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miércoles, 11 de noviembre de 2009

Acetona

A pesar de que el pasado no puede traerse a la realidad presente. A pesar de que somos un sinnúmero de dimensiones superpuestas que lo único que hacen es trabajar como en una película de 24 millones por segundos luz (y eso que hablo únicamente de la dimensión que nos toca), siempre habrá un rastro de lo que fue.

Más que la imagen, más que el tacto, subsisten el sonido y los aromas. Pensar que es el eco y el olor lo que nos hace saber que realmente algo pasó antes de nosotros, y que inevitablemente alguien más pasará después de nosotros; pensar que son ellos dos y no una cápsula para la memoria, ni un celular con agenda programada. El olor es una cauda de lo que fue. El eco, un terco obsesivo a repetir las cosas.

Me di cuenta de ello al llegar a mi casa. Mi carnala se pintó las uñas. Yo no estuve ahí, pero el viaje de acetona fue otra cosa.

Si luego piensan que las nimiedades generan nimiedades, observen que cada detalle pertenece a un microcosmos.

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