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domingo, 16 de noviembre de 2008

Infancia Dominical

Miré al reloj. Eran las seis de la tarde, pero de 1990. El sábado se hizo domingo y en vez de una multitud reunida en la Plaza de Armas, yo veía las cáscaras de naranja y los papelitos sueltos de los kisses regados en la cama queen de mi tía Rosa. Las bocinas enormes se hicieron una grabadora mediana Phillips, y en vez de manos heladas había un oso de peluche, el Karateki, dándome calorcito.

-Ponla otra vez -le decía yo a Laurita- es que esa me gusta mucho.
-Pero ya la oímos -replicaba- quiero oír la de Qué hago aquí.
-Es que esa no nos la sabemos -decía Rosita- ¿Y si sacamos las letras?
-Va -decíamos Laurita y yo-.

Papá pasaba al baño -la hemeroteca, le decía él- y con su vista periférica veía cómo mi pelo hacía el slam, mientras agarrábamos medias de mi tía para hacerles agujeros.

-Se les van a salir los sesos con esos movimientos... jajajajaja.

Nosotros reíamos.

-El lado B me gusta más que el A... A ver, pérate, pérate... ay, ¿ya ves? se pasó la canción -decía Laurita con su súper copete (los ochenta aún no querían irse del todo).
-Es que quiero oír (Como si fuera) La primera vez -decía Rosy.

Pasaron los años. Compré Tu Ángel de la Guarda en la primera -y ahora inexistente- plaza comercial, Europlaza, aprovechando que fuimos a la panadería Mena. Tenía las canciones. Y con dibujitos. Mis primas lo grabaron esa misma noche. Luego oímos todas las canciones. Una y otra vez.

De repente, el tambo de basura donde estaba parada -el mismo que me traje desde la otra esquina y a escondidas de los ausentes polis, corriendo sonriente frente a las cámaras de RCG- se movió un poquito. Era de noche. La Trevi no llegaba aún.

Es cierto. La mujer cometió errores (a estas alturas ya no sé cuáles sí y cuáles no). Que fue débil y sucumbió. Que ahora se ha convertido en el estandarte de la demagogia de telebizca y de quienes pagaron el estúpido spot (¿debo decir el nombre del partido?), que baila pésimo el chachachá y que ahora explota el boom gótico, darketo y gay con su nuevo disco, Rosa Blue. Que salir en el show de los sueños me costaron 24 pesos, los únicos que he pagado para salvar a una estrella prefabricada de televisa. Y es cierto que algún día Paquita la del Barrio y ella compartirán un mausoleo.

Pero también es cierto que gracias a ella, indirectamente sobreviví a la opresión en el Colegio La Paz. Ver a una mujer que se retoza y se agarra su vulva mientras manosea a los hombres no es cualquier cosa, menos si tienes siete años y de lunes a viernes te repiten que ser pendeja y casta es lo máximo para el príncipe azul que conocerás, de la misma manera en que verle con medias rotas ("¿Qué no eran para cubrirse del frío?", llegué a preguntarle a mi mamá) y el pelo todo alborotado mientras brincaba como chango de un lado al otro en el escenario mocho del Velasco era toda una rebelación (o revelación apocalíptica).

El catecismo iba quedándose a un lado mientras yo crecía con sus canciones. "Voy a ser siempre como soy", rezaba una de sus frases feministas. Sí, era oficial: allá afuera existía un mundo en donde la mujer podía sentir, tocar, ver, degustar y expresar. Expresar. ¡Gloria Trevi me permitía gritar! Y además, sus canciones eran pegajosas y hasta romanticonas, "¿Qué hago aquí, qué hago aquí, qué hago justamente aquí si no soy feliz?" no tenía nada qué ver con "Dios está aquí, qué hermoso es, el lo prometió donde hay dos o tres...". Había una realidad más pareja con la mía. Y me permitía imaginarme los novios que no tenía por mi edad (reconozco que crecer entre puros adultos me hizo algo precoz).

No era Gloria Trevi lo que seguía. Era su libertad. Lo que menos tenía y lo que ella más gozaba. O al menos así se veía en la T.V. Descubrí que decir malas palabras era una catarsis de efecto inmediato. Usar morado cuando el color de moda era el azul o el beige era toda una sensación de ligereza. Aprender a cantar notas altas con "Agárrate", "Tu Ángel de la Guarda", "Qué voy a hacer sin él" y otras era el plus. Laura Paussinni se escuchaba tan ñoña...

Por eso hoy estuve ahí. Para acordarme de mi infancia dominical, a lado de mis primos, Carlos, Rosa y Laura, y de mis tíos Rosa y Chón. Éste último, festejaba que las tres nos perfiláramos como emancipadas mujeres. De las tres, sólo yo decidí continuar leyendo los libros rojos de mi tío y las revistas del Chamuco que mi papá me escondía (pero que tomaba en cuanto él se quedaba dormido). Rosa y Laura hicieron su vida, la que estaba destinada a ser. Yo en eso ando todavía, y no niego que me quedé con muchas ganas de aprenderle a mi tío un montón de cosas. José Ascensión Monsiváis fue mi mentor en las humanidades. Tengo el orgullo de decir que fui su sobrina. Lo soy aún y lo extraño. Mucho.

La Trevi me desató las sogas que J.A.P.L. me impuso desde su tumba. Mi tío Chon, me regaló un caminito por dónde irme, ahora que podía hacer algo con mi libertad.

Por eso fui hoy a ver a la chica cuarentona del pelo suelto. Sin quererlo fue la única figura femenina contestaria que conocí de niña, aparte de mi mamá -aunque ella rompía las normas basándose en ellas, y por lo tanto, la corrección era parte de su ajuar-.

Si es una muñeca de plástico que dice palabrotas o no, yo no soy quién para decidirlo. A mí me dio alas para no serlo y con eso basta. ¿Verdad, tío Chon?

4 comentarios:

caminante dijo...

Las huellas de la vida nos hacen ver mejor el presente. El reloj no es solo horas por venir y horas que van tocando y desaparecen. El reloj es también la maravillosa luz de algunos instantes que no volverán, pero que no se irán de nosotros.

mike dijo...

Dicen que cuando el alumno está listo el maestro aparece. Creo que lo importante es sacarle lo bueno a todo lo que se presenta.

Me alegro, supongo que fue divertido.

Marcelo Dance dijo...

Evidentemente la Trevi es un ícono para las mujeres mexicanas.
Ni la Guzmán, ni la Venegas: la Trevi!
No conozco una a la que no le guste.
Quizás porque represente al ideal de mujer que todas quisieran ser.
Estuvo un par de veces en la Argentina y generó algún escándalo por ahí. Pero son esos viejos trucos marketineros. Además tiene sus seguidoras.
Personalmente me gusta mucho una canción que dice "Recuerda que me tienes a mi"...
Esa sensibilidad canceriana...
Ciao Cara!!!

J dijo...

Pues no lo habia visto desde esa perspectiva, tal vez por que no soy mujer o tuve la fortuna de no crecer creyendo que no podia ser, pero si conozco la historia y creo que tienes razón ella es más que una cantante...

-J