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jueves, 23 de febrero de 2012

En el día internacional de la lengua materna

voy a sonar muy cursi: ¿acaso no la lengua materna nos remite siempre al corazón? Entonces, ¿por qué hacer, para empezar, una fecha así? ¿No se supone que el corazón regala una virtud, llamada tolerancia? ¿La fecha entonces significa que el resto de los 364 días (365 en esta ocasión) las lenguas maternas se olvidan y se habla... Destrucción, envidia, incomprensión, vanidad?

Que todos pusiéramos nuestra lengua en el suelo, en el agua, al viento, para entender que, hablemos lo que hablemos, somos lo mismo. La perspectiva con la que llegamos a la multivocidad de los signos de la vida es lo que le da un sonido específico: cada lengua es una canción que alimenta el silencio. Nada más.

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