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sábado, 2 de noviembre de 2013

Y de pronto, un corazón de mar apareció en mi ventana. Sabe que lo esperaba, su red azul es fina. Me ha dicho lo grandiosos que somos, lo grandiosos que hemos sido. No me opuse: sé que no hay otro país más bello que el fulgor nacido de la risa. 

Tan pronto lo supo, recogió mi llanto. 

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