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viernes, 14 de mayo de 2010

Orquesta marina

En el cielo hay tambores africanos colocados junto a las estrellas. Algo raro se oye: es un "alguien" danzando para que se desborde el jarro de la cual beberá toda una orquesta marina.

La lluvia de la noche siempre me ha parecido una orquesta marina. El viento soplando agua parece una ola que viene desde muy lejos. Todo queda lejos desde aquí, el paraíso non sense de mi ciudad. Y ni los serafines empapados ni sus cornetas anegadas cambian la sensación de estar protegido por alguna musa o diosa que canta bajito canciones de cuna para obviar el miedo insensato que nos envuelve cada dos o tres horas por semana.

Repito: toda soledad, todo ahogamiento, toda frustración, toda culpa y todo miedo se beatifican con la lluvia nocturna del mes de mayo.

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