Sucumbí al Facebook:

jueves, 30 de julio de 2009

Un boletito

Procuro no poner la vista en mensajes oscuros, obscenos, tristes, desgarradores. Miro hacia delante siempre, como los caballos lecheros. Si un voceador se me atraviesa, cuánto lo siento: los camellones se hicieron para vender sangre y poco maíz desde esa trinchera.

Ya luego me instalo en mi flamante silla ergonómica, tan suave y acogedora como las mujeres que tengo y me acompañan. Su piel es igualita a la caoba lustrada de mi escritorio, donde firmo oficios que tapizan de incertidumbres (pero necesarias al fin: ¿luego en qué nos vamos a entretener, si no?) a mi país.

Juego al tetris porque es lo único que le entiendo. También tengo un minigolf y una caminadora: si los actos ensucian, que el cuerpo diga lo contrario.

El día se pasa volando, no sé cómo la gente se queja tanto del porvenir. Señorita, tráigame un clamato para la cruda, por favor...

-¿Otro boletito, señor?

-Y, qué más queda cuando a uno le pagan la raya...

No hay comentarios: