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viernes, 3 de julio de 2009

Querido diario (deeh):

Dos de julio. Amanecí de mal humor, día perfecto para salir a caminar sin rumbo.

Pasé por la Alameda y descubrí que es poco cobijadora ahora con sus arbolitos nuevos a eso de las cinco. Un poli me hizo sentir más bien acorralada en vez de protegida, y tres viejitos me sonreían con extraña candidez. Los chavos de la Narva siguen ahí, no sé por qué no hacen algo en sus casas, o por qué no se meten a algún curso que les ayude a olvidar su hormona alborotada, hambrienta de cigarros y peligro. Debe ser que hasta en los cursos de las instituciones públicas te cobran cuotas de recuperación que sí son algo cariñosas. También se me olvidaba que estamos en el desierto de la promotoría cultural hasta el cinco de julio.

Ya de rato agarré camino y me fui como burro sin mecate hasta el Museo de las Aves. Bajé y fui a la Casa de la Cultura. Puros niños y muchos ancianos. Recordé cosas lindas que no me atrevo a publicar aquí, porque luego pienso que nadie me lee y al rato resulta que varios conocidos míos me dicen que leyeron mis ocurrencias de aquí y qué oso.

Entré a la Alianza Francesa del Centro y la secretaria ni me peló. Di un recorrido por todos los salones y no me quedó de otra sino suspirar por esos días. Fueron buenos días. De sus gentes quedamos muy pocos: la mayoría se casó, se mudó, o simplemente se borró de las listas de ñoños que desperdiciábamos los sábados de 9 a 1 pm nomás para echarnos el chal. Pero es que quien haya tenido oportunidad de estar en aquellos tiempos (¡Andobas!) sabrá a qué me refiero. No sé, pero la nueva Alianza, la que está por las Maravillas (Cereso Francés, para la raza), no es igual. Tiene chispa de niño nice. A nadie le interesa la bohème... y yo ya me extendí en este párrafo. Da igual, la biblioteca ahora está clausurada, pero yo tengo un tercio de los libros que una noche de junio del 2004 tuvieron a bien -para mí, claro- poner en cajas para que se los llevara el camión de la basura...

Luego, fui a ver la exposición Blanco y Negro, que está en la Galería del Icocult. Son dibujos en su mayoría hechos a lápiz o tinta china. Debo decir que los adefecios de renombrados pintores se ven favorecidos por la incursión de personalidades nuevas que le inyectan vida con su obra, la cual destaca por su precisión y limpieza, pero sobre todo, por la metáfora que insertan como eje principal de la cual penden los demás cuadros o paisajes.

Ya por último me fui al Flor y Canela. Comer musse de guayaba y tener una plática chida siempre hace que las cosas cambien de perspectiva.

El día cerró con un colguije dentro de un paquete sorpresa. Si otro día de éstos me salgo a mí misma con que qué pinche día, recordaré venir a visitar este post.

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