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domingo, 3 de noviembre de 2013

Me preguntan por qué no escribo en francés más seguido. No contesto. En el aire están todas las palabras que he dado en ese idioma. También sueño, canto y pienso en francés. Es parte de la oxigenación del corazón y del espíritu. De igual modo que anhelo en náhuatl o protesto en inglés. Una lengua distinta no hace un organismo más sensible. Acaso, hace a quien posee esta virtud un tanto más avezado en otras cosas no siempre traducidas.

Sin embargo, la vida debe su latido a la lengua natal. Por algo estudié letras hispanoamericanas.

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