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domingo, 10 de mayo de 2009

A los asistentes al Krakovia:


Y para los que no fueron, aquí les dejo mi texto:

MARÍA 380RP


No, ya le dije que no, oh, señor Neptuno, dios del mundo de los sueños, de lo que es y no es irreal. No soy María 380RP, alias María Magdalena. Le pido por favor que deje de joderme con meter en mis sueños a Jesucristo agarrándome las chiches y queriéndome llevar al paraíso perdido. Estoy harta de soñarlo y escuchar decirme que soy su alma gemela, que debo luchar para recuperar el poder que la Iglesia Romana nos quitó. Con tantos sueños así, comienzo a creer que en realidad Jesús era un freak que optó finalmente por convertirse en un rebelde para así atraer las miradas femeninas. Y eso me pesa profundamente, porque ahora en vez de contar borreguitos a la hora de dormir, rezo cien padres nuestros y otras tantas aves marías para quitarme la doble culpa: una, por rechazar al buen Jesús, y la otra, por creerlo más un hombre libertador que el Hijo de Dios.


Le suplico que Jesucristo deje de confundirse conmigo. Ya no quiero tener estos sueños. Ya no quiero despertar cansada de tanto forcejeo. Me levanto y me siento un paria en medio de la lluvia de personas que salen sonrientes de sus casas, que se persignan y dicen que les va bien, gracias a Dios, aunque realmente se los esté llevando la chingada. Ya no quiero soñar con él porque cada vez le pierdo más el respeto a Dios y eso me ha causado conflictos hasta en mi lugar de trabajo. Ya nadie me habla, ni siquiera los más escépticos: resulta que es chido decir que no crees en Dios, pero es completamente aberrante que alguien se burle de él.


He tenido que hacer cita con varios sicólogos, quienes no me han bajado de puta reprimida, de acomplejada mesiánica, de mujer con personalidad múltiple. Estoy harta de que en mi casa me pregunten si Jesucristo les ha dejado algún mensaje para ellos, como si el wey viniera a querer ayudar a la humanidad. Posiblemente lo haga de día, pero por las noches, él viene implacablemente a querer estar conmigo una y otra vez.


Ya sé que una buena noche de pasión con Jesús no le haría daño a nadie. ¡Pero es que mire usted a quién vino a ponerme de amante estelar! No me puso a Brad Pitt ni a Hugo Grant...


No, me puso al hijo del Dios, al muchacho bueno de la película que revivimos cada año en época de cuaresma, al Jim Morrison de los hebreos en tiempos de opresión romana. Claro que me empiezo a enamorar de él, ¿quién no lo haría? Jesucristo me hace sentir con sus manos suaves y tersas que se quiebran un poco más y cada noche todos mis argumentos para no estar con él. Cada vez es más frecuente que al deslizar él sus dedos por mi cuerpo yo me resisto menos a creer que soy en verdad una elegida, que soy realmente la tal Magdalena esa que al final de cuentas no era una puta y que pasó así a la historia por culpa de los demás discípulos que deliberadamente la sacaron del juego como la verdadera sucesora del plan de un hebreo hippie.


No… señor Neptuno, dios de lo onírico, no soy María 380RP, soy María 380PR, vivo en México y soy la reencarnación de Coyolxauhqui, quien le advierte que de no parar con estos cuentos tontos, haré explotar la luna en mil pedazos hasta que el poeta se quede sin inspiración y los chinos que trabajan a destajo al otro lado del mundo mientras en el mío dormimos, comiencen a hablar en lenguas muertas antes de azotar contra el suelo y ser abono de tierras lúdicas y alimento de pájaros marciales. Y entonces mire que agarro y de veras hago que Jesucristo le ponga los cuernos a la verdadera María 380PR, que vive en África y no profesa ninguna religión tradicional de occidente…


Se levantó sudorosa, tomó la frazada de lino y se levantó por un vaso de agua. Él la siguió hasta la cocina, para preguntarle qué le sucedía.


—Nada, Jeshua. Simplemente soñé que yo renacía en dos mujeres que vivían en lugares desconocidos para mí y muy apartados uno del otro, y allá arriba nos tenían registradas bajo dos nombres muy parecidos. Una era una malhablada que se enfrentaba con el dios de lo irreal y la otra hablaba dialectos extraños.


—Anda, Magdalena, no es nada. Ya sabes que a Yahvé, el quintillizo de Zeus, Quetzalcóatl, Odín y Brama, le gusta jugarnos bromas pesadas mientras dormimos.


—No estoy muy segura, Jeshua. Unos dicen que los sueños son otros mundos idénticos al nuestro. Y que si los soñamos, es porque vivimos también en esa realidad.


— ¡Ay, ya, mujer! Yo sólo sé que mañana debemos multiplicar panes. ¿Ya tienes la receta? ¿O tendré qué hacerlo yo sólo?


—Amor, un futuro alejados el uno del otro nos espera. El mundo sin tí aquí en la Tierra será muy triste. Y lo peor, es que yo misma me resistiré a atraer la felicidad a mi lecho otra vez, y contigo.


—Hablaré con todos ellos —dijo mientras se alisaba la barba —Pero mañana no será.


Neptuno estaba viendo cómo se peleaban los anillos de Saturno cuando de pronto vio a Júpiter aventándole la película en DVD que le había rentado el día anterior.


—No mames, wey. Te pedí la película XXX María 381RR para ponerla mientras dormía y me saliste con esto. Ahora ya hasta me agüité porque me sentí un dios menor: los humanos se la van a ver fatal por allá del 2009, tan separadas las almas gemelas y todos tan sin amor… una vieja que es la mitad de la Magdalena va a ser el problema de todo



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