Sucumbí al Facebook:

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Aunque sea 20 de abril

Se acerca la navidad. Esa cosa extraña que alguna vez nació de un evento religioso y ahora más bien se parece a un magno evento de los monopolios mundiales. La bendita globalización, la mercadotecnia y el consumismo han hecho de esta fecha en los últimos años capitalistas un evento masivo de adquisición de bienes, desde refrescos y panes hasta ropa y automóviles. Ahora que empezamos la era del consumismo –con su mismo pantalón, con su mismo carro, con su mismo vestido- me pregunto si la recesión le hará mucho daño emocional y psicológico a quienes basaron su vida en el sistema capitalista. Siento tristeza por ellos.

Yo no pido nada que no sea posible de entregar. Si alguna vez hubo un Mesías, estaría bueno que viniera otro. Para enseñarnos a no tener que emborracharnos cuando queramos decir lo mucho que amamos al ser que tenemos enfrente. Para sentirnos dignos de regalar lo único que es importante dar en esta vida: el corazón. Para no sentirnos mal si ahora no hay regalito debajo del pino o en el zapato de los niños. Para no sentirnos, pues, que antes de dar algo de uno mismo, mejor regala lo que uno mismo puede comprar.

Yo no quiero una fiesta más en donde vea a otros iguales que yo, con la sonrisa a flor de piel y la tristeza por dentro. Porque seguramente tanto ellos como yo no tenemos gran cosa de qué sentirnos tristes, excepto, quizá, que extrañamos lo que alguna vez –según cuentan las génesis de todas las civilizaciones- hubo en esta Tierra, nuestra Gaïa bendita: AMOR.

¿Y si agarramos y nos prometemos dar uno de esos abrazos de cariño navideño –los únicos que salen espontáneos (como por cupón) porque en Diciembre está permitido demostrar afecto en la compra de más de $200 pesos de artículos de marca- allá por el mes de abril? Renacer en el primer tetramestre del año no sería tan mala idea…

Feliz Navidad. Aunque sea 20 de abril.


No hay comentarios: