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miércoles, 20 de noviembre de 2013

Lo nuevo en materia de burocracia autosostenible: oficina verde.

La chica (por ser amable con su edad) era una newagie sin empleo que un buen día se despertó y dijo: "¡Claro! ¿Cómo no pensé en el gasto que hacen los obreros de la clase media?".

Y así fue como me recetó una hora de un documental asqueroso donde trece mil yemas de huevo caían desde lo alto de una barda, seguida de una asombrosa caída de una tonelada de heces, cuatro cabezas de ganado desfilando y no sé cuántos pollos, sin dejar de lado las prendas de ropa y hasta los 536 libros que supuestamente leeré a lo largo de mi asquerosa (o al menos así se intepreta al final de todo el desfile) vida.

Luego, la cifra obscena de los recibos de la CFE y fotografías de la Coca-Cola.

Realmente tengo muchos pendientes en mi oficina y realmente no soy de las que coopera con derroches estúpidos de recursos no renovables ni renovables. Mi vida es, además de usar el blog, francamente asceta. En todo caso, me parece que fue un acto mezquino y pinchón el forzarnos a hacer aún más por lo que nosotros siempre sostenemos, llevando una vida de limitaciones (seamos sinceros: no conozco a alguien que trabaje nada más por sentirse útil en la vida) que cada día se vuelven más ofensivas.

Levanté la mano para decirles que la idea debió ser dirigida a los cientos de industriales que gastan hasta cuarenta mil galones de agua en sus tratamientos químicos, simplemente porque la concientización está allá y no aquí. Nunca me hicieron caso. Prefirieron darle voz a una señora que sabía todos los datos curiosos (esas pendejaditas que te mandan en son de muy importante vía power point a tu correo electrónico): la coca tiene dieciséis cucharadas de azúcar ("que no es azúcar porque usan sustancias químicas") y no sé cuántas cosas más.

En fin, que solamente gasté un cuarto de tanque de gasolina y llené de metano el ambiente para ir a escuchar a ese par de desconsiderados ambientales. Con razón luego hay gente que se pregunta si no estaríamos mejor sin ciertos seres humanos, como Giovanni Papini lo haría. Hoy no sabía de qué hablar en radio y, voilá, ya tengo el tema.

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