto de apatía social generalizada, la anomia, el no creer en nadie ni en nada, está a la vuelta de la esquina. Ese es el peor escenario social, la pérdida de esperanza”.

Y de esta manera se puede descubrir que la apatía no sólo perjudica a un individuo en particular, ya que una vez que este fenómeno se presenta en varias personas, se convierte en un problema social; mismo que trae como consecuencias la baja participación de las personas en la creación y modificación de su sociedad, acarreando dilemas como el alarmante desinterés por el fomento de la cultura y de la educación, desde el momento en que una persona prefiere ver programas de televisión y leer medios impresos de baja calidad en su contenido para mitigar las incomodidades que las sociedades actuales les producen.

Por ello, muchos humanistas (entre los que se destacan psicólogos, sociólogos y escritores) piensan que un factor que perpetúa la actitud de los “apáticos sociales” con respecto a la cultura, es precisamente el hecho de que programas de televisión “chatarra” y de otros medios importantes como los son la radio y el periódico -con igual nivel en cuanto a su contenido- no aportan nada relevante a la sociedad, sino que por el contrario la perjudican.

Dentro del contexto de transformación en las sociedades modernas es necesario considerar que la televisión se ha convertido en el principal medio de comunicación colectiva de nuestra civilización, ocupando un papel central en el desarrollo de las mentalidades y sensibilidades; y por lo tanto, en el desarrollo del país. Como afirma Javier Esteinou: “Hoy en día, la televisión se ha convertido en el sistema nervioso fundamental del avance o retroceso de nuestra cotidiana cultura nacional(...); podemos pensar que con el rápido desarrollo y perfeccionamiento físico que alcanzan todas las tecnologías de comunicación, el Estado capitalista estrena un nuevo sistema nervioso cultural que transforme el interior de la estructura de la sociedad civil tradicional”.

Y sabemos también que no sólo la televisión, sino que también los otros medios de comunicación, tienen la suficiente capacidad persuasiva como para modelar el intelecto y la actitud mexicanas, ya que en los últimos tiempos estos medios han sido la fuente para controlar los intereses políticos y del sector privado.

A este punto, la filósofa Ana María Fadul comenta: “(...) podemos decir que el Estado mexicano está profundamente extraviado en su proyecto cultural, pues ha permitido la construcción de un programa mental, por medio de la televisión y otros medios de información, tales como la prensa y la radio, formando generaciones de hombres enanos(...), ya que nos han hecho creer profundamente que lo importante en la vida son los valores intranscendentes de la frivolidad y el consumo, y no los principios del reconocimiento, la autoestima, la aceptación del otro y el crecimiento personal, mismo que se conforma por la adquisición de una verdadera educación. Tanto la radio y la prensa como la televisión o el Internet, han colocado el éxito del individuo en la capacidad que tiene para adquirir y acumular bienes, y no en la facultad para desarrollar su interior y aumentar su capacidad intelectual(...), (...)sabemos cada vez menos de nosotros como país y como seres humanos, y estamos perdiendo nuestra identidad nacional”.

Se puede advertir entonces que, si bien los medios de comunicación han sido creados con el fin de mantener y propulsar las ideas y opiniones dentro de una sociedad, son muchos los casos en donde este propósito se ha visto empañado para darle paso a otros que sólo desean impulsar o mantener intereses políticos o económicos de los sectores privados, y que son estos intereses los que perjudican enormemente al desarrollo de las capacidades intelectuales, de participación e inclusive de discernimiento sociales.

De ahí la imperante necesidad de cambiar esta situación. Como ya se ha visto, la sociedad mexicana se ve en un alto grado persuadida por los medios de comunicación. Por ello es importante que éstos se conviertan en la principal institución que fomenten y desarrollen una cultura real y que vele por los intereses mexicanos. Pero no será sino el periodismo al que le corresponda la tarea de iniciación, debido a que, por una parte, es el medio de comunicación más antiguo y por lo tanto es el que ha obtenido mayores derechos en cuanto a sus libertades –atendiendo a las correspondientes a la expresión y divulgación de ideas-, y por consiguiente, es el único medio que puede proteger los intereses de toda una Nación, debido a la credibilidad, la cual, a pesar de que ha sido disminuida considerablemente por el sensacionalismo, aún se mantiene firme.

Si las personas que están dentro del campo periodístico se percataran de las maravillas que pueden realizar con su tintero, muy probablemente la sociedad se vería fortalecida, cultural y socialmente hablando, lo que traería, por ende, una integración óptima de toda una sociedad.
Miguel Acosta, un reconocido periodista y analista social, sabe que estos puntos no sólo pueden realizarse, sino que deben de hacerlo: “El periodismo es uno de los medios de comunicación que constituye uno de los factores fundamentales que pueden contribuir a la educación y a la cultura debido a su capacidad de inculcar a grandes masas sociales los valores y prácticas de carácter ético y cultural que requiere toda sociedad”.

Y es que ciertamente esta no es una tarea cualquiera. Se trata de propulsar un cambio, un giro total que permita a los ciudadanos el entender y manejar su realidad social y cultural. Los caminos para lograrlo son muchos, pero uno de los más importantes y efectivos podría ser el involucrar al ciudadano con sus opiniones, que les sea permitido hablar para decir lo que les gusta o no, lo que creen que para ellos es una herramienta útil en sus vidas y lo que no lo es. Si esto se lograra, sería un buen paso que marcara una transformación, porque es precisamente es ahí de donde sale y se forma la nueva cultura: en base a lo que se necesita y se quiere, tomando en cuenta también lo que debe ser absorbido. Como lo afirma Francisco Huerta en uno de sus artículos, “... el periodismo que se haga en México deberá tener, para sustanciarlo y darle fuerza, la voz, el pensamiento y el juicio del ciudadano. Entonces, el futuro del ejercicio periodístico nacional va a ser ese: que el hombre del campo, el trabajador, el ama de casa, ganen más espacio en los medios con el impulso de las nuevas generaciones de periodistas. Por ello es preciso que los jóvenes comunicadores empiecen a acercarse a la verdad del ciudadano mexicano y a ir integrando el periodismo civil en la estructura periodística nacional con fuerza y proyección hacia el futuro”.

Vemos entonces que el periodismo tiene en sus manos la capacidad de transformar y modificar a una sociedad mexicana que se encuentra en el abismo de la ignorancia, el sensacionalismo y el entorpecimiento, para de esta manera darle una vida totalmente distinta y positiva a su cultura. Ya lo dijo Daniel Prieto Castillo, “Hablar del periodismo del siglo XXI nos permite comprender que es una de las actividades de suma importancia. Es la comunicación, la cultura, y ante todo la participación de la sociedad. El periodismo nos permite expresar nuestras opiniones de lo que acontece en México y el mundo. El periodismo escrito, radiofónico, televisivo, y por la Internet, han sido de gran valor...”

Pero lo anterior no podrá lograrse si el periodismo no puede o no se le es permitido mantener una relación simbiótica con su compañera de toda su vida, la libertad de expresión.

En nuestros días, la libertad de expresión ha adquirido nuevas fuerzas, producto de rebeliones sociales, de acontecimientos históricos, de sucesos políticos y económicos. La libertad de expresión lo mismo ha sufrido victorias que caídas. Pero no se da por vencida: sabe que el periodismo fue creada por y para ella, y sólo por ello continuará con su labor, que es la de mantener la opinión de una sociedad, aspecto vital en el funcionamiento de la misma. Por ello, Daniel Prieto vuelve a recalcar que “...la libertad de expresión está firmemente ligada a la libertad de los pueblos, a la democracia, y a los valores del hombre”.

Sin embargo, muchas han sido las cosas que han suspendido o anulado sus funciones. Son muchos los sucesos que le han impedido avanzar; otros la han querido desaparecer, quitarle ese rango que a fuerza y tesón de tantos años de lucha se ha ganado. Y son éstas cosas las que de vez en cuando le opacan su sentido de estar presente, le restan significado. Alicia Gordon Strasser dice: “La libertad es un riesgo y se la evita. La libertad como responsabilidad, si bien es una poderosa fuente de emancipación, puede ser una aventura extenuante y se la evita para entregarse a la servidumbre de la comodidad, de los entretenimientos, y del conformismo social. La libertad como y con responsabilidad es lo único que puede sustraernos del aislamiento y la apatía social”.
Por ello es necesario hacer uso de esta libertad, pero con suma responsabilidad, pues si bien es cierto que impulsa y crea una mejor sociedad, muchas de las causas por las que el periodismo se ha transformado en sensacionalismo se deben a que algunas personas no saben hacer el uso correcto de estas libertades, creando así un mundo caótico. Enrique Guinsberg al respecto considera que “La libertad sin responsabilidad es una palabra vacía de su sentido más profundo. Los grados de libertad de un individuo se miden por su capacidad de respuesta crítica, por su criterio de responsabilidad individual y social ante la realidad...”

De esta manera, se observa que la libertad de expresión es un sustantivo tan abstracto y complejo, tan frágil de corromper y deshacer, que por ello es necesario emplearla con suma delicadeza, con el fin de respetar los fines por las que fue creada y no transgredir su terreno, o de otro modo, la sociedad será la que se vea afectada en todos sus aspectos.

Así, tanto Rosaura Barahona como el Maestro Vargas Llosa se percatan de que nuestra sociedad actual está impregnada por pensamientos que dan forma a una cultura “light” en todo el mundo, producto del creciente desinterés o apatía que las personas tienen por enterarse, opinar y fomentar una cultura participativa dentro de su sociedad; y que muchas veces la culpa la tiene el negro derivado del periodismo: el sensacionalismo. Todo lo anterior impide pues, que una sociedad se desarrolle bajo principios éticos que promuevan una cultura real y sustanciosa.
Rafael Rodríguez Castañeda declara que “en México no se ha observado interés por estudiar y promover la participación ciudadana como un elemento de la práctica democrática y el fomento cultural de la sociedad que se habita”.

Este punto sustenta entonces, que la sociedad en todo el mundo está pasando por una crisis de apatía, producto de la restricción que los ciudadanos perciben en materia de participación social y de los medios de comunicación de carácter sensacionalista. Al respecto, Rodríguez Castañeda declara que “los estudios de opinión que cada vez con mayor profusión se realizan en nuestros países marcan una clara tendencia a la baja de la participación social tradicional en todos los sectores de la sociedad, y los datos que dichos estudios aportan están muy lejos de establecer claras diferencias estadísticas en términos de tramos de edad. Al parecer, medios de comunicación que divulgan ideas e información poco rescatable, en especial el periodismo sensacionalista y a los programas de televisión comercial, atacan de manera directa a esta alarmante condición social”.

Del mismo modo, tanto Vargas Llosa como Barahona definen que el periodismo es la piedra angular que promueva un cambio -que se espera sea positivo- dentro de la sociedad, y más específicamente en la reconstrucción de la cultura social, que es la que permite y abre las puertas al razonamiento, el que a su vez, ayuda al desarrollo intelectual que todo ser humano necesita. Y saben que esto no podrá obtenerse sin que la libertad de expresión sea empleada.
La participación de los individuos en los aspectos culturales y sociales dependerá entonces de la interacción civil-medios de comunicación-gobierno. Rafael Roncagliolo dice al respecto: “(...) los sucesos sociales de los últimos años, nos remiten a la conveniencia de vigilar los medios de comunicación a fin de influir en su comportamiento; los ciudadanos debemos tomar conciencia del papel que juegan los medios de comunicación en el proceso de educación para una sociedad, así como de la posibilidad de actuar para la conciliación de libertad de expresión y el derecho a una información útil”.

Y es este último renglón el que debe de subrayarse: sin libertad de expresión, cualquier intento por cambiar las cosas resultaría inútil. Sin libertad de expresión, el periodismo-tal como lo afirma Barahona-, es polvo, es nada, no tiene significado alguno. Silvia Ludovico lo corrobora: “para que los medios de comunicación desempeñen el papel que les corresponde en la educación ciudadana se requiere que ejerzan su propia libertad de expresión”. Libertad de expresión que debe de estar al servicio de una sociedad. Trejo Delarbre afirma que la sociedad mexicana tiene por delante la necesidad de organizarse y de disponer de cauces permanentes para manifestarse y desarrollarse, los cuales permitan utilizar esa “capacidad potencial, pero hasta ahora esporádica para movilizarse. Sólo en esa medida, la ciudadanía podrá participar e influir en los medios de comunicación. En este punto, la sociedad organizada y consciente de su ciudadanía tiene mucho que aportar y que proponer”.

En conclusiones, el hecho de que exista una problemática tan seria como lo es la existencia de sociedades con culturas “light” no implica que todo esté perdido. Tampoco el hecho de que estas culturas se vean acrecentadas por la apatía que sus habitantes demuestran por aprender algo nuevo o por opinar y actuar en sus sociedades -la que a su vez se alimenta o estimula por la circulación de contenidos chatarra de los actuales medios de comunicación- lo hace. Por ello les toca a los medios de comunicación, en especial al periodismo, el tratar de promover y desarrollar un verdadero cambio en la estructura social y cultural de todo el mundo, pero especialmente de nuestro país. De ahí que la libertad de expresión sea vital en estas operaciones, pues sin todos estos elementos, el “plan” sería todo un fracaso.

Si las cosas realmente pudieran cambiar en base a esto, la cultura mexicana se vería más comprometida en su identidad nacional, y la sociedad se vería fortalecida por todos sus integrantes. Ya se ha podido comprobar que, gracias a las constantes estrategias educativas que el gobierno ha desarrollado, la tasa de natalidad ha disminuido, la gente comienza a conocer algunos de sus derechos, y han aprendido a funcionar más como parte de un sistema organizado. Entonces, ¿por qué emplear a veces estos medios para entorpecer a la gente? Así como son promulgadas las maravillas, también hay qué reconocer que son cada vez menos las personas -en particular niños y jóvenes- que conocen su realidad social, histórica y cultural: está comprobado que frases comerciales como “toma Coca-Cola” son más memorizadas que otras como “Las armas se han cubierto de gloria”; así como también se ha comprobado que la gente recuerda con mayor facilidad los horarios de sus programas favoritos, como Pokémon, Acción, o El noveno mandamiento, que las fechas históricas, como la Batalla de Puebla, La Decena Trágica, o el Día del Soldado.

Por último, estos tópicos pueden conectarse a contextos que definen problemáticas más graves, como lo son el poco alcance que esta sociedades tienen a un mejor nivel de vida, puesto que los escasos conocimientos impiden que se obtengan empleos mejor remunerados, lo que trae consigo que países del tercer mundo permanezcan iguales.

De la misma manera, el periodismo encuentra su conexión con la necesidad de informar a otras partes del mundo de las diversas problemáticas que acontecen en todo el mundo; y si las noticias sensacionalistas que suceden en un país se divulgan en otros, es muy probable que esas personas, a fuerza de tanto ejemplo (pues recordemos que el hombre se desarrolla a partir de imitaciones, que luego son modificadas según sus circunstancias), el resultado no puede ser de otra manera sino negativo.

Así pues, detengámonos un momento para pensar qué es lo que estamos aportando nosotros, parte de una sociedad, por cambiar las mentalidades y actitudes que entorpecen el razonamiento y la intelectualidad. Y si nos percatamos de que nuestra actitud no ha sido precisamente la correcta, comencemos por cambiarlas. ¿Cómo? Muy fácil: evadiendo programas televisivos, periódicos amarillistas y propagandas comerciales que evitan que usemos nuestras capacidades intelectuales. Empecemos a difundir entre las nuevas generaciones la importancia de asimilar conceptos culturales que preserven nuestra identidad nacional.



FUENTES:
Los medios de comunicación y la construcción de la hegemonía, Editorial Trillas, México, D.F., 1992, 200 páginas
Medios de comunicación y desplazamiento educativo
Por Dr. Javier Esteinou MadridNúmero 20
http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n20/20_jesteinou.html
Daniel Prieto Castillo, Elementos para una Teoría de la Comunicación, Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE), México D.F., 1978.
Ludovico Silva, Teoría y Práctica de la Ideología, Editorial Nuestro Tiempo, 1971, México D.F., páginas 153 y 181.
Enrique Guinsberg, Los Medios Masivos de Comunicación y La Formación Psicosocial, Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (ILET) , México D.F., septiembre de 1978
Periodismo y Cultura.
Periodismo y Libertad de Expresión
http://www.fortunecity.es/conjuntos/privada/36/
El Ciudadano debe captar la voz y juicio del Ciudadano
Francisco Huerta
http://www.fundacionbuendia.org.mx/rmc/rmc45/voz.html
Los Medios de Comunicación y la Educación Ciudadana
Miguel Acosta
http://www.saladeprensa.org/art82.htm


escrito el 20 de abril de 2001

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