Tengo ticks nerviosos esporádicos. Son de esos que me aparecen mientras estoy dormida o reposando y me hacen sentir tan pequeña frente a la voluntad de mis terminales nerviosas, del rayo cósmico y cómico que me hace un pinocho cualquiera vestido de mujer, que adrede uso un tacón más alto. Generalmente son mis dedos de los pies (el pulgar de mis manos) los que saltan ante sentencias demasiado estúpidas o risibles. De vez en cuando mis muslos tiemblan como si fuera a salir de ellos una especie de alien o un grito de cansancio o estrés. El ojo. Ese guiña a todos, leve, pero insistente. Se va cuando ni yo misma le hago caso.
Pero hoy es la mejilla. La derecha. Como si hubiera recibido una bofetada invisible y me palpitara la carne. Como si hubiera una lágrima que quiere pasar y le abre camino para que se desplace sensual sobre mi piel. Como si estuviera cansada de no sé qué, contar borregos y cristianos, por ejemplo. Como si esperara algo que nunca llega: siempre he sido fatal para esperar las cosas. Me gustan los globos aerostáticos. Creo sentirme uno de ellos.
El día que me empiecen a temblar los cabellos, seguro sabré que un jinete anda rondando la ciudad...
Por hoy solo queda esperar a que la palabra cante. Tengo sueño.
Canicule : « Nos enfants ont besoin d’un “plan Marshall” de rénovation
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Hace 33 minutos
1 comentario:
Hay chica... ¿no seran los espasmos de cansancio de todos los días de juerga que ni sentiste? JAjajaja. Mientras no empiezes a vitorear improperios a diestra y siniestra (jajaja) yo creo que tiene arreglo el asunto.
Saludos y ¡descansa!
Un beso
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