Sucumbí al Facebook:

lunes, 13 de diciembre de 2010

Sueño profundo

Y cuando el sueño irrumpe, la materia se queda ahí, inerte, inmune. Dejemos de pensar que la existencia está en la cama que soporta la materia. Yo jamás me he visto al dormir. He soñado verme en una cama que se parece a donde habitualmente duermo. Ignoro si hay vida en mi cuerpo. Nadie me dice si realmente lo estoy soñando, o si es que estoy mirando cómo esa masa que lleva mi nombre -¿y desde cuándo mi esencia ha sido nombrada?- está ahí, muerta, esperando a que venga la energía proveniente de no sé dónde, para continuar lo que se ha dejado en "pause".

Hay algo que deja de ser cuando cerramos los ojos. Ninguno de nosotros está ahí para saber qué es de nuestros cuerpos al dormir. Cuando dormimos nos volvemos una batería recargándose, un montón de energía que se acumula para luego ser descargarda al día siguiente en la construcción de un escenario de mil kilovatios por minuto erigido con la ayuda de miles de seres invisibles que reconstruyen el microuniverso que nos agobia.

Hoy no me quiero dormir. He descubierto que quien me auxilia, a veces olvida poner las cosas en su lugar. Lo sé porque desconozco mi cara, esas frases, eso que fue hace mucho y yo lo dije. Los objetos que están como de adorno y no uso.

Cada día que pasa me cuesta más trabajo permanecer 16 horas en acción. Algo en mí se está borrando. Algo así como la expiración de la batería por un "sobreuso" no permitido. No se trataba de desobedecer las leyes divinas, se trataba de tatuar en la memoria los fragmentos que el sueño nos arrebata al dormir. Ahora es muy tarde para pedir perdón. Me desvanezco en el sueño profundo.

Llega la hora. Mi cuerpo se rinde. La sombra del terror me cubre por completo: ¿Y si despierto y olvido ese nombre o su nariz? ¿Y si en un solo segundo se me desdibujaran aquellas horas construidas?

No hay comentarios: