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martes, 5 de mayo de 2009

Japón tu pale...

Y China tu male.


Así debimos contestarles a los tarados amarillos de ojos rasgados que no permitieron que un avión lleno de mexicanos llegara a su tierra infeliz. Ellos dicen que es una medida de protección sanitaria, yo les digo que esto es un racismo total.

Gracias a la estúpida influenza, ahora los mexicanos no sólamente apareceremos como los huevones que se duermen bajo las nopaleras, ahora somos peor que cerdos, poseemos virus y nadie nos puede tocar.

Y si los chinos creen que son de lo más higiénico, yo soy la prueba viviente (o superviviente) de que eso no es verdad: el viernes antepasado me internaron en la clínica no. 2 del IMSS por un cuadro severísimo de una intoxicación por haber ingerido comida china en un restaurante llamado Hong Fai (o Fat, no se le entiende bien al slogan), ubicado en la Plaza Real de esta ciudad, Little Jump. Vomité 15 veces, presenté un cuadro de deshidratación y traje la presión a 80/50.

En verdad me molesta sobremanera que se les trate así a los mexicanos, cuando somos uno de sus mercados más grandes en todo el mundo: la misma crisis económica muchas veces nos ha llevado a más de uno a comprar sus chucherías pensando que ahorraremos un poco, cuando en realidad únicamente tiramos a la basura nuestro dinero: su mercancía es de pésima calidad, y además denota la poca ética con la que se manejan ellos.

Claro, si son capaces de verle la cara a sus compatriotas vendiéndoles ropa carísima en un mall parecido al Macy's de Nueva York, pero que sólo es de úsese, mírese y tírese (la ropa, entienda eso), ¿qué podemos esperar de los amarillos de ojos rasgados que venden ligas para el cabello hechas a base de condones usados y forrados con hilo sintético de vistosos colores?

Aquí la última palabra la tiene el mexicano. De él depende si desea seguir siendo tratado de una manera poco digna, o si empezamos por exigir que se nos respete y se nos trate como iguales, en pleno siglo XXI.

2 comentarios:

mike dijo...

Totalmente de acuerdo.

A veces parece increible las cosas que pasan, pero hay que tomarlo de quien viene.

Y una verdad es innegable, que nosotros mismos no nos damos nuestro lugar al comprar chinaderas, menos alguien más.

Yo digo no a lo chino! (en medida de lo posible, claro) y Viva lo nacional!!! (aunque sea susceptible de mejora)

Marlén Curiel-Ferman dijo...

Eso, Mike, que se oiga hasta China!