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sábado, 28 de mayo de 2011

Días de mortal

Hay días en los que los camiones deberían estrellarse contra las nubes atiborradas de maleficencia. Días en los cuales los incautos presumidos de su ego intelectual deberían esconderse bajo las piedras para evitar el gran temblor producido por una ira albergada en el globo ocular izquierdo... o derecho. O en los dos: pueden soportarse muchas cosas, menos la arrogancia frente a los mortales.

Yo soy una mortal y quebré una escoba al matar una cucaracha. Lo hice en pago a esos días que no existen, y qué bueno: la violencia uterina desbordaría lo impensable en cada ciudad alejada del ojo de Dios...

Hay días en los que la suerte se queda en un plato de cereal simulando para la noche de disco ser la esfera que no brilló al ritmo de los zapatos. Ocurren cuando te sale bola negra al iniciar las mañanas, todos los días de cada día de tu vida.

Hoy me paré y me salió una. La limpié con el vaho de la prepotencia del arte en su forma más humana y la coloqué alrededor de mis manos para no maldecir también y para reducir la oscuridad del agreste trato. Ahora brilla con una luz inusitada: tuve prueba superada y ese día ya terminó.

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