No soy masoquista. Sólamente estoy enamorada de mis adolescentes locos. Por eso acepté estas clases de 7:30 a.m. Papá solía decir que esos horarios son para militares. Yo más bien creo que son para ir acostumbrando al pellejo a ser parte de la IP y jalarle duro hasta el día de la jubilación.
Realmente no me mortifica tener que levantarme a las 5:30 am para poder bañarme e iniciar mi jornada. Lo que me apura es que no podré escribir tanto de madrugada como yo quisiera. Lo chido es que esto dura hasta la tercer semana de febrero, así que no hay tanto pex.
Y aunque lo hubiera: mis hijos postizos lo valen. Creo mucho más en ellos que en los aturdidos y atolondrados adultos que perdieron la cuenta después de los veinticinco (ehem...).
Uno de los directivos dijo que seguramente los maestros de bachillerato éramos adictos a la adrenalina. Yo más bien pienso que soy adicta a las sonrisas de esos huercos. Y amo el reto de levantarme la moral a mí misma con su presencia.
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Hace 52 minutos
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