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martes, 22 de octubre de 2013

Coda

Los pianos no leen, los tiempos de vasta poesía se consumieron per se. En la exploración insistente se verá la luz: siempre hubo danza, y es unipersonal. Siempre hubo un mundo aparte, y ahí no habitaba nadie excepto la autocracia de la luz y el sonido míos. Un escenario no es una nota, pero sí es efímero y es un paisaje de tinta lavable. El silencio es mío, igual que el corazón. 

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