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domingo, 24 de junio de 2012

Me sentía ridícula de andar vestida de vampiresa en la Alameda, pero cuando una niña de 15 años me preguntó dónde podía conseguir libros, hasta el pudor de mis treinta se me quitó. Creo que cada escritor debería intentar revivir los escritos de nuestros ancestros (todos los escritores, los menores y los dioses, estamos hermanados por la letra) antes de dar a luz un nuevo texto. Pero son casi las tres de la mañana y puedo decir cualquier cosa.

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