Y te preguntas del mecanismo interior del artefacto viviente y volador. Por qué vuela, te dices. Por qué late. Por qué trina. Quién hizo su núcleo rojo encendido que late a mil por hora mientras planea el cielo y por qué es invisible su grandeza interna, la sincronía de sus alas con el resto de su cuerpo, a tu mirada. Los gatos lo olerán, pero tampoco podrán ver eso. O tal vez sí y por ese motivo se los comen a los que son como él. Podrían esos seres diminutos y multicolres ser noticias celestiales, pero por qué algunos son comidos en platillos grasosos y nadie nota la diferencia, nadie se vuelve más ágil ni transparenta su alma a través de sus ojos al terminar la comida ni se vuelve mezzosoprano.
Calló el pájaro. Caíste tumbada, de cansancio: las respuestas no son parte del paquete vacacional en la Tierra.
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Hace 47 minutos



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