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jueves, 18 de septiembre de 2008

¡Chancachachán!

Después de todo me fue muy bien hoy: a pesar que traía un sueño de la patada (no sé cómo le hice para manejar), en cuanto llegué a mi escuela como que me sentí despierta. Después de todo, fueron un montón de días de juerga.

Descubrí que soy la única capricornia en todo Coahuila que es altamente emotiva: estoy enamorada de mi escuelita y ya trato a mis compañeros como si fueran mis hermanitos. Es imposible ser de otra manera, conmigo siempre la cosa esa así: maternal, maternal y más maternal.

Me reí con las ocurrencias de mis compañeros, tengo que reconocer que tienen el buen corazón de seguirme la corriente con mis frases ácidas. Hay un grupito de seis chicas a las que admiro mucho porque están bien huerquillas y le echan muchas ganas a lo que están haciendo. Tres de ellas son foráneas y las otras tres son saltillenses, pero con historias muy profundas y una sonrisota como el mismo sol. Lo dicho, las mujeres son una chingonada.

También tendré un tutor... dicen que es un programa de la escuela o algo así. Me dio gusto que fuera mi profe de hace uuuuuuhhh, Octavio, porque es a toda madre, neta.

Y para rematar... chancachachán... el profe de redacción no jue a la escuela. Así que no tengo tarea de su materia para este fin de semana ¡¡¡¡¡y soy feliz!!!!! Porque así podré estudiar para mi primer examen. Tengo puntos acumulados por ser una maestra justa, así que pediré una parte para el martes. No, mejor estudio.

Un abrazo a todos los que me han seguido. Ayer conocí en persona a Martín Molina, un amable lector de las tonteras de su servidora. Martín, quedamos pendientes con lo de los escritos. Se siente chido platicar con quienes te soportan en vivo y en directo. Ojalá que muy pronto pueda ver a tantos otros que sé que deambulan por aquí, pero que he respetado su estado "agrónimo" porque me escriben a mi correo.

Un abrazo y un besote. Sé que mis compañeros de letras nunca lo leerán porque no conocen la existencia de este blog, pero si supieran lo feliz que me hace ver su vitalidad y sus ganas de ser distintos a lo que ahora vemos, entenderían por qué los quiero tanto.

2 comentarios:

mike dijo...

Qué rayado don Martín! ¡¿quién como él?!

Qué buena onda que te salgan bien las cosas. Me da mucho gusto. Se te admira.

No podría estar yo más de acuerdo... las mujeres son una chingonada. La mejor.

Besos

sarah dijo...

es muy original el texto de las verduras. A mijita tampoco le gustaban, había que perseguirla por toda la casa para que tomara una cucharada de puré y terminaba la mitad fuera y con la cara verde.
saludos