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lunes, 14 de octubre de 2013

Descalzos los pies que te vieron viajar, alma, las nubes como cejas librándote de la inclemencia del sol. Dichosas las palmas abiertas a nuevos himnos, luna, las flautas como preludio para el día más bello en la escena móvil de nuestros días. Bienaventurados los que escriben la vida y su anverso, porque de ellos es el no amor de quienes los escupen a diario y la ternura de los ausentes y los que abrazan, aún estando lejos. Descalzos los egos que te vieron leer, alma, las letras como estrellas pasando por ti como lluvia, porque del no tiempo son las cosas más maravillosas del verbo. 


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