Sucumbí al Facebook:

martes, 22 de julio de 2008

Jus Semper Loquitur...

Jus semper loquitur

("El derecho hablará siempre")

Yeah, sure...

¿En qué clase de derecho estarían pensando los romanos cuando inscribieron esta frase, la primera que oí en la Universidad en mi primer día de clase? ¿En el Derecho Natural? ¿En el Derecho Real? ¿En el Derecho Divino? ¿En el Derecho Canónico -que por cierto, no existía en aquel entonces-?

Hasta donde yo he visto, no hay un solo derecho creado por los hombres que verdaderamente pueda sustituir al Derecho que viene más allá de la naturaleza humana. Le llaman Derecho Divino. Yo sólo le digo derecho del cosmos.

El hombre, en su restricción egóica, está supeditado de por vida a hacer ensayos de derecho, intentos de justicia que le puedan equiparar, acaso en sueños, acaso en una fracción de segundos, con un Ser mucho más inteligente que todos nosotros. Mucho más tolerante, mucho menos egoísta.

Quizá suene fundamentalista, pero no hay nada mejor que el actuar debidamente, conforme a nuestros principios morales, y esperar... Esperar a que la Justicia Divina se encarne cada día, a darnos por ley del boomerang, lo que a cada uno le corresponde.

Sin embargo, esta condición pasiva se muestra poco conveniente cuando son tantas las atrocidades que vivimos día a día... ¿o es que acaso las vejaciones que sufren nuestros hermanos no son también proferidas a nosotros?

Ya tengo días pensando que la situación en la que estamos es precisamente porque esperamos a que se nos haga la frase "Pero hay un Dios que lo ve todo"... una especie de Karma del Dejado, del Agachado...

No es posible que sucedan estas cosas. Y tampoco sé muy bien si dejar al hombre a su suerte y a su moral sea lo más adecuado, porque obvio es que no sé si la escala axiológica de todos es igual, y en todo caso, qué es lo que prevalece.

Así pues, ya tengo muchos días batallando con pensar, si será bueno ser optimistas nomás, si exigir que las cosas cambien, cambiando de una actitud pasiva a otra más activa (comenzar por dejar de pisotear y de pisotearnos; darle a nuestros jóvenes un mejor escenario moral y de vida, por ejemplo), o si qué hacer de como que qué...

Nunca pensé que esta máxima, siete años después, me diera tantos dolores de cabeza.

No hay comentarios: