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sábado, 19 de marzo de 2011

Un sólo por hoy

Estoy de manteles largos. Hoy 19 de marzo cumplo seis meses de haber dejado el Tivanyl y con ello, clausurar una etapa de siete años en la que estuve sometida a medicamentos como el Victán, la Paroxetina y el Lexapro.

A todas las personas que estuvieron involucradas en dicha etapa, tanto víctimas como victimarios, les agradezco que ya sean parte de mi pasado. A la gente linda que me ha sabido mantener en pie con su corazón (especialmente mi familia), mi agradecimiento más humilde. Espero con fe ciega que la alegría por estar limpia de sustancias que me impidan ver la realidad con todos sus claroscuros y matices, dure en mí tantos años como pueda aguantar sobrevivir en este caótico mundo.

En estos seis meses he descubierto que las sustancias sólamente sirven para esconder la debilidad del espíritu, al igual que las drogas, el cigarro o el alcohol. La vida no es bella, la vida no es fácil y la vida es tan pinche como le permitamos que sea con nosotros. Pero si a esto le agregamos que la encararemos fuera de nuestros cinco sentidos, la afrenta es peor. No hay peor cobardía, creo, que enfrentar la vida fuera de nosotros mismos. Y eso fue lo que estuve haciendo durante siete años.

Me reconozco como una mujer obsesivo-compulsiva, maniática y con ataques de ansiedad desde los seis años, terca como una mula cansada, incapaz de apoyar los progresos de la ciencia médica. Pero realmente quiero saber a qué sabe la vida sin ayuda de otras sustancias que no provengan de mi cerebro. Y la verdad es que no me ha ido tan mal hasta el momento. Ha habido de todo.

Naturalmente mis crisis seguirán, aunque no sea mi deseo. Lo que sí deseo es que siga habiendo oportunidades para hacer mi poesía y narrativa extrañas, de escuchar y sentir la música, de ver una magnífica pintura, una obra de teatro o una película. De vivir, hacer, experimentar y sentir al arte en general, desde todos los ángulos. También espero que siga la clase de salsa que tomo de lunes a jueves para mantenerme cuerda (por utilizar un término ordinario, ya se sabe que yo jamás podré ser cuerda). Creo que me cae bien la idea de saberme tan loca y distinta como quién sabe cuántos millones de seres humanos en este planeta. La ecuanimidad es una utopía.

Y después de todo este choro, les confieso que ya sé lo que deben sentir los de AA cuando pronuncian su discurso de aniversario. Yo también vivo al "un sólo por hoy".

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