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domingo, 27 de marzo de 2011

Librería Julio Torri, reloaded

Asistí el día de hoy a la inauguración de la nueva librería Julio Torri, ahora ubicada en el periférico Luis Echeverría y prolongación Pérez Treviño.

Con más de veinte años de acompañarnos con los libros del Fondo de Cultura Económica, el clásico concurso "¿Por qué es mi consentido?" y el montón de cosas vividas a su alrededor (por ejemplo, platicaré que me hice de mis primeros libros de Cortázar ahí, cuando me los regalaron al haber ganado un concurso de cuento; o cuando compré el Anticristo de Nietzche con el bono de regalo por haber ganado un concurso de ortografía en el ITESM -estoy hablando de cuando todavía existían las gemelas Torres-), ahora la librería se cambia de lugar para dar un nuevo concepto a sus visitantes de años: cafetería y bebeteca. Celebro sobre todo el café. La bebeteca no debería ser malinterpretada con un lugar donde se toman bebidas alcohólicas. Espero un día poder llevar un niño -ajeno- a la bebeteca de la librería, para saber en qué consiste.

Lo que más me agradó fue ver a Mondadori y Anagrama por ahí. Espero lo mismo ver a Grijalbo y Almadía (y ojalá que después pusieran editoriales independientes como Lenguaraz, por ejemplo).

La tarde estuvo muy bien, fuimos los mismos interesados de siempre -y no lo digo porque nos hayan regalado un hermoso libro: quiero que vayan otros que no han ido aún... no se rían-. La gente de la librería, como siempre, se portó muy linda con los asistentes (saludos a Flor Palacios y a toda la banda).

Lo chido del evento fue escuchar la frescura de Jorge Hernández. Verdad del Creador que es mucho más simpático en vivo que en la tele. Leyó fragmentos de su obra y estuvo platicando con la gente, como si fuera un lugareño más.

La apuesta por el cambio me pareció buena. Cierto es que la calle de Victoria le daba un realce casi decimonónico a la antigua librería, pero la nueva compensa esa ausencia con los espacios creados y su arquitectura.

Vale la pena que se den la vuelta a las nuevas instalaciones de la librería que lleva por nombre el de uno de los fundadores de la minificción. Total, no pasa que salgan de ahí con un libro en la mano.

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