Sucumbí al Facebook:

martes, 31 de mayo de 2011

Adiós a Mayo (V Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo)

La necesidad de expresarnos, de oír nuestras propias voces, de escuchar la Gran Voz dividida entre cada una de las gargantas de los seres humanos aún existe.

Señoras y señores, el mes de mayo se nos va. Pero yo no quisiera despedirme de él con la indiferencia de siempre, apachurrándole al botoncito de mi monigote-calendario que da vueltas a los días, mes tras mes, año con año. Esta vez tengo razones de sobra para celebrar el paso de un mes que en lo personal amo demasiado, no sé si porque soy masoquista (siempre hace más calor en mayo que en el resto de los meses) o porque el aire tiene un olor peculiar, como de primavera cuajadísima. El caso es que es para mí más que una necesidad, un privilegio el poder contar una de las experiencias más bonitas de mi quehacer como promotora cultural.

No estoy aquí para contarles cómo y por qué me hice promotora cultural. Sólo les diré que en los casi ocho años que llevo dedicándome a esto jamás había tenido una experiencia tan bonita. Hablo del V Festival Internacional de Poesía "Palabra en el Mundo". No sé si haya necesidad de ponerle todo el nombre: estoy segura que me hallaron hasta en la sopa con toda la propaganda. Pero yo quiero escribirlo una vez más para sentir otra vez esa vibra tan especial.

No sé por dónde comenzar. Supongo que por agradecer a todos y cada uno de los que hicieron posible un sueño personal: tener a esta ciudad chiquita dentro de un proyecto internacional que tuviera como eje algo tan trascendental como la literatura misma y en especial la poesía. Sé que en más de una ocasión Saltillo se ha unido a otro tipo de "proyectos", llámese violencia, delincuencia, pobreza, desesperanza... Verdaderamente eso no era lo que me interesaba. Quería tener una tarde distinta de todas las que se viven en este desierto. Afortunadamente me encontré con el proyecto poético de Gabriel Impaglione y su equipo (que hermana ciudades de América Latina y Europa). Gracias a esta idea de leer poesía al mismo tiempo que en otras ciudades (que en la vida podríamos saber que existen: el día se pierde entre el facebook, el hotmail y las noticias tristes del televisor), Saltillo abrió la puerta del desierto que es muchas veces su boca, su lengua, su mirada, sus oídos... Su alma.

De modo que gracias a Casa Tiyahui, Víctor Mendoza, Alberto Tovar, José Luis Zamora, Martha Matamoros, Mónica Almanza, Anna Pollock (los cuatro últimos pertenecientes a Finisterre Teatro), Lucía Sánchez, Lety Camacho, Raquel Ledezma, Abad Mendoza, Lupita del Alva, Acacia Estrada, Claudia Luna, Eduardo Ribé, José Luis Molina, Dona Wiseman, Livio Ávila, Diana Lugo, Juan Antonio Villarreal, Alberto Silva, Minerva Guerrero, Haidy Arreola, Xiomara Alvgar; a los poetas Javier Acosta y Juan Miguel Zunzunegui por permitirme leer su poesía, y a tanta gente que se congregó el 22 de mayo pasado en las instalaciones de Casa Tiyahui, un centro cultural independiente que le apuesta a proyectos fuera de serie, frescos y libres, como éste que pretendió (y lo logró) difundir la poesía una tarde de domingo caliente como ella sola a otros rincones de la ciudad. Ver a las familias a las afueras del recinto (y sobre todo aquella que permaneció casi cinco horas escuchándonos -con decirles que hasta la mamá amamantó al niño, uno que pasó por los brazos de todos-) escuchando atentamente lo que decíamos era casi un alucine para mí.

Creo en la poesía. En su valor estético, artístico, de comunicación, filosófico, emotivo. En su luz, en sus matices y en los regalos que otorga, pues la poesía sólamente dice una vez las cosas y no vuelven a repetirse. Es un rayo superior que, si no es captado en el instante, se va, cual libre que es por ser luz, si no se atrapa con la palabra exacta, difícilmente podrá tallarse en las letras lo que es único en un tiempo determinado. Y después de este acontecimiento tan bonito, tan lleno de gente que se dedica al arte y a la cultura (todos teníamos ganas de decir lo que esperábamos para volver a sentir paz, esa que se parecía tanto a las canciones de cuna de la Tierra cuando ésta aún no era un calvario ), creo en la posibilidad del sí en mi lugar. Sí a la posibilidad de cambiar la conciencia con una palabra, un verbo, un adjetivo, varios sustantivos. Un pronombre bien colocado en el corazón.

También creo en la ternura y en la solidaridad que mostraron todos mis amigos y compañeros. El arte se reivindicó ese día, durante unas horas, y volvió a ser aquel que existía por el puro placer de los humanos, sin más ni menos. Creo en las historias de cada abrazo que di y me dieron en respuesta. En el cansancio que ese día se quedó en la puerta, esperando a que su dueño volviera a recogerlo tras una jornada de como dos horas o más voces-poesía esperando salir un rato.

Estoy segura que esta experiencia es solo la primera de tantas que se harán en mi ciudad (sí, soy una chovinista de clóset). Me quedé tan satisfecha y feliz de todo lo ocurrido (los poemas leídos, los palomazos hermosos de la gente, la obra de teatro de Finisterre con que cerramos el evento) que amenazo con volver a saturarlos de invitaciones, anuncios e información en cuanto hueco esté disponible de otros eventos que también tienen su raíz en la literatura.

Ahora sí, puedo dejar ir a Mayo en paz.

Gracias, Mayo amado, por darme los regalos que esperaba tener para poder dar algo de mí (que por cierto, insisto, no habría estado igual de no haber confiado en un proyecto mundial, y de contar con el apoyo de los medios de difuisión independientes), Agradezco todas las cosas que aprendí ese día, entre ellas: que la voz levanta la barbilla y ajusta los corazones para seguir la lucha desde las trincheras de la palabra.

El próximo año, el VI Festival es lo primero que se agenda para Saltillo.

[La Nota:

http://www.vanguardia.com.mx/festivalinternacionaldepoesiasaltilloviveundiapoetico-730390.html

http://www.zocalo.com.mx/seccion/articulo/muestran-importancia-de-la-poesia/ ]

No hay comentarios: