Sucumbí al Facebook:

miércoles, 4 de julio de 2012

Sobre "Melancolía", de Lars Von Trier

Hoy fui a ver, al Cine Palacio, "Melancolía", de mi novio no. 22, Lars Von Trier. Lo hice, la mano sudada, la ansiedad oculta en un vestido a rayas negras y grises estilo hindú y unos zapatos de tacón que te habrían provocado envidia. Fui a ver por fin el final del filme que dejé a medias aquella vez, cuando el sueño venció la tristeza y mi terquedad de escuchar tu voz, de oírte a ti, Jaqueline, ahora que ya no estabas. Reconozco que tuve miedo de soltar el llanto en medio de la sala del cine, pero ocurrió lo contrario: las hermosas y melancólicas (obvio) escenas me hicieron reír: esta vida es un absurdo, un escenario pequeño que da entremeses en lo que llega la obra principal. Tú siempre lo supiste, mi nilña. Por eso no te dolió quitarte del mundo, borrarte del sueño de nubes que a todos nos acompaña. Me reí, insisto, porque al fin comprendí que la vida se vive de dos maneras: agotándola con pasión (sabes que nunca dejaré de ser una mujer intensa, en las buenas y en las malas) o matándose a destiempo, y ambas llegan al mismo fin, que es el fin de la existencia en este lugar. Me reí, porque yo elegí, desde que murió mi padre, morirme de a poco mientras devoraba el mundo y sus colores, el mundo y sus palabras, su música, sus no-principios, sus desamores, sus ilusiones de estar en un constante amar; el mundo y sus trincheras, su cine, sus calles, su jodidez. Me reí, porque al final ambas somos suicidas: tú por la vía rápida, yo, por la lenta. Pero en ambos casos, la vida jamás se reirá de nosotras. 

Hoy fui a ver, al Cine Palacio, el cierre de mi duelo por ti. Me dijiste que abriera mis manos a todo lo bueno que tengo y no veo, a aquello que está por nacer y llegar en mí.  Eso es lo que hago justamente ahora, cuando termino de escribirte estas líneas.

No hay comentarios: